El Centro de Arte Hortensia Herrero (CAHH) celebró el martes sus dos años de vida. ¿Qué balance hace de este tiempo?

Ha sido una sorpresa la recepción tanto por parte del público como de los medios de comunicación. Desde el primer momento la ciudad se volcó con el centro. De esta manera se han podido conseguir en dos años 400.000 visitantes. Pero sobre todo vemos que la ciudad ha hecho del CAHH algo propio. La gente de València viene y repite, trae a familia y amigos, también hay reuniones de empresas. Pensamos que eso sería el primer año, el llamado ‘efecto de descorche’ y que luego bajaría, pero se ha mantenido. No pisamos a nadie, somos modelos distintos y estamos muy contentos de esa aceptación.

Usted viaja mucho y reside fuera. ¿Cómo ven desde fuera el CAHH?

Mucha gente se sorprende. Se lo presenté a Santiago Calatrava y dijo que València tenía que estar muy orgullosa de tener esto. Coleccionistas internacionales de primer nivel no se esperan algo así: ver obras a medida para el centro, el nivel en general de los artistas escogidos,… Nos preguntan cómo hemos convencido a los artistas y la realidad es que, aunque son gente con agendas muy complicadas, se han implicado. La implicación del artista es fundamental en un museo. Hay museos que tiene grandes nombres de la Historia del Arte, pero no hay una conexión entre esas obras y la familia o el centro de arte.

«Compartir la colección con el público es un salto importante»

El CAHH ha cumplido solo dos años pero ya es visita cultural indispensable en València. ¿Podemos hablar ya de consolidación?

Diría que sí porque se dan dos aspectos: el centro y la colección. El público y las instituciones nos conocen, estamos en el circuito, nos piden prestadas obras para otras exposiciones. Es importante la figura de Hortensia Herrero, única coleccionista de arte española en la lista internacional Top 200 Collectors solo dos años después de haber abierto un museo. Abrir la persiana tiene un coste. Puedes comprar una colección, que es una buena inversión porque muchas horas se revalorizan, pero la tienes en tu casa o en un almacén. Sin embargo, abrir y querer compartir esas obras con el público es un salto importante. En Londres, por ejemplo, una ciudad capital del arte, no hay un coleccionista privado que haya abierto un edificio con su colección privada. A veces no valoramos bien el calibre de lo que tenemos.

Para celebrar estos dos años ha anunciado la primera exposición temporal que hará el CAHH. Será en abril con una decena de obras monumentales de Anselm Kiefer. ¿Habrá espacio para la colección permanente y para otro para temporales?

Ese es un poco el esquema de la mayoría de museos, que respetamos completamente, pero aquí será diferente. Nos gusta hacer las cosas de otra manera, al estilo que le gusta a Hortensia Herrero porque la clave de este centro es la colección -el corazón de todo- y la coleccionista. Hay otros museos, sobre todo públicos, que tienen una colección de miles de piezas que están en un almacén. Aquí se ha preferido tener menos pero dar mayor empaque, con gran calidad y que se puedan ver de manera regular.

¿Cómo puede seguir creciendo el centro? ¿Cuál es el reto?

Hay que ir dando novedades de distintas formas, como puede ser la exposición temporal de Kiefer. También podemos mostrar en el futuro una nueva presentación de la colección porque Hortensia Herrero sigue activa y continúa comprando. Hay ciertas obras que vamos guardando pero que en un momento dado habrá que presentar. La idea es que el visitante local tenga un nuevo motivo para venir y seguir consolidando la imagen internacional. Aquí hacemos el esfuerzo para que siempre haya parte de la colección, que tiene unas 300 obras. Se exponen las 100 más importantes.

En unos años, entonces, se podrá ver un museo ligeramente diferente al que se inauguró.

Se pueden ir mostrando piezas que iremos incorporando a la colección pero, por ejemplo, será muy difícil que desmontemos algunas piezas de Kiefer por sus dimensiones. La idea es que se vaya renovando la colección que se muestra pero siempre habrá obras fijas como los ‘site specific‘, los Kiefer o la obra de Hockney, que tiene mucho éxito.

El momento de las temporales

¿Por qué la decisión de abrirse ahora las exposiciones temporales?

Cuando abres un centro vas viendo un crecimiento orgánico. Al comprar el palacio vimos que no íbamos a poder poner obra de forma clásica y llegamos a la conclusión de que no podíamos dedicar una sala temporal porque no hay un espacio muy grande. Además, ha sido ahora cuando Hortensia Herrero ha visto el momento. Pensó que había que dejar un tiempo para que la gente viera el centro y su colección. Cuando pase la exposición de Kiefer veremos si ha tenido éxito. Hortensia Herrero es muy de escuchar a la gente, de tomar el pulso al visitante, no tanto al crítico de arte o al gran experto. Escucha al que viene de aquí, al que pasa por la calle y hace el esfuerzo de comprar una entrada. La idea es tener siempre líneas abiertas para hacer cosas.

