Su teléfono no dejó de sonar y de recibir mensajes el martes, cuando el Gobierno dio a conocer su veredicto sobre el proyecto ganador para «resignificar» el Valle de los Caídos. Juan de Ávalos lleva el nombre y la responsabilidad de ser el hijo del principal escultor del conjunto monumental levantado por Francisco Franco como símbolo de reconciliación entre los españoles.
Los que antes se habían matado, ahora reposaban, en paz, bajo el mayor símbolo del perdón: la cruz de Cristo, y confortados con las permanentes y silenciosas oraciones de la comunidad de monjes benedictinos. Una cruz –la del Valle– que es la más alta del mundo, con 152 metros de altura. En su base se encuentra el colosal grupo escultórico de los cuatro evangelistas, de 18 metros (como un edificio de seis plantas), que Juan de Ávalos, su padre, esculpió en los años 50 del pasado siglo.
Sin embargo, desde hace un cuarto de siglo, no se puede acceder a la base de la cruz. Las descomunales figuras no han recibido ningún tipo de mantenimiento, y se agrietan y disuelven con el recio clima de la Sierra de Guadarrama. Cascotes del tamaño de una sandía comenzaron a desprenderse, y fue la excusa perfecta para que Patrimonio Nacional vallara todo el perímetro y prohibiese el acceso al espléndido mirador.
Juan de Ávalos lamenta que «el Gobierno se gaste 30 millones en el Valle pero no tiene presupuesto para el ELA»Thorun Piñeiro
Juan de Ávalos Carballo (Madrid, 1941) hijo de Juan de Ávalos y Taborda (Mérida, 1911-Madrid, 2006), es arquitecto, pintor y presidente de la fundación que lleva el nombre de su padre.
–El proyecto ganador del concurso de «resignificación» habla de crear «una gran sombra y una gran grieta» frente a la basílica del Valle de los Caídos. ¿Cómo ha recibido usted la noticia?
–Bueno, la primera impresión fue mortal. Inmediatamente saltaron los mensajes en el móvil. Es lo que tienen las redes, ¿no? Hasta me dio un calambre diafragmático… Se lo comenté a mi mujer y, bueno, eso es una barbaridad. No puede ser, no puede ser. Un Gobierno que se tilda de democrático, hay cierto tipo de cosas que no puede hacer. Una vez que me tranquilicé, pude pensar… Hay que plantar batalla. Claro.
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–Algunas voces aseguran que el proyecto ganador se plantea la destrucción de la icónica ‘Piedad’ ubicada sobre la entrada a la basílica y de los cuatro evangelistas de la base de la cruz. Sin embargo, el proyecto no recoge ese extremo. ¿Tiene usted alguna información más?
–Eso creo que no se podría hacer. Mi padre falleció en 2006. La propiedad de las obras, por supuesto, es de Patrimonio Nacional, y puede hacer con ellas, lógicamente, lo que quiera. Pero hay unos derechos de propiedad intelectual que se prolongan 70 años después del fallecimiento del artista. Quiere decir que, bueno, pues no se podría destruir ese patrimonio intelectual. Claro, siempre puedes decir: Bueno, yo lo desmonto y me lo llevo a otro sitio. Bien, pero, ¿tiene usted el presupuesto para eso? Porque no lo tiene para el ELA o para otras cosas…
Las gigantescas esculturas de los cuatro evangelistas, obra de Juan de Ávalos, en la base de la cruz
–Parece que para esto sí lo hay: 30 millones de euros para esta obra que, según parece, es urgentísima…
–Sí, sí, eso es totalmente absurdo. Es decir, yo considero que lo que se está haciendo con el Valle es un paso atrás tremendo en la convivencia entre los españoles, independientemente de cómo pienses.
–¿Usted no tiene la impresión de que, sobre la historia del Valle, se han vertido un montón de mentiras para desfigurar completamente lo que realmente es y cuál es su verdadera historia?
–Le voy a contar lo que yo lo he vivido. Mi madre era de una oposición al régimen al 100%. Había vivido un momento horroroso: la entrada de las tropas nacionales en Mérida y el saber que mi padre podía ser fusilado en cualquier momento por su carné de las Juventudes Socialistas. Odiaba al régimen. Pero de una manera tremenda. Aunque ella era una tremenda burguesa… Pero, un día, llega mi padre de hablar con Franco, y le dice: Mira, Soledad, Franco me dice que prohibido hacer una obra con un sentido belicista, un sentido de revancha. Tiene que ser una obra religiosa. Porque aquí lo que buscamos es la reconciliación y el perdón. Ante eso, mi madre se tuvo que callar. Además, venía de visitar por primera vez Italia con su amigo Bonifacio Lázaro, con una fuerza enorme para para trabajar tras ver las obras de Bernini y de Miguel Ángel.
