El cielo nocturno de León se tiñó de un verde etéreo y destellos rosados la pasada madrugada, ofreciendo a los leoneses un espectáculo inusual que muchos describen como “mágico”. Aunque la visibilidad de ayer no fue buena, las mejores vistas se dieron hace dos días desde el Bierzo. Las auroras boreales, ese fenómeno lumínico típicamente reservado a los confines árticos, hicieron su aparición en esta región del noroeste español gracias a una intensa tormenta geomagnética desatada por el Sol. Residentes y visitantes capturaron imágenes y vídeos que rápidamente inundaron las redes sociales, convirtiendo la capital berciana en testigo de un evento astronómico excepcional. A continuación se observa la rotación de la Tierra a gran velocidad, en la que se pueden ver los efectos de la tormenta solar impactando contra el planeta y la generación de auroras boreales propias del Polo Norte que fueron grabadas esta semana en Trevinca, en el límite de León con Galicia, por Francisco Cerdán.
Las auroras, conocidas científicamente como aurora polaris, son danzas de luz producidas cuando partículas cargadas del Sol –principalmente protones y electrones– son expulsadas en forma de eyecciones de masa coronal (CME) y chocan contra la magnetosfera terrestre. Estas partículas quedan atrapadas por el campo magnético de la Tierra y se precipitan hacia los polos, donde colisionan con átomos de oxígeno y nitrógeno en la atmósfera superior. El oxígeno genera tonos verdes y rojos, mientras que el nitrógeno produce azules y púrpuras, creando las ondas y cortinas luminosas que tanto fascinan. En condiciones normales, este ballet celestial se limita a latitudes altas, como Escandinavia o Alaska, pero durante picos de actividad solar, como el actual ciclo de máximo solar 25 (que culmina en 2025), las auroras pueden extenderse miles de kilómetros hacia el ecuador.
El detonante de estas visiones en León fue una tormenta geomagnética de nivel G4 –clasificada como “severa” por la Agencia Espacial Europea (ESA)– que impactó la Tierra los días 11 y 12 de noviembre. Originada por múltiples llamaradas solares, la perturbación alteró temporalmente el campo magnético planetario, permitiendo que las auroras descendieran hasta el sur de Europa. En España, el fenómeno se avistó desde el norte, en lugares como Vallter (Pirineos), hasta el sur, con reportes en Andalucía y, sorprendentemente, en León, donde el cielo despejado favoreció las observaciones alrededor de la medianoche. Expertos de la ESA advierten de posibles interferencias en satélites y redes eléctricas, pero para los aficionados a la astronomía, es una oportunidad única.
No es la primera vez que España se asoma a este prodigio –en mayo de 2024 ya se vio en latitudes similares–, pero la intensidad de esta tormenta la sitúa entre las más notables de los últimos años.
Con el Sol aún en efervescencia, los astrónomos pronostican que el espectáculo podría repetirse en las próximas noches, siempre que las condiciones climáticas acompañen. Apaguen las luces y miren arriba: el norte ha bajado a visitarnos.