Aunque no sea del dominio público, existe un ranking de los diez monumentos más extraños o absurdos de la tierra, entre los que se encuentran por ejemplo una estatua de Rocky Balboa en la ciudad de Ziliste, en Serbia, o esta estatua del duque de Wellington.

Es este mismo listado aparecen el bosque de Cadillac de Texas, donde hay una decena de Cadillac empotrados contra el suelo, el tenedor clavado en el mar de Suiza, la mano del desierto de Atacama en Chile o el tiburón gigante empotrado sobre el tejado de una casa de Inglaterra.

Monumentos a lo absurdo

La estatua en sí no tiene nada de raro, de hecho estéticamente el monumento es bastante bonito, si no fuera porque encima de la cabeza del duque de Wellington suele haber un cono de tráfico.

En ocasiones el caballo también tiene cono

Sí, una costumbre muy arraigada en la ciudad desde hace décadas, aunque la mayor parte de los habitantes de la ciudad escocesa no conocen la razón.

La raíz de esta tradición está en los años 80, cuando parece que un vecino solía colocarle al duque un cono en la cabeza y estuvo repitiendo la acción durante décadas, mientras que la Policía Local se empeñaba en retirarlo periódicamente.

La Policía no pudo con él

La situación se volvió tan divertida, que en 2013 la presión popular obligó a hacer una votación pública en la que salió por abrumadora mayoría que no le retiraran el cono de la cabeza, pues se había convertido en uno de los símbolos de la ciudad.

Con los cambios de estación cambian los conos

La situación es tan delirante, que ahora, además del duque, su caballo también suele llevarlo y los vecinos los confeccionan específicamente, forrándolo de ganchillo, por ejemplo, para celebrar fechas especiales.

Una tradición que ya forma parte del ADN de la ciudad, y es que hoy nadie se atreve a subirse a la estatua para quitar el cono.