Titane fue una gran Palma de Oro, porque era una película imperfecta e irregular, amén de un ecléctico festival de cine de género repleto de imágenes impactantes, que rompía, precisamente con la idea un tanto polvorienta de la gran obra importante del autor consagrado. Hubiera estado mejor que ganara Annette, pero estábamos contentos con que lo hiciera una propuesta algo punki y pasada de vueltas.
Alpha vuelve a ser una película imperfecta e irregular, pero lastrada, en parte, por la densidad de un melodrama familiar que disuelve el poder de las imágenes en conversaciones de apartamento. Las víctimas de una misteriosa plaga transformadas en estatuas que, a su vez, se dispersan en polvo, y en general toda la poética del filme, remite a las primeras películas de Luc Besson y a los numerosos cómics de ciencia-ficción que se leían, precisamente, en los años 80, cuando afloró el sida, que en la película no se nombra, aunque Tahar Rahim, con 20 kilos menos, recuerda poderosamente a los yonquis que perdieron la vida entonces. No hace falta ser hater, ni fan, pero la película merece más de un visionado.
Título ‘Alpha’
