En 2022, una cinta finlandesa tomó al asalto el cine de acción. Sisu, de Jalmari Helander, hace referencia a un término intraducible, referido a la fuerza de voluntad, la determinación y la valentía; aspectos que definen a Aatami Korpi (Jorma Tommila), un excomando entrado en años, pero que no ha perdido ni un ápice de su espíritu de combate.

El esquema argumental era sencillo: Korpi encuentra oro, pero los nazis, que se retiran del país en los estertores de la Segunda Guerra Mundial, quieren arrebatárselo. A partir de ahí asistimos a una sucesión de secuencias épicas de acción, gore y humor negro con dosis de slapstick.

Tras arrasar en festivales como Sitges, la secuela se hizo imprescindible. Lo esperable hubiese sido una continuación formulaica, con escenas más espectaculares y los mismos ingredientes; sin embargo, con Camino a la venganza, Helander toma un desvío que conduce a una película superior.

Una venganza catártica y emotiva

1946. El final de la Segunda Guerra Mundial trae la capitulación de Finlandia, obligada a ceder varios de sus territorios a la Unión Soviética. Hasta una de estas regiones viaja Aatami Korpi, para desmantelar su antigua casa, subirla a un camión y reconstruirla en una zona segura. Algo que el Ejército Rojo no va a tolerar.

Tras apercibirse de la intrusión en territorio soviético, el alto mando saca de la cárcel a Igor Draganov, el responsable de masacrar a la familia de Korpi. Le ofrecen la libertad y un futuro de riquezas, con la condición de que acabe lo que empezó y mate a “El Hombre que se niega a Morir”.

Comienza así una caza implacable, de nuevo dividida en capítulos, y que se define por los distintos choques entre Korpi y Draganov. Un recorrido con escenas al límite de lo imposible, que van desde una persecución que deja sin aliento, a Korpi plantando cara a bombarderos, y un enfrentamiento contra todo un tren de soldados.

Camino a la venganza goza de un presupuesto superior, que se evidencia en las magníficas localizaciones, los efectos visuales y la incorporación de Stephen Lang. El actor de No respires está en su salsa como Draganov: sabe plasmar lo terrible que es, pero también le aporta un estoicismo y un desengaño que elevan el personaje. Lang se entrega al papel, ya que enfrente tiene a un soberbio Jorma Tommila.

A sus 66 años, el actor finlandés demuestra que la edad es solo un número, con un físico envidiable y una total entrega a las escenas de acción. Pero Sisu 2 le permite mostrar su valía actoral en todos los sentidos; sobre todo, en la parcela emocional. Korpi se rompe al regresar a su hogar, le consume la rabia al tener enfrente a Draganov, y se aferra a unos recuerdos que, pese a dolorosos, son cuanto le quedan. Y todo, sin decir ni una sola palabra.

Jalmari Helander renuncia a la exageración y el exceso de humor, para dejar que la humanidad gane protagonismo y que Korpi crezca como personaje. Hay todavía pinceladas de comedia (atentos a la secuencia de las literas), y las escenas de acción más locas vuelven a rozar el cartoon; pero es una fórmula más contenida en lo formal, que cede espacio a las emociones.

En el epílogo de Sisu: Camino a la venganza no hay explosiones ni masacres. Es un cierre en el que Tommila vuelve a probar su valía, con una nota agridulce que emociona; tanto, que, en los pases previos, ha hecho llorar a más de uno. Una decisión excelente por parte del realizador y guionista, y que define una secuela netamente superior a la original.

Valoración

Nota 81

Sisu: Camino a la venganza retoma la combinación entre western y película bélica, de nuevo con violencia estilizada y grandes escenas de acción. Pero sobre esa base de puro entretenimiento, logra ser superior al ceder protagonismo a las emociones. Todo gracias a la calidad actoral de Jorma Tommila, y un no menos notable Stephen Lang.

Lo mejor

El despliegue interpretativo de Tommila. Stephen Lang está estupendo. Las escenas de acción rizan el rizo, pero con contención. La escena final.

Lo peor

Algunos echarán de menos el humor más exagerado de la original. El «asento rrruso» de Lang no logra ocultar del todo que es un actor americano.

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