La editorial Cátedra, en su prestigiosa colección Letras Hispánicas ha incorporado al catedrático de Literatura Española, escritor, estudioso y original poeta de su generación Jorge Urrutia (Madrid, 1945) al recuperar uno de sus mejores libros De una edad tal vez nunca vivida, que se ofrece a los lectores en una excelente edición crítica realizada por José M.ª Fernández Vázquez y Consuelo Triviño Anzola. Se trata de dos investigadores muy cercanos al poeta que han ofrecido a los lectores, además del texto original, completado con inéditos y perfectamente ordenado, un amplio y detallado estudio preliminar, que supera las cien páginas, y una generosa anotación y aparato crítico con más de doscientas referencias de carácter textual, crítico, toponímico y biográfico. Todo para recuperar el regreso del poeta a la memoria familiar, a la literatura como experiencia vital y a la historia como devenir en la corriente del tiempo.

Regreso a la memoria

‘De una edad talvez nunca vivida’ Cátedra | 2025 | 264 págs. / Jorge Urrutia

De una edad tal vez nunca vivida representa la inmersión del Jorge Urrutia en un género fronterizo entre la lírica y la memoria. No hay duda de que los espacios remotos de la infancia desarrollan en el imaginario personal multitud de vivencias que quedan indelebles en la memoria, sobre todo si esta infancia ha sido vivida en la segunda posguerra española, con especiales dificultades de todo tipo, al ser el protagonista hijo de un oficial republicano preso tras la Guerra de España.

Surgen, ahora, tales evocaciones desde la madurez y también desde la inevitable nostalgia del tiempo pasado, desde los recuerdos del padre, el escritor y poeta Leopoldo de Luis, de la madre, de los abuelos, del mundo rural andaluz, donde trascurre con la familia materna parte de esa infancia, y de la vida cotidiana del Madrid oscuro de la posguerra, donde acontece, en un barrio obrero, el espacio decisivo en esa existencia infantil. Todo un conjunto de experiencias se agolpa en las páginas de este libro, conformado en una serie de estampas o viñetas sucesivas, en las que se reviven tiempos pasados junto a recientes experiencias familiares, vivencias entrañables evocadas con un especial realismo, casi realismo mágico.

No se trata de un libro de memorias, ni de una novela, sino de una serie de cuadros que recuperan escenarios de una infancia en el ámbito de una familia de vencidos, y que reviven detalles entrañables que forman parte de la propia biografía del escritor, un niño que se inicia en la vida junto a personas de una gran categoría intelectual, y que descubre desde dentro un pasado inmediato especialmente dramático. Pero no por ello esa infancia deja de ser un espacio de felicidad, de dicha, y así se va advirtiendo, según se cuentan detalles entrañables de una convivencia enriquecida por la altura moral de sus protagonistas, tal como evoca el poeta: «Era la sonrisa triste de una casa de vencidos, de una casa de convencimientos y deseos, de una casa de amor frente a una acuarela de Ramón Gaya…», como señalan en su estudio preliminar los editores, esta experiencia literaria «se distancia de las formas tradicionales de la autobiografía para acercarse a los límites confusos de la autoficción». No se trata de una narración clásica, sino de una escritura «sutil y nueva». Las vivencias de la infancia son los anclajes para entender el presente del poeta, que busca «en su pasado, soñado o real, dar una explicación al viaje que ha sido su vida».

De una edad tal vez nunca vivida deja traslucir en su propio título una cierta inseguridad, ya que los episodios evocados son trasmitidos al lector por un Jorge Urrutia que, ante todo, quiere comunicar hermosos momentos de su propia historia como si hubiese escogido, en las galerías del alma, en los pasillos de los recuerdos, aquellos instantes que a él le demostraron que, a pesar de las dificultades, la dignidad, el amor, el respeto, y sobre todo, la estatura moral, son capaces de superar dificultades y convertir la más hosca realidad en un espacio grato de recrear, de revivir, de recuperar para que no se olvide, como un patrimonio personal.

Y es justamente la maestría del escritor, su excelente palabra poética, la que ahora se pone al servicio de la narración para establecer unas estructuras singulares y unos procedimientos de ficción de rica estirpe. Porque, en el fondo, todo este ejercicio de memoria no es sino un proceso de comprensión del mundo presente, y no es raro que por ello se incorporen, a aquellas experiencias infantiles, recuerdos muy recientes del mundo familiar, que recuperan la entrañable figura del padre en sus últimos momentos. Y es que la vivencia del presente se ve enriquecida por la fortaleza de aquellos episodios infantiles evocados con tanta intensidad.