Hace justo un mes era reconocida como la cicloturista fémina más destacada de la 24ª Volta Cicloturista Internacional a Menorca, pero el camino de Maria Seguí Méndez (Barcelona, 1979) hasta lograr esa consideración y una redención personal ha sido largo y complicado de experimentar tanto a nivel físico como mental.

La pasión por la bicicleta de esta catalana de padre menorquín se vio gravemente truncada en el año 2013, cuando sufrió un importante accidente sobre las dos ruedas durante una más de sus habituales salidas por Sant Climent. «Estaba entrenando para la Ruta dels Fars y después de una bajada, hice el afilador (golpeo de la rueda delantera contra la rueda trasera de la bicicleta de delante) y salí volando», recuerda. Lo peor de este suceso es que llevaba unos pedales Speedplay, los cuales anclan los pies por completo a ellos. La mala suerte fue tal que no pudo sacar los pies a tiempo e hizo palanca con la bicicleta, fracturándose por estallido tanto la cadera como el hombro izquierdo. «Se rompieron en trocitos. Jamás había sentido tanto daño en mi vida, pensaba que me moría», explica.

Arraigando la bicicleta en la Isla

«Siempre he hecho deporte. Desde que tengo uso de razón. Comencé haciendo bicicleta de montaña y después me encontré con el triatlón. Ahí fue cuando empecé con la bici de carretera», rememora Seguí sobre sus inicios en un mundillo que combinaba, «con mayor o menor intensidad», con la natación y correr.

«La sensación de libertad, sobre todo de la bici de montaña, es brutal, porque actúas en la naturaleza y se produce una conexión con tu entorno que es increíble», describe sobre lo que sentía antes de la lesión y lo que vuelve a experimentar ahora.

La residente en Maó ya era una habitual en la Isla antes de establecerse aquí, puesto que sus abuelos vivían en Menorca. En sus estancias insulares le daba «rabia» no traerse consigo la bicicleta y seguir pedaleando como hacía con sus amigos por Cataluya y los Pirineos cuando vivía en Barcelona. «Un día conocía a los dueños del Casino de Sant Climent y les pregunté si no sabían de gente que hiciese bici por aquí, y me dieron el contacto de la que después sería su pareja. Comenzamos a salir y venía los findes a Menorca», comenta, ya con la bicicleta como plan innegociable del fin de semana.

Rehabilitación

Fue en ese momento cuando se produjo el grave accidente que la dejó doce días ingresada en el hospital, donde le tuvieron que implementar unos hierros que sigue llevando a día de hoy. «Salí de allí en silla de ruedas porque, como perdí toda la movilidad de mi lado izquierdo del cuerpo, no podía llevar muletas. La llevé durante un mes», señala.

Después de estar un año totalmente parada, su médico de cabecera, Joseba, y el fisioterapeuta Víctor Rodríguez, actual presidente de la Asociación Cicloturista de Menorca, animaron a Maria a seguir mirando hacia delante para superar la lesión y volver a hacer deporte. «Tuve que volver a aprender a caminar. Hacía muchísimas sesiones en la piscina del gimnasio porque era el único sitio donde podía andar», indica.

Con la fobia a la bicicleta de carretera todavía presente, Arturo Sintes, presidente de la Fundació de Ciclisme de Maó – Menorca que lleva su nombre, comenzó a organizar salidas en bicicleta de montaña con la propia Maria en el año 2017. «Un día volví a caer y me puse a temblar. Pero Arturo Sintes, al que ya conocía a través de mi padre desde hace mucho tiempo, empezó a salir en bici de montaña conmigo cuando él nunca lo había hecho. ¡Ni siquiera tenía una bicicleta de montaña! Pero me acompañaba y le empezó a gustar», relata Maria sobre aquellas escapadas que le sirvieron para recobrar la confianza mientras seguía reforzando su maltrecha musculatura.

Momento de la verdad

En 2020, después de que Arturo Sintes le insistiera mucho en volver a coger una bicicleta de carretera, Maria por fin se atrevió a comprar una, pero el intento fue en vano. «La acabé vendiendo enseguida porque no acababa de sentirme cómoda. Por la bici en sí, más que nada. Pero rápidamente me compré otra, que es la que aún tengo a día de hoy y… es una pasada», afirma.

Así fue que Maria volvió a montar en bicicleta de carretera hace solo cinco años —con la interrupción de la pandemia de por medio— y ya no hubo vuelta atrás. Ahora ya tiene su propio grupo de amigas ciclistas, con las que suele viajar y la motivan a seguir pedaleando. Tan es así que este año ya ha completado diez carreras: Bilbao, Tour de Flandes, Mallorca 312, Transbizkaia, Vielha, Cycling Tour, la Artiem Half, la Volta Cicloturista… y el hambre continúa intacta de cara al 2026. «Me siento mucho mejor que antes de la lesión, estoy mucho más fuerte. Este año acabaré con 14.000 kilómetros de bici en las piernas y 125.000 metros de desnivel acumulado, además de los tantos kilómetros nadados y corridos. En 2026 tengo un gran reto: la Luchon – Bayona, que son 319km, pero con un desnivel acumulado de 6.000 metros», sentencia. Los límites no existen para Maria.