“Somos de aquí, somos de allá, somos de Gamonal. De lo mejor, de lo peor, siempre de buen humor”.
Ese cántico, tan atlético como el propio himno, se ha coreado mucho este fin de semana en Burgos. El grito de guerra de una de las peñas rojiblancas más numerosas, y queridas, del norte de España: la que lleva por nombre el del barrio más poblado de la ciudad castellano y leonesa (más de 60.000 habitantes). Con 180 socios y una sede en la calle Juan Ramón Jiménez que recibe con esa frase en la puerta como declaración de intenciones: de padres a hijos. Y los colores, claro, del Atleti. 164 personas brindaron por ella en la celebración de su 15º aniversario, con la presencia de otras 25 peñas amigas, algunas de muy lejos. De Murcia a Lugo pasando por Benavente y Medina del Campo. De Alicante a Cintruénigo, pasando por Valladolid e Irún. Y dos leyendas, Juanjo Rubio y Pizo Gómez, además de la teniente alcalde de Burgos, y concejala de deportes, Carolina Álvarez.

Roberto Martínez Alegre (Madrid, 1973) es su presidente, un tipo muy querido en el resto de peñas. Todo comenzó en un gimnasio: el Grandmontagne. El germen de los 15 años que han seguido y que este fin de semana se celebraban. Roberto ya estaba, aunque no como presidente sino como su socio número 12. “A los dos años cambiamos la sede al bar La Roca”. Él primero fue vocal pero pronto presidente. Lidera esta agrupación rojiblanca que tiene como socia de honor a La Abuela, su socia más veterana, con 94 años de pura pasión rojiblanca. Un sentimiento que a Roberto se le aposentó de chico, cuando estaba interno “en los curas”, tras un derbi Madrid-Atleti “lleno de injusticia”. Como Cid Campeador, levantó el puño al aire para no dejar de Atleti desde entonces. Desde Gamonal al mundo, carretera y manta. Porque son muchos “los kilómetros y kilómetros” que Roberto ha recorrido en España “peña a peña”. “Somos la más viajera”. Están a 250 kilómetros de Madrid pero como si no: la peña atlética de Gamonal acude al 95% de los partidos de su equipo.

“Somos de aquí, somos de allá, somos de Gamonal. De lo mejor, de lo peor, siempre de buen humor”.

El grito se lo saben en Murcia. De hecho la peña La Alhama de allí es la primera en llegar a Burgos, el jueves, tras un viaje de siete horas. Y eso que el grueso de la celebración se concentra en el sábado. Roberto y su directiva (Eloy, vicepresidente, Chema, su padre y tesorero…) llevan meses puliendo al detalle. El rojiblanco llena cada rincón del hotel La Galería, donde todo sucede. Con las réplicas de los trofeos de la Liga y la Copa, con globos, blancos y rojos por supuesto, repartidos por las estancias, con tiras brillantes, rojas y blancas claro, saludando desde lo alto de las puertas. Esas que se abren para recibir a tantos amigos para celebrarse juntos, las 25 peñas venidas de toda España (Disidentes 3, Dombenitenses, Lucense, Benaventana, Sons of Atleti, Rock and Roll, Cirbonera, La Pelona de La Adrada, Irún Fernando Torres, Un Sentimiento de La Bañeza, Paiporta, Furia Leonesa, Polonia, Alemania, Lucense, Lucus Augusta, Ribera del Duero, Valladolid, Palencia, Belmonte de Campos, Porriño y Medinenses) que, junto a los miembros de la propia peña que no faltaron, hicieron 164 comensales. Después de la visita obligada a la sede, con tentempié, vino una charla coloquio antes de comer con dos leyendas (Rubio y Pizo Gómez) y la presencia de Carolina Álvarez, que sirvió también como presentación del libro de Carmen, presidenta de la peña alemana, ‘Merece la peña’, con la historia de varias y mucha pasión, corazón y buena escritura.
Apollo, Calderón y recuerdos
Una charla en la que se habló de la llegada de Apollo al club (“que entre dinero siempre es bueno”, apuntó Rubio) y de la importancia de la afición (“es el alma”, definió Pizo) que es lo que hace tan especial a este club (“no hay ningún otro igual ni en España ni en Europa”). De tantos recuerdos alrededor de este equipo. “Era muy emotivo salir al Calderón”, recordaba Rubio. “Tras retirarme, estuve de comentarista en una radio y, cuando el Atleti marcó el gol ante el Chelsea en las semifinales de la 13-14, sentí temblar hasta el cemento bajo los pies”. Ese alma que tenía aquel hormigón con el río a sus pies que, ocho años después, va llegando al Metropolitano. “Todos estamos poniendo de nuestra parte”, señaló Pizo. Un Pizo que, cuando viaja a Madrid porque reside fuera, en el Norte, y pasa por los túneles de la M-30 por donde estaba el Calderón, siempre siente “cosquillas”. Ese mismo lugar que Rubio, desde que el campo no está, no ha vuelto a pisar. “No he sido capaz. Doy rodeos larguísimos por la M-40 cuando tengo que hacer viajes y me toca pasar por allí, incluso, para evitarlo”. Un veterano al que, en su día, quisieron Madrid y Barcelona y a ambos les dijo que no. “Cuando lo del Barcelona se lo comenté a Vicente Calderón, entonces el presidente, que me dijo: ‘No puedes ir, si no bajarían los abonados’. Y se fue Julio Alberto en mi lugar. A mí nunca me ha pesado elegir al Atleti”, reconocía. Porque el Atleti es otra cosa. Es más que un club, una forma de vida.

Esos colores rojiblancos colgando de tiras brillantes de las puertas. Los platos, los homenajes, los ‘aupa Atleti’ y las servilletas al aire cuando suena eso de “somos de aquí, somos de allá, somos de Gamonal”. Sorpresas como una canción especial, y muy, muy pegadiza, por los 15 años, muchos regalos intercambiados, muchos abrazos y esa sensación sobrevolando entonces y a los postres, por la tarde y cuando actúa ‘La vieja escuela’, un grupo de rock burgalés que entre versiones coló, obvio, el himno rojiblanco mientras todos los presentes celebraban los 15 años de esta peña que se quiere mucho y todo lo hace a lo grande. El aniversario también. Esplendoroso. Y a por los 15 siguientes. Sin que deje de escucharse su grito.
“Somos de aquí, somos de allá, somos de Gamonal. De lo mejor, de lo peor, siempre de buen humor”.
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