Peter Hyams es un director valiente. No solo se lanzó a dirigir la secuela de la que es, seguramente, la mejor película de ciencia ficción jamás realizada, por mucho que mi preferida sea Blade Runner. Y no solo eso, si no que se metió a jugar en el terror de las comparaciones con nada menos que Staley Kubrick que, bueno, era Kubrick. De ahí que haya que tener respeto a Hyam, por mucho que 2010: Odisea Dos sea la versión masticadita y fácil de todo lo que hace misteriosa y genial a 2001: Odisea en el Espacio. Con todo, a mí lo que me parece más interesante de esta secuela es que, monolitos a parte, es una magnífica película sobre las tensiones de la Guerra Fría que Hyams se sacó de la manga.

Estrenada en 1984, la película se desarrolla en un contexto de recrudecimiento de la Guerra Fría, con la administración Reagan y la Unión Soviética enfrentadas en un clima de desconfianza y rivalidad nuclear. Hyams, consciente de ese trasfondo, decide situar la investigación del monolito en una misión conjunta entre estadounidenses y soviéticos, convirtiendo la trama en una alegoría del momento histórico. La cooperación entre bloques opuestos, narrada con fidelidad a la desconfianza política, sitúa a 2010 como una obra que no solo continúa la historia de Kubrick, sino que también la conecta con el pulso de su tiempo.


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La misión conjunta EE. UU.–URSS

Lo de que el mundo parezca a punto de explotar en cualquier momento no es nada nuevo. en los 80 la cosa estaba casi tan mal como ahora, y la cultura pop era un reflejo de ello. ¿Ivan Drago? Culpa de la Guerra Fría. Claro, había motivos para estar preocupados, pero también para la esperanza. 2010: Odisea dos (1984) narra la misión conjunta entre Estados Unidos y la Unión Soviética para investigar el accidente de la nave Discovery en órbita de Júpiter y reactivar al ordenador HAL 9000. La expedición, marcada por la desconfianza entre tripulaciones de bloques opuestos, debe lidiar con tensiones políticas en la Tierra que amenazan con desatar una guerra mientras intentan descifrar los secretos del monolito y avanzar en la exploración espacial.

2010: Odisea Dos

La película fue dirigida y escrita por Peter Hyams, un cineasta estadounidense conocido por su capacidad de combinar ciencia ficción, acción y realismo humano. Hyams asumió el reto de continuar el legado de Stanley Kubrick, ofreciendo una secuela más accesible y narrativa de 2001, incorporando además un fuerte subtexto político y social. La misión Leonov–Discovery funciona como un microcosmos de la política internacional de la época. Científicos estadounidenses como Heywood Floyd (Roy Scheider), el ingeniero Walter Curnow (John Lithgow) y el experto en IA Dr. Chandra (Bob Balaban) viajan junto a cosmonautas soviéticos en la nave Leonov, liderar por la Capitana Tanya Kirbuk (Helen Mirren). La película retrata con detalle sus protocolos compartidos, turnos y jerarquías paralelas, pero también la desconfianza que subyace en cada interacción. Esa cooperación estratégica, más que ideológica, refleja la llamada «détente» de la Guerra Fría: colaboración por necesidad, no por convicción.


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El uso del ruso como idioma diegético junto al inglés funciona como símbolo de coexistencia precaria. No es una alianza perfecta, sino un entendimiento operativo que obliga a los protagonistas a convivir con diferencias culturales y políticas. La Leonov se convierte en un laboratorio flotante donde las tensiones de la Tierra se reproducen en miniatura: decisiones compartidas, órdenes nacionales y momentos de desconfianza estructural que recuerdan que la política nunca se suspende, ni siquiera en el espacio.

2010: Odisea Dos

Tensión geopolítica como motor dramático

En 2010, la crisis bélica en la Tierra no es un mero telón de fondo: es un motor narrativo que obliga a los protagonistas a actuar bajo presión. Las órdenes de retirada, emitidas por los gobiernos de EE. UU. y la URSS ante la amenaza de una Tercera Guerra Mundial, fuerzan a los astronautas a improvisar una maniobra extrema. Acoplar la Discovery y usarla como impulso para que la Leonov pueda escapar refleja cómo la supervivencia se impone al impulso científico.

