Que vaya por delante que la casa perfecta es aquella que merece ser apreciada como hogar. Es bien sabido que, más allá de connotaciones sentimentales, un inmueble precisa de una compenetración armónica entre los elementos físicos que componen el sitio y el individuo que lo habita. De ahí la importancia de la arquitectura; de ahí el papel del arquitecto como creador de escenarios.
Resulta difícil determinar cómo debe ser una casa para que se sienta “perfecta”. Pero Jaime Salvá asume el reto. El arquitecto mallorquín, cuya trayectoria internacional es sobradamente reconocible, ha confesado a la revista Interiores las claves que deben encontrarse en un hogar ideal para la jubilación y, en definitiva, para todo aquel que busque calma en su día a día.
Un refugio para hoy, pero listo para mañana
“Una casa tiene que hablar el lenguaje de quienes la viven”, inicia, asegurando que “en el caso de una pareja de jubilados, ese lenguaje es el del disfrute cotidiano”: “Llegado el momento de la jubilación, la vivienda adquiere un nuevo significado. La casa pasa a ser el escenario de una vida vivida con tiempo, calma”. Ahí es donde se cruzan las líneas temporales. Invertir en esta casa no es cosa del futuro, sino que versa en torno a la construcción de un presente que blinde el bienestar en el devenir de los acontecimientos y los años: “Nos gusta entender este tipo de vivienda como un refugio pensado para hoy, pero preparado para el mañana”, resume.
Entre otras cosas, aconseja que “la vida sea en una sola planta, sin barreras arquitectónicos, es la opción ideal” porque la ausencia de desniveles permite adaptar con naturalidad los cambios. Además, “se valora especialmente la relación con la luz natural y con el entorno”, a lo que ayudan grandes ventanales, patios interiores o terrazas, así como la orientación: “Un diseño inteligente de sombras aumenta el confort térmico sin renunciar a la estética”.
La importancia de los materiales
No solo en la forma se halla el secreto. Deben emplearse “materiales que envejezcan bien, como la piedra natural, la madera o los tejidos suaves”, ya que “generan una atmósfera serena y atemporal”. Todo ello, con una tecnología integrada y que no se desmarque de la esencia del hogar: “El confort térmico, la ventilación cruzada, la climatización eficiente o las instalaciones domóticas deben estar perfectamente integradas”.
Se trata, en definitiva, de vivir mejor con menos. “La casa perfecta para esta etapa de la vida debería invitar a disfrutar de los pequeños placeres cotidianos: leer junto a un ventanal, tomar el sol en el jardín, cocinar con calma…”, reflexiona. La cascada de consejos es sabia y, quizá, ayudará a que la casa pueda ser referida como ‘hogar’ antes que como
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