Ricardo Ugarte (Pasaia 1942) es el último superviviente de la Escuela Vasca de Escultura, que tuvo como referentes también a Chillida, Basterretxea, Mendiburu y Oteiza. … Escultor, pintor, grabador, fotógrafo y escritor, nacido en Pasaia en 1942, tuvo un claro compromiso antifranquista en un contexto de fuerte recuperación y vitalidad cultural. La noticia de la muerte de Francisco Franco el 20 de noviembre de 1975 llegó a Ugarte mientras trabajaba en su taller de Mendia y Murua en la calle San Francisco, en el barrio de Gros, en San Sebastián, una zona que siente próxima, que por algo vivió durante años en la calle Bermin-gham. En ese momento, el artista se encontraba dando forma a su escultura ‘Las raíces del cielo’, actualmente ubicada en los jardines de la Ciudadela de Pamplona. A través de la radio de la oficina que daba a los talleres, Ugarte se enteró de la desaparición del dictador. Su reacción fue de «gran alegría», una emoción que reflejaba la liberación de un país que llevaba décadas bajo el yugo de la dictadura. «Éramos hijos de la postguerra, queríamos la libertad porque amábamos la vida», confiesa delante de ‘La estela’, la escultura que inauguró en 1970 en la plaza del Centenario de Donostia.

La muerte de Franco pilló a este joven de 25 años, que vivía en la falda de Ulía, en pleno corazón de su trabajo como escultor. El deceso del dictador marcaba sin duda el fin de una era de sufrimiento y opresión, y la apertura de una nueva etapa plena de esperanza para él que era, y lo reivindica, ‘un niño de la postguerra’. Aunque, como bien recuerda, la Transición a la democracia no fue un proceso inmediato ni tampoco exento de dificultades, Ugarte confiaba en que la dictadura tocaba a su fin y que la llegada de la democracia era una posibilidad real. Su vivencia de aquellos años en el barrio de Gros y su recuerdo de las clases en el colegio del Corazón de María, donde los frailes claretianos del régimen les hacían cantar el ‘Cara al sol’ en medio del patio, reflejan el contraste entre la represión del pasado y la ilusión de un futuro más libre. «Eso sí que era bullying, pero de arriba hacia abajo, que menudas hostias nos daban aquellos curas fachas», apostilla.

Antifranquismo

«Sabíamos quién era el secreta que iba a las conferencias antifranquistas porque se quedaba dormido»

Ugarte habla con convicción sobre la esperanza y la ilusión que surgieron con la llegada de la democracia. En su análisis, la transición representó una oportunidad para un cambio real, tanto en el ámbito político como cultural. La libertad recién conquistada ofreció un espacio para el florecimiento de nuevas ideas y proyectos artísticos. Este optimismo era compartido por muchos, y se palpaba en el ambiente de la época. La juventud de esos años soñaba con un futuro de libertades y derechos, donde la censura y la represión quedaran atrás.

Cincuenta años después de la muerte de Franco, Ugarte observa con preocupación la resurgencia de ideologías ultraderechistas, especialmente entre los jóvenes. Para él, la razón de este fenómeno se encuentra en la «adicción» de los jóvenes a las tecnologías y las redes sociales, que se han convertido en su principal fuente de información. Esta dependencia, según el artista, ha «anestesiado» su capacidad de análisis crítico, lo que los hace más susceptibles a ser manipulados por discursos de extrema derecha. Ugarte lamenta la falta de formación cultural y humanista de las nuevas generaciones, que parecen desconocer el valor de las libertades conquistadas con tanto esfuerzo y tanto tesón.

El futuro

«Los jóvenes han nacido con los móviles en la mano y al alcance de las redes, no saben nada de falta de libertades»

«Los jóvenes han nacido en democracia, y con un móvil en la mano no saben nada de la falta de libertades», señala Ugarte, reflejando un descontento ante la superficialidad de la información que consumen y su desconexión con los valores democráticos. Para él, estos jóvenes están siendo considerados «meros consumidores de pensamiento basura e ideologías antidemocráticas», una situación que pone en riesgo los avances conseguidos durante las últimas décadas.

Ugarte, como testigo de una época de grandes cambios, no solo es un artista de relieve, sino también un pensador que reflexiona profundamente sobre los dilemas actuales de la sociedad. Su vivencia directa del franquismo, su contribución a la vanguardia artística y su observación crítica sobre los tiempos modernos ofrecen una perspectiva única sobre la importancia de la libertad, la cultura y el compromiso político. Mientras la sombra de la ultraderecha parece resurgir, Ugarte nos recuerda la necesidad de preservar los valores democráticos y de seguir luchando.

Vanguardia cultural

Ugarte recuerda la dinámica cultural de vanguardia en el final de la dictadura como muy intensa. «Un ejemplo de aquellos tiempos era que en la asociación artística en la que yo era directivo, se celebraba conferencias, antes de las cuales había que enviar el texto al Gobierno Civil, el cual aprobaba o no, que se realizara la conferencia. Eso no eliminaba la circunstancia de que siempre mandaban un policía secreta a la sala. Éste enseguida era reconocido por su aspecto físico y atuendo. Y sucedía que al poco de comenzar la conferencia, aburrido, se dormía, entonces aprovechábamos y hablábamos libremente de lo que queríamos».

Ugarte resalta el espíritu de compañerismo. «No había casas de cultura pero eso no impedía que se celebraran exposiciones por todos los pueblos de la provincia. Teníamos una inquietud de conocimiento cultural muy grande. La cultura era la válvula de escape de un compromiso que brotaba a raudales».