«Hortensia Herrero es muy de escuchar al visitante, al que hace el esfuerzo de comprar una entrada; no tanto al crítico de arte o al gran experto»

¿Y por qué Kiefer?

A Hortensia Herrero le gusta mucho Kiefer, por eso tiene estas tres grandes obras expuestas [en la colección tiene una cuarta]. ‘Las flores del mal’ la compró cuando ni había comprado el palacio. Para la obra ‘Walhalla’ tuvimos que preguntar al arquitecto si cabía. Además, el artista quería saber con qué otras obras iba a estar expuesto y así llegó el tercer Kiefer. Es un artista que siempre le ha gustado, siempre ha estado presente en la colección. Kiefer es actualmente uno de los artistas más importantes del panorama internacional y aquí nos hemos siempre destacado por la calidad de nuestra oferta artística y por traer el mejor arte internacional a València.

Me ha llamado la atención que Kiefer quisiera saber con quién se iba a exponer su obra. La labor de un comisario y asesor es también, de alguna manera, la de un diplomático.

Tú lo has dicho. A veces, es una cuestión también de gestión de egos porque hay que convencerles. Los artistas valoran si su obra va a ir a un centro de arte o se va a quedar en el comedor de una casa. Cuando vas con un proyecto serio como este entras con mejor pie que si vas con un coleccionista que compra una obra para su casa.

Otra faceta importante del comisario y asesor es adecuar el discurso a la audiencia.

Las cosas hay que hacerlas accesibles al público. Hemos hecho un esfuerzo por romper barreras, que el arte no se vea como algo elitista solo para iniciados. Queremos ser un centro muy accesible desde los textos que están en las paredes hasta el catálogo.

No sé si me puede contra alguna nueva compra del CAHH.

Te puedo contar un banco de Jean Dubuffet fantástico, que Hortensia Herrero compró en la feria de arte de Miami. Tenemos que pensar aún dónde lo ubicaremos. Es un banco para sentarse y obra de arte.

Banco de Jean Dubuffet, adquirido por Hortensia Herrero.

Banco de Jean Dubuffet, adquirido por Hortensia Herrero. / Jean Dubuffet/Artists Rights Society (ARS), New York/ADAGP, Paris

El proyecto del Espai Valdés

Tengo que preguntarle por el futuro Espai Valdés en el Parc Central, dedicado al artista valenciano Manolo Valdés, y en el que también se ha implicado para que sea una realidad. ¿Cómo surgió?

Fue un poco de casualidad. Me preguntaron desde el ayuntamiento porque estaban en fase de pensar qué hacer con esa nave después de renunciar a ella el IVAM [iba a ser una subsede del centro de arte moderno]. Lo primero que me preguntaron fue si Hortensia Herrero quería hacerse cargo de ella, pero les dije que no encajaba en el proyecto; después, que qué creía yo que se podía hacer allí. La primera cuestión era saber qué presupuesto había, que era poco. Hay modelos de traer marcas de museos internacionales que cuestan mucho dinero. Les planteé que hicieran su propia programación y les eché una mano con contactos. Desde mi punto de vista, un buen comisario es el que tiene una buena agenda.

Molins, junto a la alcaldesa María José Catalá, en el estudio de Manolo Valdés en Madrid.

Molins, junto a la alcaldesa María José Catalá, en el estudio de Manolo Valdés en Madrid. / L-EMV

Y ahí surgió el nombre de Manolo Valdés.

Les sugerí que podían hablar con un artista de reconocido prestigio vinculado a València y pensé en Manolo Valdés. También te digo que lo conozco bien y no es muy dado a museos monográficos, así que pensé que diría que no. Le expliqué que al ayuntamiento le gustaría tener su obra en un espacio que está muy bien porque se presta a albergar sus esculturas monumentales. Manolo accedió con gran generosidad a un comodato de unas 30 esculturas. Manolo me llamó para hablarme del monolito de 20 metros que va a hacer, que va a quedar muy bien, y hasta está pensando hacer uno parecido en Miami. También me contó que la idea es iluminarlo por la noche como si fuera un faro.

Entonces, ¿le hizo ilusión el proyecto?

Me dijo que este proyecto le pillaba con 83 años y en un momento en que pensaba más en el legado que en otra cosa. Siempre que hablo con él me habla de este proyecto para València. Está muy ilusionado.

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