Tras el éxito de las dos primeras entregas, Ahora me ves 3 llega con la promesa de ofrecer un espectáculo aún más grande: más trucos, más giros y un nuevo plan imposible. Sin embargo, aunque la tercera parte mantiene la esencia de la saga (la ilusión, la adrenalina y la sensación constante de que nada es lo que parece), su magia se resiente bajo el peso de una trama que se enreda más de lo necesario.
Ocho magos contra una organización criminal: esa es la premisa de esta nueva aventura dirigida por Ruben Fleischer, quien sustituye a Jon M. Chu en la silla de dirección. Jesse Eisenberg, Woody Harrelson, Isla Fisher y Dave Franco regresan como los Cuatro Jinetes, los ilusionistas que combinan activismo social y espectáculo visual. A ellos se suma un reparto de lujo en el que reaparecen Mark Ruffalo y Morgan Freeman, además de nuevas incorporaciones como Rosamund Pike y Justice Smith, que aportan aire fresco a la fórmula. La historia retoma el universo de El Ojo, la misteriosa sociedad secreta de magos que todo lo controla. Dylan Rhodes (Ruffalo), antiguo agente del FBI y ahora maestro de los Jinetes, sigue atormentado por el legado de su padre, mientras Thaddeus Bradley (Freeman) reaparece para ajustar cuentas pendientes. El guion combina acción, comedia y conspiraciones globales, pero el resultado es irregular: a veces brillante, otras excesivamente artificioso. Dave Franco (muy de moda), que vuelve a interpretar al mago callejero Jack Wilder, ha destacado la química del elenco: «Conozco a este grupo desde hace casi quince años y nos queremos muchísimo. La gente puede sentir que nos divertimos, y eso se nota en pantalla». Y es cierto: la camaradería entre los actores sigue siendo uno de los mayores encantos de la película. La película es un espectáculo. Hay humor y cada truco es una pequeña coreografía de luces, humo y espejos. El plano secuencia en el que todos los magos encadenan sus ilusiones es lo más deslumbrante; pero el truco final no termina de funcionar. El giro melodramático y familiar diluye la tensión y resta la celebración de la magia y el escapismo, que es lo que engancha.
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