Fue en Kigali, la capital de Ruanda, a más de 8.800 kilómetros de España, cuando el ciclismo femenino español hizo boom. Son ya varios años de auge, de crecimiento, de nuevos valores, de consolidación en la élite… pero en los exóticos, y exigentes, primeros Mundiales en suelo africano de la historia, la delegación española dio un golpe sobre la mesa. Y para que algo pase es importante visualizarlo antes, algo que pasó en los días previos en las habitaciones del Hotel Marriot de Kigali.

En cada zona común, en el comedor, en los pasillos… las sensaciones eran de que algo grande iba a pasar esa semana. Un viaje frenético, largo, cansado y, prácticamente para la totalidad de los participantes españoles, la primera vez en Ruanda. Y fue un éxito. España terminó su participación en Kigali con cuatro medallas, siendo todas ellas de las chicas (los chicos, pese a no tocar metal, también cuajaron una gran actuación, combativo e inconformista, en uno de los Mundiales más duros de siempre en todas las categorías). Los cuatro metales hicieron que nuestro país terminase en lo más alto del medallero femenino superando a la gran potencia, Países Bajos, que se quedó en tres.

Un crecimiento imparableEl equipo júnior de España, con Paula Ostiz como campeona del mundoRFEC

Tres fueron las autoras de las preseas españolas: Paula Ostiz (18 años), oro en la prueba júnior de fondo y plata en la contrarreloj de dicha categoría; Paula Blasi (22), bronce en la novedosa prueba Sub-23; y la eterna Mavi García (41), bronce en la prueba élite. Todas ellas bajo la dirección de Gema Pascual (46), y es que la RFEC hizo un importante esfuerzo económico y de logística para acudir a dicho Mundial. Otras Federaciones renunciaron en algunas categorías, pero España “no se podía permitir dejar a nadie sin competir” contó José Vicioso, presidente de la RFEC, a AS.

Todos los deportistas son importantes, sin distinciones, y los recursos tienen que llegar a cada uno de ellos. Las cuatro grandes protagonistas, aunque conscientes de que sin el apoyo del equipo hubiese sido imposible, como repiten siempre en sus discursos, estarán en Madrid el próximo 1 de diciembre para recibir el Premio AS del Deporte 2025. La primera triunfadora de la semana bajo el imponente calor africano fue Paula Ostiz con la plata en la contrarreloj. Para cualquier adolescente sería un éxito casi indescriptible, pero la ambición de Paula también hace que sea así: no estaba satisfecha. Desde la RFEC la animaron, incluso consolaron, ensalzando lo que había conseguido. Fue entonces cuando empezó a sonreír a disfrutar de su podio, pero no sin olvidar que todavía quedaba una prueba pendiente, la de fondo, y que tenía una espina que sacarse.

Era favorita, sí, pero daba igual. Se despertó a las 5 de la mañana tras haberse metido a las 21:30 en su habitación la noche anterior. Necesitaba desconectar, concentrarse y focalizarse en el objetivo. A las 10:55 de la mañana, junto al Convention Centre de Kigali, en el punto neurálgico del circuito de los Mundiales, estaba sonando el himno de España. Sangre fía en un desenlace entre cinco protagonistas con Paula llevando la voz cantante, contemporizando, y un jugo de vinagre que salvó sus opciones: estaba sufriendo calambres. En la meta lloró. De alegría, sí, pero también de dolor. Los calambres rápido pasaron, y es que un maillot arcoíris todo lo cura. “Es una alegría inmensa. Muchos años trabajando para ello, para este sueño. Lo conseguí. Gracias a mis compañeras pude conseguir este maillot”, dijo Paula, ahora sí, feliz, a AS en Ruanda.

El trabajo estaba hecho, y es que la navarra, que realizó recientemente el saque de honor en el Osasuna-Celta ante los más de 20.000 espectadores presentes en El Sadar, no vivió años fáciles en su adolescencia. Todo lo que tiene es gracias a su trabajo, impulsado por la RFEC, y ahora en el Movistar, su equipo. De Paula a Paula, Blasi también dejó su nombra inscrito en los Mundiales. La catalana, que estaba en el equipo filial del UAE Team ADQ y que, visto su gran salto este año, dio el paso rápidamente al primer equipo, logró un bronce meritorio, también dejando atrás el sinsabor de una actuación en la contrarreloj, disciplina en la que destaca, en la que las cosas no le salieron (12º). Y tiene, como su tocaya, todo el futuro por delante.

La que por ley de vida, y porque ella quiere, no seguirá más allá de la próxima temporada es Mavi, pero es que lo elogiable es que a sus 41 años siga brillando en la élite. Y de qué manera. Su pasado, y su presente, son historia del ciclismo español. Con una edad con la que la mayoría de las corredoras están retiradas, la balear logró en 2025 uno de los mejores, tal vez el mejor, año de su carrera: etapa en el Tour de Francia y bronce en los Mundiales.

El 2026 será su último año, y lo hará con el UAE junto a Blasi (también como mentora y para aportar su experiencia a las más jóvenes), pero esto ya nadie se lo quitará. El baile final junto al resto de compañeras (cantando Kigali, Kigali…, como hicieron durante la semana) quedará siempre marcado en la retina en un día en el que Mavi demostró que la edad es tan solo un número y que es, y será, de las mejores del mundo. “No me lo esperaba. Hice todo lo que tenía en mi mano y es un sueño que se hizo realidad. Es el día más especial de mi vida”, dijo Mavi, emocionada.

Un crecimiento imparablePaula Ostiz y Mavi García, en RuandaRFEC

Casi sin respiro, España voló de Ruanda a Francia para los Europeosy los resultados volvieron a destacar en las chicas. Paula Ostiz se volvió a su casa de Navarra con otros dos oros (esta vez sí en crono y repitiendo en fondo) y Paula Blasi se proclamó campeona continental, demostrando que el bronce de Ruanda no fue algo aislado. Mavi, siempre competitiva, terminó séptima, por eso la sonrisa no se le iba de la cara. Todos estos resultados no son casualidad.

La cantidad da la calidad: en 2015 apenas había 3.100 licencias femeninas de ciclismo en España. Hoy ya superan las 6.000 en una escala ascendente. “Tenemos a unas ciclistas muy capacitadas. Y no solo a Ostiz, aunque ella fuese el enfoque final en nuestro caso. Paula tiene una historia peculiar, trabaja mucho y pasó por momentos malos. Su gran objetivo era el Mundial y lo demostró. Tuve a Paula en mi casa viviendo durante un tiempo. Al talento hay que cuidarlo” explica Pascual, la seleccionadora.

“Antes, además de correr, teníamos que trabajar, estudiar… la vida no se arreglaba con el ciclismo, y ahora sí. En mis tiempos lo hacíamos por ilusión o pasión. Además, a esta generación se le está dando visibilidad. Estamos ante una generación de oro”, añade la excorredora y pionera junto a las Dori Ruano, Joane Somarriba… Ahora es momento de recoger los frutos de todo un trabajo que, además, no para.

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