La posible entrada del ciclocross en el programa de los Juegos Olímpicos de Invierno 2030, una idea que había ido ganando tracción en los últimos meses, acaba de chocar con su resistencia más firme hasta la fecha. Varias federaciones de deportes de nieve y hielo han expresado públicamente su rechazo a abrir la puerta a disciplinas como el ciclocross o el cross de campo a través, una posición que complica aún más las opciones de que el CX logre su ansiado estatus olímpico invernal.
Según recoge CyclingNews, un bloque de federaciones que agrupa a deportes como esquí, patinaje, biatlón, curling, luge, bobsleigh o skeleton ha emitido un mensaje conjunto afirmando que incorporar modalidades ajenas a la nieve y el hielo “alteraría la esencia que ha definido a los Juegos de Invierno desde su origen”.
Su argumento central coincide con el que ya analizamos en artículos previos: la actual Carta Olímpica es clara al exigir que las disciplinas del programa invernal se desarrollen sobre nieve o hielo. Aunque el ciclocross compite ocasionalmente sobre terrenos helados, su identidad se construye sobre circuitos mixtos, hierba, barro, pradera o parque urbano, y no sobre superficies invernales permanentes.
La crítica ha ido más allá del aspecto normativo. Algunas voces dentro de estas federaciones consideran que, si disciplinas como el ciclocross fueran realmente “esenciales” dentro del movimiento olímpico, ya deberían haber logrado su entrada en el programa de verano. En otras palabras, el problema no sería el invierno, sino su percepción global como deporte minoritario fuera de Europa.
La reacción llega en un momento clave. Recordemos que la propuesta para incluir el ciclocross en los Juegos de 2030 partía de autoridades y entidades locales del área de La Planche des Belles Filles, en los Alpes franceses, que incluso habían esbozado la posibilidad de acoger carreras oficiales de CX dentro del calendario olímpico.
La presidenta de la Comisión del Programa Olímpico, Kirsty Coventry, abrió una revisión del formato hace unos meses, lo que dio pie a que UCI y World Athletics apoyasen públicamente la candidatura del ciclocross y del cross.
Pese al rechazo, desde el entorno del ciclismo sigue habiendo optimismo moderado. De hecho, en Estados Unidos ya se estudia cómo podría integrarse el ciclocross en los Juegos de 2034 si finalmente Salt Lake City recibe el evento, lo que supondría un entorno especialmente favorable para un deporte que allí cuenta con una base muy sólida.
Fuentes de USA Cycling citadas por CyclingNews señalan incluso que las opciones de que el ciclocross debute en 2030 superan “el 50 %”, destacando que tanto Sebastian Coe (World Athletics) como David Lappartient (UCI) han situado este asunto como prioritario dentro de sus respectivas agendas.
Otro punto que los detractores han subrayado es el desequilibrio entre Juegos de verano e invierno.
Mientras los primeros acumulan más de 300 pruebas, los de invierno apenas superan el centenar. Añadir más disciplinas presiona todavía más la logística, los costes y el encaje deportivo del evento.
En definitiva, la batalla por abrir los Juegos de Invierno a deportes no nacidos en la nieve entra ahora en una fase decisiva. El ciclocross ha conseguido generar debate, protagonismo y apoyos institucionales, pero se enfrenta a una resistencia profunda de quienes consideran que los Juegos de Invierno deben preservar un marco estrictamente “blanco”.