En el lugar donde durante ocho meses las miles de imágenes generadas con Inteligencia Artificial por orden del artista Refik Anadol asaltaban al visitante con … intensidad cuasimareante, un templo ofrece ahora una experiencia prácticamente antagónica. Una gran maqueta blanca se yergue en el centro de la sala In situ, pensada para acoger obras diseñadas ex profeso para la arquitectura del espacio. De lejos podría recordar a la gran masa blanca de un iceberg en medio de un océano de oscuridad. Un bucle que dura seis minutos y se repite sin cesar inicia el relato que tiene lugar en esa misteriosa ciudad, que va iluminándose de distintas maneras conforme avanza el día y alcanza finalmente el ocaso, como en esos grandes belenes que se montan con la llegada de la Navidad. La sensación se acrecienta al mirar al cielo y descubrir que, en medio de la nada, una figura suspendida con estética Minecraft, podría ser un fraile, un ángel medieval, vigila la fortaleza. La banda sonora es también protagonista, ahondando en la experiencia inmersiva gracias a sonidos de voces y músicas combinadas entre las que destacan los acordes de órgano de iglesia del compositor Maxime Denuc.

‘Ciudad junto al mar’, del pintor gótico italiano Stefano di Giovanni (Siena, 1392-1450) conocido como Sassetta, es uno de los cuadros favoritos del artista Mark Leckey (Birkenhead, Reino Unido, 1964) y en el que se ha basado para crear esta pieza titulada ‘Y la ciudad se alzaba en todo su esplendor’: «Es una pintura gloriosa vista desde una perspectiva imposible, supongo que desde la perspectiva divina: uno contempla esta joya de ciudad desde arriba. En términos modernos, todo está fuera de lugar, ninguno de los planos tiene sentido. Pero se percibe que el artista estaba pintando otra realidad». Y esa es la sensación que obtiene el visitante plantado ante esta instalación que el Guggenheim mantendrá hasta el 12 de abril.

'Ciudad junto al mar', de Sassetta.

‘Ciudad junto al mar’, de Sassetta.

El artista recibió la propuesta de crear esta pieza para el espacio In situ, que en un principio, cuando lo visitó por primera vez, le pareció «terrorífico», pero que en la rueda de prensa celebró haber podido ocupar con su obra: «Ha sido increíble». Leckey creció y maduró con el declive de los núcleos industriales de Inglaterra, tan parecidos al Bilbao de los 80, con las fragmentaciones sociales que trajo consigo. «Las fábricas cerraban, las comunidades se dividían y la cultura de masas que la televisión y la publicidad contribuían a difundir se configuró como un nuevo tipo de paisaje. En ese clima convulso y mediatizado nace la fascinación del artista por la forma en que imágenes, sonidos y tecnologías conforman una imaginación y un sentido de pertenencia compartidos», explicó la comisaria, Lekha Hileman.

Mark Leckey.

Mark Leckey.

Yvonne Iturgaiz

El artista, como señaló Miren Arzalluz, directora del Guggenheim Bilbao, tiene obra en las colecciones del Guggenheim Nueva York, el MoMA, la Tate y el Centro Pompidou, entre otros: «Es un honor colaborar con él para haber podido traer a nuestro espacio In situ esta obra que mezcla cultura popular, tecnología y memoria colectiva». La pieza lleva la factura de Estudios Durero, y ha sido elaborada con resina termoestable para la ciudad, poliestireno expandido para la montaña, y espuma de poliuretano, acero y pintura acrílica para el fraile.

El fraile en las alturas.

El fraile en las alturas.

La citada pintura de Sassetta es uno de los primeros paisajes del arte occidental en el que un entorno urbano se convierte en asunto central. Se trata de un espacio geométricamente complejo pero aplanado, una localidad medieval fortificada sobre una colina. Así explica el autor su traslación a la escultura que ha instalado en el Guggenheim: «En los últimos 10 o 15 años el mundo ha cambiado mucho y me es extraño. A mi edad experimento mi pasado analógico y mi presente digital, e intento encontrar una base, pero es un mundo disruptivo. Y en mi corazón intento comprender, entender de alguna forma todo lo que ocurre y afrontarlo. Cuando vi la imagen de la ciudad del cuadro de Sassetta, sentí que de alguna manera, pese a ser del siglo XV, me indicaba el futuro, y que este no va de ciencia ficción o de distopía, sino de algo más cercano a lo medieval o premoderno. Nos acerca al futuro pero volviendo al pasado. Es un sentimiento sobre cómo siento el mundo a mi alrededor. Hay algo en esa extraña perspectiva que hace de esa ciudad un lugar confuso pero habitable».

Un detalle de la obra.

Un detalle de la obra.

En cuanto a la banda sonora diseñada por Leckey, el artista señala que convierte el espacio «en un lugar reflexivo, casi como de iglesia. Fue un reto crear la música y pensar que debería ofrecer una experiencia inmersiva. Con ella y la luz, se entra en una narrativa, centra la historia de la ciudad». ¿Y qué estará pasando ahí adentro? Solo el fraile lo sabe.