Dos reuniones esta pasada semana sirvieron para que la cúpula militar de EE.UU. informara a Donald Trump de las opciones que tiene ahora, en el momento decisivo, ante Venezuela. El presidente ha mantenido conversaciones en su mansión de Mar-a-Lago, en … Florida, para tomar una decisión. La presión militar acumulada en el Caribe, el cerco diplomático a Nicolás Maduro y el despliegue militar sin precedentes han convergido en este punto. Es ahora cuando Trump debe decidir si convierte esa demostración de fuerza, toda la maquinaria movilizada –portaviones, cazas, agencias de inteligencia y aliados regionales– en una orden de actuar.
Capturar a Maduro
La opción más agresiva, según fuentes conocedoras de esas conversaciones, contempla una acción directa contra Maduro. En los documentos internos aparece descrita como la vía rápida, aunque nadie ignora sus riesgos. Incluye ataques selectivos en territorio venezolano, operaciones de captura conducidas por unidades de élite y la posibilidad de eliminar físicamente al líder chavista o a su círculo inmediato. Para ello, EE.UU. ha preparado un plan para el despliegue discreto de un destacamento de la Fuerza Delta, cuerpo muy reducido, secreto y especializado en misiones de rescate de rehenes, contraterrorismo, operaciones encubiertas y acciones de alta precisión en territorio hostil.
El argumento jurídico es conocido: Maduro está acusado de narcotráfico en tribunales federales y dirige, según Washington, un narcoestado que opera en alianza con cárteles mexicanos y colombianos. En esta hipótesis, EE.UU. actuaría en «autodefensa colectiva» en beneficio de Colombia y México, y usaría el dispositivo ya desplegado en el Caribe para ejecutar acciones de castigo. Es el escenario más drástico, y también el más incierto.
Golpes de precisión
Por debajo está la opción de los ataques limitados dentro de Venezuela. Serían golpes de precisión contra infraestructuras militares, depósitos de droga o instalaciones del Estado que Washington considera parte de la cadena del narcotráfico. Aquí no habría invasión terrestre ni presencia prolongada, sino incursiones acotadas, puntuales y diseñadas para aumentar aun más la presión interna sobre el régimen.

El régimen de Maduro lleva meses impartiendo formación militar a los civiles debido a la presión de EE.UU.
El objetivo sería erosionar la cohesión del círculo de Maduro, provocar deserciones y enviar un mensaje de vulnerabilidad sin cruzar la línea de una guerra abierta. En esta variante también entran operaciones encubiertas de la CIA y misiones de fuerzas especiales para actuaciones específicas, según unos planes que ha publicado recientemente el diario ‘The New York Times’.
Seguir con las lanchas
La tercera vía, según esas fuentes, es la de la presión extrema sin ataques en tierra. Es la que Trump ha utilizado en estos primeros meses: hundimiento de lanchas, patrullas visibles de bombarderos, maniobras con aliados regionales y multiplicación de recompensas judiciales. Es una opción diseñada para intimidar, provocar tensión dentro de la estructura interna del chavismo y mantener una sensación de asedio permanente.

Un militar venezolano participa en el despliegue de defensa «Plan Independencia 200»
REUTERS
La Casa Blanca confía en que un despliegue de esta magnitud –15.000 militares, un portaviones operativo, cazas F-35 en Puerto Rico– pueda desencadenar fracturas, negociaciones discretas o incluso una salida pactada sin necesidad de usar la fuerza en territorio venezolano.
Desde el 2 de septiembre, ha habido 21 ataques contra lanchas sospechosas de narcotráfico en el Caribe y el Pacífico oriental, con al menos 80 muertos. La frecuencia pasó de un ritmo semanal a una cadencia casi diaria a finales de octubre, en paralelo al despliegue naval estadounidense en la zona.
Negociar
La opción menos improbable es la salida negociada. Parte de una idea simple: facilitar el exilio de Maduro y su entorno a un país dispuesto a recibirlos –se llegó a barajar Turquía, Rusia, Azerbaiyán o Cuba– como vía para evitar un conflicto mayor.
Fuentes del Consejo de Seguridad Nacional confirmaron a ABC que intermediarios de la dictadura ofrecieron negociar sobre un posible cambio en la cúpula, además de concesiones que estarían dispuestos a hacer en el Ejército venezolano. De momento, tanto Trump como su jefe diplomático se han negado a barajar una sustitución por actuales jerarcas del régimen, como los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez.

Los ‘colectivos’, las organizaciones paramilitares del chavismo, también han participado en ejercicios militares
efe
Los demócratas sí han insistido en que prefieren la negociación, y lo han hecho intentando aprobar resoluciones para prohibirle a Trump el uso de la fuerza. Prefieren hablar de desmontar el sistema represivo, estabilizar la economía con ayuda del FMI y el Banco Mundial, reorganizar la industria petrolera y apoyar un gobierno de transición. Es el camino más largo y complejo, pero también el que reduciría el coste militar para EE.UU.
Sin incluir a demócratas
Pero Trump es consciente, como lo son sus asesores, de que la Casa Blanca de Joe Biden ya negoció con Maduro y le ofreció todo tipo de concesiones, como la liberación de su testaferro o la reanudación de las licencias petrolíferas, para al final ver como se perpetuaba en el poder con un fraude electoral, manteniendo la estructura de narcotráfico continental.
A diferencia de en su primer mandato, Trump ha unido a su gabinete en torno a esta campaña de presión, y ha decidido no contar con la oposición. De este modo, según una fuente conocedora de las deliberaciones, espera poder apuntarse él con los republicanos el tanto de haber acabado con la dictadura en Venezuela.