Frío, pero feliz y orgulloso, así vive el pueblo esloveno los éxitos de Tadej Pogačar

El azar quiso que viéramos la semana final del Tour de Francia en la tierra de Tadej Pogačar: Eslovenia, Ljubljana, su pueblo Komenda y alrededores.

Un territorio que se ha situado en el mapa mundial de los aficionados al ciclismo y al deporte en general, pues lo que este ciclista está logrando va mucho más allá de este deporte.

CCMM Valenciana

El Tour en el Velo Bar

Un sitio de culto, lo tienen claro. Han creado, no muy lejos del centro de la capital, un auténtico santuario del ciclismo, testimonio del excelente momento que vive el ciclismo esloveno.

No hay hueco sin llenar: todo es Tour de Francia, Giro de Italia y las grandes carreras ciclistas.

Carteles, muñequitos, maillots, cuadros, fotografías, posavasos, servilleteros… Un bar al más puro estilo flamenco

En el bar se comenta la jugada, se mira lo que sucede… pero no es hasta muy al final, cuando Pogačar logra descolgar a Vingegaard en el último tramo del Col de la Loze, que se oyen voces y aplausos en el bar, celebrando el tiempo que su líder le está sacando al danés.

Son fríos, a nuestra vista, pero ello no oculta su felicidad y orgullo por ver uno de los suyos convertido en celebridad mundial.

Por cierto que a la cita acudimos con Gorazd Penko, Cycling Club Rog, famoso mundialmente por no llevar a la pareja de la estrella a París 2024, lo trajo consigo la renuncia del mismo Tadej.

Más allá de escuchar su argumentación, que nos parece impecable, no sé si se arrepentirá el ciclista: dejar pasar el tren de los Juegos Olímpicos puede costar muy caro.

Tras la etapa, martes y jueves hay salida de amigos.

Mientras se le entrega el maillot amarillo a Pogačar en el podio, el grupo se pone en marcha: es una salida sprint de unas dos horas y unos 50 km.

En la primera parte se recorre la zona llana al sur Ljubljana, donde nos comentan que también hay muchísimos caminos para gravel.

Lo cierto es que salir de Ljubljana es sencillísimo y, en un abrir y cerrar de ojos, ya estás en el campo, en paisajes verdes y realmente preciosos y más frescos que en el Mediterráneo

La segunda parte es más tipo Lieja-Bastogne-Lieja, con densísimos bosques que apenas dejan pasar el sol y mantienen la carretera húmeda, casi como una mañana eterna.

Descensos que nos llevamos grabados en las costillas…

La despedida, como no puede ser de otra manera, se hace al ritmo de una cerveza en el corazón del Velo Bas.

No muy lejos del centro de la ciudad, pero antes de despedirnos nos recreamos con todos recuerdos de Roglič y Pogačar.

Su dueña, Petra, tiene un muro lleno de grandes hitos del ciclismo que ha escalado con su pareja, demostrando que este deporte aquí es más popular que antes del auge de las grandes estrellas eslovenas.

Ahora mismo están viviendo un sueño con Pogačar ganándolo absolutamente todo y situando al ciclismo en lo más alto.

Quizás es normal verlos así, algo distantes.

Al final, si lo piensas, está dando tantísimas victorias que las celebraciones se convierten en rutina.

En el centro de Ljubljana no hay muchas señales de que esta sea la tierra de “Tadej”, como sí sucede en su pueblo, Komenda. Es curioso un rincón, no muy lejos de la casa de sus padres, donde se relatan con detalle todos sus resultados de 2025: victorias y podios en grandísimas carreras.

No creáis que son muchas más las señales, una rotonda pintada de amarillo y rosa, algún caricatura, algún panel de publicidad y poco más.

La alegría es latente, pero no palpable, la experiencia de verles en su casa, en la tierra del campeón ha sido una enorme suerte, un privilegio que siempre agradeceremos a la Ljubljana Tourist Board.