Olor a humo y ruido de petardos. Una lona llamando a la Intifada, con un futbolista ataviado con un pañuelo palestino en la cabeza, armado con una metralleta a la espalda y golpeando la cabeza de Israel Netanyahu como si fuese un balón de … fútbol desfila por el centro de Bilbao. Es la marcha hacia el partido entre Euskadi y Palestina convocada por la plataforma Palestinarekin Elkartasuna, apoyada por Gazte Koordinadora Sozialista (GKS) y Jardun, dos grupos disidentes de EH Bildu que este sábado han reunido a 20.000 personas en San Mamés, según cifras del Ayuntamiento.

El consistorio dirigido por el alcalde del PNV, Juan María Aburto, no da cifras —ni siquiera aproximadas— de la ‘kalejira’ (desfile en euskera) de las asociaciones Guernica-Palestina y Gure Esku, que también ha sido multitudinaria y contaba con el apoyo de EH Bildu. Arkaitz Rodríguez, líder de Sortu (partido heredero de Batasuna que dirige ‘de facto’ Bildu), había hecho un llamamiento a acudir «pacíficamente». «El partido de la solidaridad, los derechos humanos y del fin del genocidio», ha dicho hoy Ibon Meñika, exetarra que ejerce de portavoz de Guernica-Palestina y que tomó protagonismo en septiembre con las protestas organizadas ante la llegada de la Vuelta España al País Vasco.

Hasta ahí la intensidad de esta primera manifestación, con un ambiente más familiar. La segunda, que además de GKS y Jardun habían arropado diversos grupos ultras de equipos de fútbol y baloncesto del País Vasco y Navarra, ha llegado a San Mamés sobre las siete y media de la tarde. Envuelta en bengalas y detonaciones de petardos, aunque sin disturbios más allá de la quema de algún contenedor. También entre cánticos de «español el que no bote» y consignas a favor de los presos de ETA y con proclamas no solo por el «fin del genocidio», sino reclamando la «destrucción de Israel».

De hecho, ese ha sido el lema que podía leerse en la pancarta que ha desplegado GKS a las puertas del estadio, antes de que empezara el encuentro. Una convocatoria que había alertado a la Ertzaintza. El propio consejero de Seguridad, Bingen Zupiria, en el foco ante el aumento de la violencia callejera en la región, había advertido esta semana de la posibilidad de enfrentamientos. Algo que han criticado los responsables de la marcha, acusando a Zupiria de criminalizarles.

El partido, organizado por la Federación Vasca de Fútbol (FVF), tenía desde el principio un trasfondo más político que deportivo. Presidido en el palco por el lendakari Imanol Pradales, ha contado con amplia presencia institucional como la del presidente del PNV, Aitor Esteban, que ha pedido ser «insistentes» para lograr la oficialidad de la selección vasca: «Es una demanda mayoritaria de la sociedad vasca». Sin embargo, ha sido la izquierda aberzale lquien ha logrado capitalizar las movilizaciones, aunque dividida en dos.

Horas antes del encuentro, los alrededores de San Mamés ya estaban empapelados con diversa cartelería. Tanto de Jardun como de GKS, pero también de Ernai, las juventudes de EH Bildu, que rivalizan con GKS. Hasta el momento, estos últimos, brazo juvenil del Movimiento Socialista (MS), habían sido capaces de realizar actos con varios miles de personas. La cita de hoy, un escenario perfecto para la propaganda, llegaba después de varios meses de «éxito» debido a la atención mediática que han recibido al protagonizar diversos incidentes. Primero contra Falange en Vitoria y después contra la Policía Nacional en el acto de Vito Quiles en el campus de la Universidad de Navarra en Pamplona.

En el interior de San Mamés, donde se escuchaba la megafonía en árabe y lucía sobre el césped un trozo del Guernica de Picasso antes del pitido inicial, los más de 51.396 asistentes se han unido tanto al grito de «español el que no bote» como de «Palestina askatu (Palestina, libertad). Durante el encuentro, que se ha saldado con un 3-0 para los locales, se han escuchado petardos y han caído diversas bengalas al césped desde el lugar donde estaban ubicados los ultras, donde también se exhibía cartelería a favor de los presos de ETA. Lo primero ha provocado los pitos del resto del estadio.