Balears Cambio de Tercio volvió a lograr un imposible, movilizar a la afición y dirigirla hacia la verdad, el trapío y la raza.
Sin duda la afición demostró que se había hartado de que año tras año las plazas de la isla se convirtieran en un desfile de inválidos, en un suplicio para el buen aficionado; por suerte, con la llegada de Francisco D’Agostino esto está cambiando, ojalá apueste también por los novilleros de aquí que rebosan arte y ganas de torear. Tiempo al tiempo.
La corrida empezó con un abreplaza cárdeno claro, una estampa de animal, armonioso y bello, tras el primer rejón de castigo se vino arriba y recibió un segundo rejón derrochando clase, su falta de transmisión rompió el ritmo de la faena sin llegar a calar en los tendidos, marró con el primer rejón de muerte, dejando un segundo rejón certero, rodó sin puntilla el bravo de Adolfo Martín y saltó al ruedo el activista antitaurino Peter Janssen, más que conocido en los ruedos de la isla, patético. Fue detenido nada más saltar a la arena.
Entre el caos y el enfado de la afición, logró cortar una oreja.
En segundo lugar saldría por chiqueros un toro cárdeno de la ganadería de Partido de Resina, un pavo, con trapío y seriedad, no humilló en el saludo capotero pero demostró fijeza. Recibió tres puyazos, pero solo uno en toda regla, ya que el primero y tercero serían al relance llegando a derribar al caballo, empujó con verdad en el segundo.
El trasteo de muleta fue soberbio, comprendió Ferrera las dificultades y carencias que iba demostrando el bravo y echándose la muleta en la izquierda toreó al natural sacando el toro a los medios, pase a pase, natural a natural, logró enlazar tres derechazos de museo, despacio, arriesgando, mandando y toreando con verdad y valor. Tendía a embestir con la cara a media altura, protestando. Remató la faena con un molinete poniendo al público en pie. Dos pinchazos y una estocada baja lo privaron del triunfo. Silencio.
Haría de tercero un ejemplar de Fermín Bohórquez, con buenas hechuras y presencia. Saludó con el capote Borja Jiménez dejando su sello con unas verónicas templadas y cerrando por delantales. Dejó al toro largo para medirlo en el caballo, arrancándose con alegría, metiendo la cara abajo, dejó de nuevo el toro largo, volviéndose a arrancar con ritmo y fijeza.
Inició la faena el sevillano subido al estribo, pegado a tablas, toreando con elegancia por arriba, el toro embestía con prontitud y temple.
Lo intentó por el izquierdo sacando el toro a los medios, pero protestaba y se colaba por dentro, complicándose tras cada pase, volvió sobre el pitón derecho donde mostraba nobleza, profundidad y recorrido, cuajó una gran faena ligada. Con el toro y el público entregado, entró a matar pinchando una extraordinaria faena, rodó sin puntilla tras una estocada algo desprendida. Oreja de peso.
Con el cuarto llegaría la locura, Andy Cartagena, cabalgando con soltura, toreando a dos pistas al bravo de Fermín Bohórquez, un toro bajo, encastado y enclasado, con suavidad llevó el toro cosido a la montura con elegancia y temple, era un toro de triunfo, y Andy lo sabía. Midió los tiempos y remató la faena soltando las riendas y clavando las banderillas a dos manos, con la plaza entregada clavó en lo alto el rejón de muerte, dos orejas y rabo.
En quinto lugar se lidiaría un toro de Adolfo Martín, con tranco y metido en el capote de Ferrera arrancaría los aplausos de un coso que estaba viviendo una tarde de ensueño. Un puyazo bien señalado sería suficiente para este toro que acusaba su falta de fuerza y mansedumbre desde su salida de chiqueros. Clavó dos pares de banderillas el extremeño demostrando compromiso y entrega.
Tras los primeros muletazos el toro miró a tablas y se rajó, Ferrera, tirando de galones cuajó una faena extraordinaria al de Adolfo. Toreó en la querencia, dando espacio y ligando al natural, logró templar las embestidas cargadas de mansedumbre. Una estocada antológica que la afición mallorquina no olvidará jamás le valieron las dos orejas y el rabo.
Con el sexto llegaría el éxtasis, la cumbre del toreo, recibía Borja Jiménez al de Fuente Ymbro con una larga cambiada pegado a tablas, el toro derrochaba clase y entrega, era el toro que todos sueñan torear, dos puyazos en lo alto y una excelente labor en banderillas daban paso a una faena para el recuerdo. Citaba el sevillano en los medios al bravo y con un pase cambiado por la espalda seguido de dos derechazos de museo inició la faena. Con la zurda dibujó suaves naturales sobre la arena, tras dos intensas tandas; sobre el derecho sentó cátedra de toreo caro, siempre con suavidad, el toro era una joya, Impecable de nombre, herrado con número 25, haciendo surcos con el hocico sobre la arena, dibujando la historia, demostrando el momento que está viviendo Borja Jiménez.
El toro siempre quería más y Borja se inventó una faena histórica siempre al natural, por ambos pitones y en los medios; los tendidos eran un mar de pañuelos blancos pidiendo el indulto de un toro que pasará a la historia.
Asomó el pañuelo naranja por el palco y mientras el público estallaba en gritos de «torero, torero», Borja seguía toreando, saboreando cada embestida que le regalaba el animal. Dos orejas y rabo simbólicos.