La primera vez que 5 Seconds of Summer aparecieron en esta web fue en 2014, con la noticia de que habían desplazado a Camela del #1 en un top 10 donde también se encontraba Lana del Rey (fantasía estos tres nombres juntos). Su destino podría haber sido el mismo que el de otras boybands coetáneas como Why Don’t We o The Vamps, pero su desarrollo fue distinto: en 2018 consiguieron el #1 en USA frente a Beyoncé y Jay-Z, y con su siguiente disco se llevaron el #1 en UK frente a Dua Lipa (y hablamos de la Dua Lipa de ‘Future Nostalgia’).
Después de ese han venido dos discos más, y con una hazaña aún mayor para una boyband, una que ni One Direction consiguió: sus miembros fueron lanzando proyectos paralelos sin salir del grupo. Más de 10 años después de su debut, 5 Seconds of Summer llegan a su sexto disco, y encima es probablemente el mejor de todos.
El grupo ha ido a mejor con cada trabajo, llevando el sonido de los inicios a un punto más oscuro, electrónico y, sí, maduro, y pasando de «boyband» a banda. Aunque bien podríamos seguir usando lo de boyband para quitarle la carga negativa, como ellos mismos hacen reapropiándose de la palabra en este disco con una canción llamada así. De alguna manera, esto empapa todo el álbum, pues en esta ocasión han intentado volver a los inicios pero con toda la experiencia conseguida, tomando de sus comienzos sobre todo el humor que les caracterizaba, y que decidieron ir dejando atrás.
“Aunque escribiésemos de forma más naive, decíamos lo que pensábamos… y, con el tiempo, tiendes a ser más precavido con lo que dices. Pero este disco tiene ese espíritu de nuestro origen”, comentan los miembros de la banda, “es nuestra era más ambiciosa, y puede salir de dos maneras. O tiene una buena acogida y lo celebramos o bien, tras seis discos, al menos sabremos que morimos intentando reinventarnos. Prefiero que nos vayamos así, y no volviendo a hacer discos sobadísimos de pop-punk”.
No parece que a Calum Hood, Luke Hemmings, Ashton Irwin y Michael Clifford les haya salido mal la jugada a nivel comercial, y desde luego a nivel artístico tampoco. Hay momentos más flojos; es cierto que la segunda mitad palidece frente a la primera, y que los bonus tracks son café para cafeteros (aunque ‘I’ll Find You’ está bastante bien), pero es un disco lleno de grandes momentos que no parece para nada el ¡sexto! de una -ejem- ¡boyband!
En la producción han querido repetir con viejos conocidos, como Andrew Goldstein, Jake Sinclair, Jason Evigan, Mark Shick, John Ryan y Julian Bunetta (los dos últimos ahora con mayor protagonismo), y suman a Noah Conrad, que ha trabajado para Chappell Roan o Conan Gray. Además cuentan por supuesto con la característica voz de Hemmings como uno de los puntos fuertes del grupo y, como decimos, con bastante presencia del humor en este álbum.
Así, nada más empezar con la estupenda canción homónima (cuyo punto onírico va a medio camino entre Tame Impala y Twenty One Pilots), tenemos una ‘Not OK’ cuya letra sobre sacar a nuestro «chico malo», si la miras sin mucha atención, puede recordar a la boyband aquella de Bart Simpson. Pero, al igual que todo el disco, tira mucho de sarcasmo, dándole una vuelta de tuerca a lo que podría esperarse, y llevando los sonidos a un terreno mucho más rock, incluso con algún punteo heavy como guiño. La retranca sigue presente en cortes como ‘Jawbreaker’ (“I wanna do drugs, I wanna make love, I wanna get fucked”), en la un tanto Chromeo ‘Telephone Busy’ y sobre todo en la mencionada ‘Boyband’, donde se autorretratan como “raised on pop punk and bubblegum”, hablan de relaciones parasociales y de cabrear a los metaleros, y sueltan dos versos como “love me when I’m skinny and we never, ever age / same four chords, but it never feels the same” y “take my photograph and lick it with a wet tongue”.
A lo largo del tracklist, los chicos nos acercan a la power ballad (‘Ghost’), al revival ochentero de The Weeknd (‘istillfeelthesame’) e incluso al electro-glam (‘No1 Obsession’), y nos muestran a un grupo que ya se parece mucho más a The 1975 que a One Direction (la estupenda ‘I’m scared I’ll never sleep again’ podría ser un hit de la banda de Healy, por ejemplo) y en cuyas referencias parecen estar más Gorillaz, The Strokes o The Dare. Lo de estos dos últimos es innegable en cortes tan recomendables como ‘Sick of Myself’ y ‘Evolve’. En definitiva, ‘EVERYBODY’S A STAR!’ es un disco ante el que merece la pena aparcar los prejuicios y que, sin ser una maravilla, les pone en un peldaño distinto a muchas otras bandas que podríamos catalogar como similares, y nos hace estar pendientes de sus próximos pasos. Y también de sus proyectos en solitario.