–¿Franco, entonces, le dijo a su padre que la impronta que le quería dar al Valle era de paz y de reconciliación?
–Efectivamente. Franco le habló de que había que enterrar juntos a los de los dos bandos. Fíjese que desde la Academia de Bellas Artes de Rusia venían todos los años al estudio de mi padre y les explicaba los sistemas y las tecnologías que había para la construcción de las esculturas. Y de hecho mi padre fue académico de número de Bellas Artes de Moscú.
Copia de la carta facilitada por Juan de Ávalos en la que el vicepresidente de la Academia Rusa de las Artes afirma que «la Piedad en el Valle de los Caídos pertenece a las obras maestras de la escultura mundial del siglo XX y debe ser bien cuidada»Juan de Ávalos
–Ahora que menciona esto, algunos insisten en repetir que el Valle de los Caídos es un pastiche a nivel monumental y que no tiene ningún valor artístico…
–Pastiche son Los Inválidos de París, por ejemplo. Para mí, al menos. Cada uno tiene su gusto, y allí está enterrado a un genocida como Napoleón, que se cepilló a 300.000 españoles. Y, sin embargo, ahí está, porque hay un respeto a la obra de arte. Es decir, la obra de arte es historia, es memoria de verdad. No por suprimir las obras de arte vas a suprimir la memoria, porque la memoria siempre pervive. Tenemos ejemplos muy tristes en la historia universal. Constantino se llevó por delante todos los templos de los dioses. Menos mal que algunos, como Heliópolis, fue absolutamente imposible cargárselo. Pero es una tristeza que ahora nosotros critiquemos lo que hicieron otros, como Constantino. O como hicieron los talibanes.
Sin ninguna inversión
–Las esculturas de los evangelistas llevan 20 años o más sin ningún mantenimiento y se están cayendo. No está previsto dedicar nada de los 30 millones de euros del proyecto a restaurarlas…
–Curiosamente, mi padre sufrió bastante para la construcción de esas esculturas porque, entre otras cosas, no se le dio la argamasa, el cemento, que necesitaba de aislamiento. Era de segunda calidad, porque el cemento bueno iba para hacer carreteras con algunas de las empresas que estaban construyendo el Valle. Hay cartas denunciando este tema. Mi padre no fue un trabajador fácil de dominar. Llegó un momento de tal enfrentamiento con la gente del Valle, que no le invitaron a la inauguración.
–¿Qué siente cuando ve que se va a destinar todo ese dinero pero no se va a dedicar un solo euro a restaurar lo que ya hay?
–Siento que se está dilapidando un patrimonio. Yo creo que esa obra ya es eterna. Por mucho que intenten destruirla, es imposible. Si lo destrozaran, las ruinas serían patrimonio de la humanidad. Algo que se podría poner en valor, y que viniera gente de cualquier tipo de pensamiento: de derecha, de izquierda… Hay a quien no le gusta ese tipo de ese tipo de arquitectura. Tampoco es una arquitectura fascista, como dicen algunos. No tiene absolutamente nada que ver con la arquitectura italiana de Mussolini. En absoluto. Quizás tiene más parecido con las mastabas egipcias que con otra arquitectura.
Juan de Ávalos, en su taller, ante la monumental cabeza de San JuanADVC
–De hecho, siempre que he acompañado a turistas a visitar el Valle de los Caídos, muchos de ellos – especialmente los americanos– se quedan admirados y me dicen: No sabéis lo que tenéis aquí…
–Sí, sí, efectivamente. Bueno, Arnold Schwarzenegger se quedó absolutamente asombrado de aquello… Estamos hablando de la obra de mi padre, pero es que hay 93 artistas que han trabajado en el Valle. El arte que él hacía era una comunicación directa con el espectador. Si tú necesitas un manual de instrucciones para entender la obra de alguien, malo. Con las obras de mi padre, lo que te dice está ahí; es verdad. Pero claro, ahora estamos en el momento de la posverdad. Estamos en el momento en que todo, todo es relato. Ahí no hay relato; ahí hay una obra sincera.
–Su padre, además, tiene obras en todo el mundo…
–Curiosamente, su obra es más valorada en América que en Europa. Tiene obra en Washington, en Pensacola (donde esculpió a Bernardo de Gálvez, quien facilitó la victoria a los norteamericanos sobre los ingleses), en Puerto Rico, en México, en la República Dominicana (el monumento a la independencia), en Colombia, en Paraguay…