Hay una parte de la decoración que va mucho más allá de elegir materiales o distribuir muebles: consiste en entender cómo evolucionan las casas y cómo cambian las formas de habitarlas. Lo que ayer era tendencia, hoy puede parecer excesivo; lo que antes se consideraba moderno, ahora puede resultar artificioso. Y en medio de esa transformación constante, hay profesionales capaces de leer los interiores con una mirada crítica, honesta y profundamente contemporánea.
Patricio Ballesty Ribó, del estudio Vísteme de Espacio, pertenece a esa nueva generación de interioristas que interpretan la vivienda desde la naturalidad y la autenticidad. Sus proyectos, reconocibles por la calma y personalidad que transmiten, parten de una premisa sencilla: dejar atrás lo superfluo para recuperar la esencia.
En esta conversación, el interiorista analiza con claridad qué elementos han dejado de tener sentido en las casas actuales, cómo han evolucionado algunos espacios como los baños, qué materiales ya no funcionan y hacia dónde se dirigen las viviendas del futuro. Una reflexión que va más allá de la estética y que invita a repensar cómo queremos vivir.
Elementos que ya no tienen cabida en las casas actuales, con el interiorista Patricio Ballesty

Foto: Fotografía: María Pujol | Arquitectura e interiorismo: Patricio Ballesty Ribó
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¿Hay elementos que eran muy comunes en las casas y que ya no incluyes en tus proyectos?
Sí, sin duda. Hace unos años era muy habitual encontrar falsos techos recargados, molduras ornamentales o suelos brillantes, incluso en espacios contemporáneos. Hoy la gente busca algo más honesto y natural, materiales que respiren y transmitan calma. También hemos dejado atrás la compartimentación excesiva: los tabiques que separaban cada estancia han dado paso a espacios más abiertos, flexibles y luminosos.
En el baño, ¿sigues apostando por mamparas tradicionales o prefieres otras soluciones más actuales?
Cada vez intentamos que el baño se perciba como una extensión del resto de la vivienda, no como un espacio técnico aislado. Las mamparas tradicionales con perfiles cromados han ido desapareciendo. Preferimos soluciones más ligeras: vidrio sin marco, divisiones en obra o incluso duchas abiertas cuando el espacio lo permite. Buscamos continuidad visual y una sensación más spa, más relajada.

Foto: Fotografía: María Pujol | Arquitectura e interiorismo: Patricio Ballesty Ribó
¿Qué otros materiales o detalles consideras que han quedado obsoletos y no volverías a usar?
Hay materiales que envejecen mal, tanto estética como emocionalmente. El mármol brillante, los laminados imitación madera o los metales dorados excesivos ya no encajan con la manera actual de habitar. También hemos dejado de usar azulejos pequeños y juntas muy marcadas, que visualmente recargan el espacio. Ahora priorizamos texturas naturales (piedras mates, microcemento, madera sin tratar) que envejecen con dignidad.
¿Hay algún recurso decorativo que antes utilizabas y que ahora ya nunca recomendarías?
Quizá los “falsos efectos”: papeles pintados que imitan materiales, luces indirectas con colores artificiales o mobiliario de líneas forzadas. Antes podían parecer una forma de “modernizar”, pero hoy el lujo está en lo auténtico. En que las cosas sean lo que parecen.
¿Qué alternativas contemporáneas propones para sustituir esos elementos que ya no funcionan?
Nos movemos hacia soluciones más sinceras y sostenibles. Materiales naturales, muebles hechos a medida, iluminación cálida y puntual, y una paleta de tonos neutros que permita respirar. En lugar de decorar, preferimos “equilibrar”: dar protagonismo a la luz, a la textura y a los vacíos. En Barcelona, donde la luz cambia tanto a lo largo del día, esa relación entre arquitectura y atmósfera es fundamental.

Foto: Fotografía: María Pujol | Arquitectura e interiorismo: Patricio Ballesty Ribó
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¿Crees que hay modas actuales que también acabarán desapareciendo pronto de nuestras casas?
Sí, como en todo, hay tendencias que se agotan. Probablemente, veremos una evolución del minimalismo extremo -que a veces roza lo impersonal- hacia espacios más cálidos y vividos. También el exceso de microcemento o de tonos grises, que en su momento fueron novedad, se irán matizando. La clave es no seguir la moda, sino interpretar cada espacio y cada persona. Eso es lo que hace que una casa siga teniendo sentido dentro de diez o veinte años.