Lunes, 17 de noviembre 2025, 00:05

Es el ‘maître’ más famoso de la pequeña pantalla. El presentador Carlos Sobera (Baracaldo, Vizcaya, 65 años) conduce ‘First Dates’ en Cuatro todas las noches, en las que ayuda a otros a buscar el amor o compañía en tiempos donde cada vez más gente se siente sola.

–El programa cumple en primavera diez años y parece que no se desgasta.

–A pesar de la competencia, sí. Nuestro peor enemigo sigue siendo Telecinco, porque ofrece ‘La isla de las tentaciones’, ‘Gran hermano’ y ‘Supervivientes’. Y esos tres programas nos hacen más daño que ‘El hormiguero’ y ‘La revuelta’. Pero pese a la llegada de la nueva competencia, ‘First Dates’ se mantiene muy en la línea de los últimos años. Hay que estar muy contento, la verdad. El programa se ha hecho un un hueco y hay mucha gente que opta por nuestro formato.

–¿Cuál es la clave?

–Para mí, el gran secreto es que hay una selección de concursantes o de participantes excelsa, diría yo. Es la excelencia pura y dura, un trabajo extraordinario que hace este equipo. Escogen gente de tal magnitud, de tal frescura y de tal autenticidad que todavía me preguntan en la calle, diez años después, si son actores. Que yo lo flipo. ¿Pero tú de verdad has visto un actor, y mira que los hay buenos, capaz de hacer estos papeles? Hay un retrato sociológico del país de una magnitud enorme. Y esa frescura diez años después se sigue manteniendo porque la gente que viene sigue siendo fresca gracias al trabajo que hace aquí el equipo de ‘First Dates’.

El salto a Telecinco

–¿Le gustó la experiencia de saltar a Telecinco en verano?

–A mí me gustaron todas las experiencias (risas). Cuando se toma la decisión de pasar el programa a Telecinco es en un momento muy determinado por echar una mano también a las cifras de audiencia. Podría no haber funcionado, funcionó. Esto viene a demostrar que el público, que es fiel al formato, lo va seguir. Pero claro, fue como desvestir a un santo, porque dejas un hueco en Cuatro que tampoco sabes cómo cubrir. Y luego en Telecinco, habría que reformatear el formato, porque la duración del ‘access’ es diferente o la carga publicitaria también es distinta. Fue una época bonita de dos meses que aguantó muy bien, llegó a hacer doble dígito varios días, pero creo que la decisión de volver a Cuatro fue acertada.

–¿Cómo llegó a presentar ‘First Dates’? Era algo muy diferente a lo que había hecho hasta el momento.

–No fue un proceso de selección, fue un proceso de confirmación más bien. Querían que lo hiciera yo, pero siempre estaba la duda porque me asociaban con concursos. Yo ya he presentado de todo, pero siempre hay alguien que puede tener una pequeña duda, yo lo entiendo. El caso es que me pidieron hacer una pequeña prueba, y yo desde el primer día me sentí como pez en el agua. En el sentido de que no me costaba nada, ni coger la chaqueta de un invitado y colgarla, ni preguntarle cosas íntimas. Y a raíz de eso, pues se convencieron de que era adecuado para hacer de ‘maître’, y ya llevo diez años colgando la ropa de todo el mundo.

–¿No le tuvo que convencer Paolo Vasile?

–No, Vasile dijo: «A verlo, Carlos». Siempre tuvo una confianza en mí extraordinaria, disfrutó mucho de ese primer programa de ‘First Dates’. Tenía una clarividencia bastante importante con los programas, solía acertar y apostó por este y no se equivocó. Él y todo su equipo.

–¿Se atrevería a hacer una radiografía del estado del amor en nuestro país?

–Si atiendo a los testimonios que vienen, el asunto está chungo, amigos (risas). No, es verdad, está complicado, pero las quejas van en ambos sentidos. Ellas se quejan de que ellos no quieren compromiso; ellos se quejan de que ellas no quieren compromiso. O sea, nadie quiere compromiso. Todo el mundo quiere el ‘aquí te pillo, aquí te mato’. Esto me hubiera gustado a mí en mi época cuando era joven. Me hubiera divertido un rato (risas). No he tenido la oportunidad, ahora por lo visto todo el mundo es así. Y luego la gente mayor también te da el ejemplo de que esto ha cambiado mucho, porque ahora buscan pareja pero para jugar a los bolos, o para ir a la playa, o pasar un fin de semana. No quieren convivir. Todo esto lo aclaran desde el principio: «Convivir, no. Cada uno en su casa». Nos hemos vuelto bastante egocéntricos, muy egoístas. Cuanto más solos estamos, más acostumbrados estamos a nosotros mismos, y nos cuesta mucho abrirnos a gente nueva, compartir y ceder. No entendemos ya ese lenguaje. Y esto está a la orden del día.

–También se habla de la epidemia de la soledad. ¿Nota en su programa que acuden invitados que se sienten muy solos?

–Sí, sobre todo la gente mayor. Te diría que a partir de los 50 años, no solamente los de 80. Y a partir de los 50, cuando alguien se queda soltero mucho tiempo sin quererlo y se ve obligado a vivir solo, se resiente. Me imagino que en su vida privada acuden a Tinder o a soluciones diversas, y esta solución les parece también buena para intentar encontrar. Esta es otra cosa que el programa ha conseguido: que ha trascendido lo que es puramente televisivo y se ha convertido en un lugar de confianza para la gente. O sea, hay mucha gente que viene de verdad a ver si le encontramos a esa pareja que ellos no son capaces de encontrar.

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