Tras la larga hegemonía del minimalismo nórdico y su idea de orden luminoso, en interiorismo emerge una estética más introspectiva y sensorial. El llamado moody living encarna esa transición: interiores en penumbra, tejidos densos, luces cálidas y materiales nobles. Una estética tradicionalmente asociada a lo masculino, pero ahora reinterpretada desde una sensibilidad reflexiva, contenida y culta que busca profundidad más que brillo. Es decir, no se trata de volver a la cueva, sino de crear refugios contemporáneos que equilibran sofisticación y calidez.
En inglés, moody puede significar melancólico, cambiante de ánimo o de atmósfera intensa. En términos de diseño describe una nueva manera de habitar que, aunque nazca como reinterpretación del hogar masculino, se ha convertido en un lenguaje universal, adoptado por hombres y mujeres que buscan espacios con alma y carácter. Según datos de Houzz —la plataforma internacional que analiza millones de proyectos de interiorismo y tendencias de búsqueda—, las consultas del término moody living room se han más que duplicado en el último año.

‘Riam appartament’ con estilo propio y elegante
Jordi Miralles
Es un cambio de época: tras décadas de interiores higiénicos y digitales, las personas vuelven a buscar atmósferas. El color deja de ser adorno para convertirse en elemento psicológico. Lo que antes era sinónimo de luminosidad y amplitud empieza a parecer frío e impersonal, mientras que la penumbra, más que ausencia de luz, se percibe como presencia protectora y acogedora.
En España, el cambio también se nota, aunque con matices. “Hemos notado que los clientes definen cada vez más un estilo propio, en busca de distinción, personalidad y un cierto aire cinematográfico en su vivienda —explican desde Molins Design, estudio de interiorismo con sedes en Barcelona y Madrid—. En los proyectos, sobre todo urbanos, se aprecia una mayor apertura hacia tonos profundos, materiales con peso e impacto visual —como el terciopelo, la madera oscura o las lacas satinadas— y una iluminación cálida, más teatral, que envuelve el espacio.”
El ‘moody’ apuesta por elegancia y carácter en casa
Es una tendencia que rompe también con el estereotipo de piso de soltero minimalista o descuidado. “Se apuesta por un interiorismo pensado, acogedor y con un punto elegante, cada vez más demandado por un público masculino exigente”, añaden los de Molins. Los hombres dedican más atención al espacio doméstico, ya no como simple símbolo de estatus, sino como extensión de su identidad. Así, el salón deja de ser un escenario neutro con un sofá y se transforma en un lugar narrativo: un bar integrado en la librería, una butaca de cuero junto al tocadiscos, una galería de fotos personales iluminadas con precisión.
Eso sí, los estilos se mezclan y dialogan con la geografía. “Paralelamente al moody living, nosotros seguimos observando un fuerte interés por estéticas más mediterráneas y naturales y una clara preferencia por espacios diáfanos y abiertos”, señala el estudio catalán. “Muchos hombres optan por interiores donde prime la luz —especialmente la natural—, los materiales nobles —piedra, madera, fibras naturales— y una atmósfera relajada. En este sentido, la sostenibilidad y el confort cobran un peso importante: hablamos de espacios que combinan diseño depurado con soluciones tecnológicas que aportan comodidad.”

Una cocina atrevida y alejada del clásico color blanco
Moretti
Las cocinas tampoco se libran de esa transición, como demuestran algunos proyectos del estudio madrileño Moretti. “Percibimos que las personas buscan espacios con más carácter: cocinas que transmitan personalidad y una cierta madurez en los materiales y las atmósferas”, explican. “Se empieza a dejar atrás la idea del todo blanco y minimalista para dar paso a combinaciones más intensas. No obstante, preferimos pensar que este estilo no tiene tanto que ver con lo masculino como con una búsqueda de profundidad, contraste y equilibrio”.
En Milán, el estudio Dimorestudio lleva más de una década explorando la elegancia de la sombra. Sus fundadores, Emiliano Salci y Britt Moran, lo resumen así: “Los tonos oscuros y ricos siempre han sido una de nuestras firmas. El moody living no es solo una tendencia, es una rebelión contra lo previsible: un espacio donde el lujo se siente crudo, íntimo y descaradamente masculino.” Un descaro que no pasa por la ostentación o los clichés, sino por la afirmación de una identidad más madura, estética y consciente: una forma de ser y habitar que refleja una evolución, que no teme mostrar carácter, vulnerabilidad ni belleza.

Dimorestudio la elegancia de las sombras en Milán
Dimorestudio
“En Le Cann exploramos esa tensión entre profundidad y sensualidad, especialmente a través de los materiales y los contrastes que revelan una masculinidad serena, casi meditativa”, explican desde el estudio parisino. “Nos encanta jugar con estas ambigüedades: incluso la laca negra más profunda puede irradiar calidez y reflejo, como un espejo de sombras.” Su filosofía se articula en torno a la atención y el silencio: “Los interiores oscuros no son un rechazo de la luz, sino una reivindicación de la atención. En un mundo de estímulos constantes, estos espacios ofrecen una pausa sensorial, donde la textura y la sombra sustituyen al ruido”, afirman.
“Nosotros lo vemos como parte de un cambio más amplio: la masculinidad en el diseño ya no significa pesadez, sino curar la vulnerabilidad. Los tonos oscuros, lejos de ser austeros, se convierten en marcos para texturas vivas y luces escultóricas: una masculinidad que abraza la vulnerabilidad a través del detalle. Esta es la esencia del lujo silencioso y contenido”, aseguran los interioristas franceses.

Le Cann revela una masculinidad serena
Le Cann
El moody living ha echado raíces a ambos lados del Atlántico. “Los interiores oscuros son sin duda una tendencia real”, afirma Joyce Huston, responsable de diseño de Decorilla, plataforma estadounidense de interiorismo online. “En nuestros últimos proyectos hemos apostado por tonos más intensos, paletas más sombrías y texturas superpuestas, y los clientes se sienten atraídos por la sofisticación y el carácter que aportan.”
Huston también interpreta este auge como una consecuencia natural del cansancio minimalista: “Hay una energía masculina en estos espacios, pero no se trata de roles de género tradicionales: tiene más que ver con la confianza, la profundidad y la atmósfera. Se percibe un deseo creciente de carácter. Después de años de interiores luminosos y neutros, la gente busca espacios más personales, más misteriosos. Estratificados, vividos y, sobre todo, únicos.”

‘Moody Living’ calidez pura de un hotel boutique
Cecilia Casagrande/Jared Kuzia
De la misma opinión es Cecilia Casagrande, interiorista con estudio en Boston. “Tras la dominación de la estética escandinava —paredes blancas, espacios diáfanos, una infinita gama de grises—, se empieza a desear algo más intenso, más rico. Los interiores oscuros con luces tenues y favorecedoras llevan al hogar la calidez pulida de un hotel boutique. Hay un aumento de la demanda de azules tinta, verdes profundos, burdeos y antracita, combinados con cuero, cuadros escoceses, lana y terciopelo. Además de metales con pátina y luminarias artesanales. Lo que antes podía considerarse un diseño ‘masculino’, hoy se percibe como universal: un lujo profundamente estratificado, expresivo y sin complejos.”
El moody living se revela así como una rebelión contra la uniformidad y el dogma, puede que incluso a los excesos del políticamente correcto y a la saturación de la era digital. En tiempos de exposición permanente, los hogares se vuelven más introspectivos, y la penumbra actúa como filtro y refugio: protege la mirada, estimula la calma y devuelve a los objetos su peso, una reivindicación de la materialidad frente a la invasión de la virtualidad.