La misión Leonov–Discovery funciona como un microcosmos de la política internacional de la época

Esta urgencia pone de manifiesto la subordinación del conocimiento a la política. Incluso la curiosidad y el deseo de explorar Júpiter y sus lunas deben adaptarse a la lógica del miedo. La película plantea que el conocimiento científico nunca es neutral: se filtra y se reconfigura según los intereses humanos. Esa tensión entre curiosidad y precaución es el nervio del film, y lo que lo hace relevante como película sobre la Guerra Fría más allá de su componente de ciencia ficción. En ese escenario, HAL 9000, lejos de ser solo el villano mecánico de 2001, se convierte en un catalizador de decisiones éticas compartidas en 2010. Durante la misión, Chandra descubre que los errores de HAL no fueron producto de su programación per se, sino de órdenes contradictorias desde la Tierra. Reactivar a HAL significa asumir esa responsabilidad humana y política: confiar en él implica enfrentar errores previos y cuestionar la autoridad de quienes diseñaron la misión.

2010: Odisea Dos

En este sentido, HAL deja de ser un problema técnico para convertirse en una metáfora de la cultura del miedo de la Guerra Fría. La película traslada la responsabilidad del fallo tecnológico a las instituciones humanas, mostrando cómo la ética y la toma de decisiones están determinadas por la política y la rivalidad entre bloques. La reactivación de HAL es, en realidad, un acto de confianza transnacional y un examen moral que refleja la tensión de la época. Mientras los astronautas trabajan en Júpiter, en la Tierra se libra otra guerra. Esa amenaza no se limita a generar tensión: determina el ritmo y la prioridad de la misión. La película muestra que la política terrestre se filtra en la exploración espacial y que las decisiones científicas deben ajustarse a la seguridad nacional. La urgencia de actuar, de sobrevivir antes que de descubrir, refleja la fragilidad de la cooperación en tiempos de bloques y cómo la lógica del miedo condiciona incluso los avances más ambiciosos.

2010: Odisea Dos

Coexistencia vigilada

El epílogo de 2010 es tanto poético como simbólico. HAL envía un mensaje a la Tierra: «Todos estos mundos son vuestros… excepto Europa. No intentéis aterrizar allí. Úsenlos juntos. Úsenlos en paz.» No es una promesa utópica, sino una advertencia. Representa un reparto de fronteras y reglas compartidas, coherente con la mentalidad de 1984: la paz no es espontánea, sino vigilada y gestionada, con límites claros que evitan el conflicto. Este cierre funciona como alegoría de la coexistencia y del bloqueo creado por el miedo mutuo. No se trata de fusión o integración, sino de reconocimiento de reglas comunes y límites compartidos. En el contexto de la Guerra Fría, el mensaje simboliza un anhelo de distensión y cooperación vigilada, un faro de pragmatismo frente al terror bélico, donde la ciencia y la política deben encontrar un equilibrio para sobrevivir y prosperar.

 Incluso la curiosidad y el deseo de explorar Júpiter y sus lunas deben adaptarse a la lógica del miedo

Peter Hyams declaró en entrevistas de prensa que su objetivo era «traer a tierra» el misterio de 2001, dotando a 2010 de un enfoque más humano y político. Hyams veía la película como una alegoría de la necesidad de cooperación internacional, incluso en un contexto de desconfianza, y defendía que la narrativa debía ser más accesible que la de Kubrick sin perder la densidad de la tensión política. Arthur C. Clarke, en el prólogo de su novela, señaló que tanto el libro como la película eran reflexiones sobre cooperación en plena Guerra Fría. Clarke insistía en que la ciencia debía ser un terreno neutral, aunque reconocía que la política siempre se filtraba en la exploración espacial. La misión conjunta EE. UU.–URSS simboliza esa «lengua común de entendimiento» que trasciende fronteras en un mundo dividido, un tema que Hyams adapta con fidelidad cinematográfica.


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En definitiva, 2010: Odisea dos no es solo la secuela de una obra maestra de la ciencia ficción. Es, sobre todo, una película sobre la Guerra Fría y sobre cómo la política y la desconfianza condicionan incluso la exploración espacial. Por cierto, puedes ver 2010: Odisea Dos hoy mismo en Mosvistar+, pero recuerda que al mensaje de HAL al final no es un ideal utópico: es un recordatorio de que la paz requiere límites y vigilancia cuando no existe el respeto y el entendimiento mutuo.

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