El folclore no se me quita ni en pijama ni haciendo la compra», dice Laura Gallego. Tampoco haciendo entrevistas: mientras que el espíritu de Lola … Flores, su gran referente, sobrevuela la charla, la artista despliega gracia y poderío, canta un poquito y recuerda cuando, con 16 años, ganó ‘Se llama copla’, el concurso de Canal Sur. Desde entonces no ha dejado de hacer televisión y de subirse a los escenarios, reivindicando la copla al cantar por Marifé de Triana o Rocío Jurado y atreviéndose a fusionar el género con jazz, tecno o tango. Esa mezcla articula su espectáculo ‘La última folclórica’, que llegará el 21 de noviembre al Palacio de Congresos de La Línea de la Concepción y el 27 de noviembre al Teatro Campos Elíseos de Bilbao, últimas fechas del año de una gira que reanudará en enero. «Quien entra a verlo sale con carné de folclórica, porque todos llevamos una dentro, por muy señor de traje que seas».
-¿Con qué folclórica se tomaría el vermú del domingo?
-Sin duda alguna, con Lola Flores. Es la que más me ha impactado.
-Lola decía aquello de «Cuando yo digo las mentiras, las convierto en verdad». ¿Es usted muy mentirosa?
-No, no lo soy. Pero, como buena folclórica, soy muy exagerada y muy dramática, todo elevado a la máxima potencia.
-Empezó en ‘Se llama copla’, el programa de Canal Sur.
-Fue algo muy accidental. Yo no había cantado nunca, es que ni se me había pasado por la cabeza, pero, como nací folclórica, siempre he sido muy echá p’alante. Yo era la que animaba a todo el mundo a cantar y a bailar en las fiestas, pero nada más allá de «ali, ali, ali se la llevó» (canta). Luego apareció ‘Se llama copla’, una especie de ‘Operación triunfo’ andaluz que fue un fenómeno de masas, y la gente se volvió loca. Mi madre dejaba de cenar, de salir, para ver el concurso.
-Y un día la llaman por teléfono.
-Para decirme que tenía que ir a un ‘casting’, sí. «Mira, yo no tengo ningún ‘casting’, se ha confundido», le digo. Y viene mi madre por detrás y me dice: «Dile que sí, que ahora te lo explico».
-¿La había apuntado su madre?
-Sí, para ver cómo podían acercarse un poco al concurso. Fíjate hasta dónde llegaba el fanatismo de mi entorno. Total, que me aprendí un estribillo de ‘Limosna de amores’, la primera copla que me salió en YouTube porque yo no conocía ninguna. Después de ese ‘casting’ vinieron más, y entré en el concurso. Todos los sábados quería venirme porque yo no entendía qué hacía allí, pero, como duró casi 11 meses, me dio tiempo a cogerle el gustillo y a irme enamorando de la copla.
-Ganó el concurso con 16 años. Tuvo que ser tremendo.
-Claro, cualquiera hubiera perdido los papeles y la salud mental.
-¿No le pasó a usted?
-A mí no, porque ya te digo que nací folclórica. Además, como mi madre tiene una peluquería y mi padre un supermercado, siempre he estado rodeada de gente más mayor, y eso me dio otro tipo de madurez. Y mi familia siempre me ha mantenido con los pies en el suelo.
-¿Qué suena en su Spotify?
-Pues lo mismo Carmen Sevilla que Adele o Amy Winehouse, o me saltan Parrita o El Lebrijano. O, de repente, Rigoberta Bandini. Mira, yo defiendo la copla desde la perspectiva de alguien que ama la música: si te gusta la música, independientemente del género, seguro que te gusta la copla, porque se adapta a todo.
-Se autodenomina ‘la última folclórica’, pero hay más gente que canta copla.
-Sí, por eso no digo que soy la única folclórica, sino la última, porque, aunque hay más gente cantando copla, no la hay de mi edad ni más joven. Con el nombre del espectáculo pretendo hacer un llamamiento a reivindicar la continuidad de un género que está un poco en peligro de extinción.
-En su espectáculo mezcla la copla con otros géneros. ¿Cómo lo llevan los puristas?
-Cuando Camarón hizo ‘La leyenda del tiempo’ le llovieron palos. Luego ya se dieron cuenta de que el flamenco necesitaba evolucionar para no anclarse al pasado. Yo lo único que quiero es que las nuevas generaciones entiendan que no hace falta ser mayor para dedicarte a esto o para consumirlo, que no asocien la copla con el olor a naftalina. La copla se adapta a todo, y en ‘La última folclórica’ escuchas una copla con sones jazzísticos, o mezclada con tango argentino, o con flamenco. Yo pretendo conservar la esencia de la copla, pero extrapolándola a la época en que vivimos para que la gente entienda que la copla es libre y que le cabe a todo el mundo.
-¿Ha sufrido tanto por amor como en las canciones?
-Mira, querida: para que te den el carné de folclórica te tiene que haber pasado de todo, así que yo he hecho todo lo que una folclórica completa tiene que hacer: me he enamorado, me he desenamorado, me he casado, me he separado, me he vuelto a enamorar. Y, como diría Lola, «¿quién no se ha dado un pipazo con una amiga?». Pues también.