Es difícil no sentir ciertas suspicacias cuando una estrella decide pasarse a tener control tras las cámaras, por la posibilidad de que sea un mero ejercicio de vanidad o intento perverso de legitimación. No hace falta ni que sea un actor famoso, puede tratarse de una estrella musical o influencer, que si decide dar el salto a dirigir películas vamos a estar preguntándonos donde va a colarse el ego.

Es más fácil percibirlo si las protagoniza, o incluso cuando deciden abordar el cine social con una evidente distancia que mata sus buenas intenciones. Incluso aunque puedan percibirse muchas inquietudes cinéfilas en una nueva generación de estrellas, los prejuicios nos llevan primero a sospechar. Es lo que empieza a explicar que algo como ‘Urchin’ no estuviese en la sección oficial de Cannes por encima de trabajos menores en esta clase de cine de nombres más consolidados.

Un hombre abandonado y espinoso

Porque Harris Dickinson, que ha conseguido labrarse un nombre como estrella de futuro con ‘El triángulo de la tristeza’ o ‘Babygirl’ (además de ser un Beatle en cuatro películas que están rodándose), ha hecho uno de los debuts más interesantes del año. Uno que ya se puede ver en carteleras, abordando una peculiar y compleja historia que muestra a través del actor protagonista Frank Dillane.


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Aquí da vida a Mike, un joven vagabundo adicto a las drogas de las calles de Londres. En un intento de conseguir dinero para sus chutes asalta a un hombre, llevándole a ser detenido y a ser condenado a prisión. Meses después sale e intenta labrarse el camino de la reinserción, intentando mantenerse sobrio y realizando trabajos precarios con los que poder recibir un sueldo.

Dickinson exhibe aquí mucha querencia por varios referentes del cine independiente británico, con una temática propia de una película de Ken Loach pero con un personaje complicado y hasta autodestructivo que parece encajar en el cine de Mike Leigh. No se conforma con tomar de esos claros pilares, y mira también a influencias europeas para desarrollar una personalidad visual atrevida y distinguida, casi como un Leos Carax de menos fuegos artificiales y surrealismo intentando contar una historia a pie de calle.

‘Urchin’: espiral decadente

Urchin 2025 Frank Dillane

Dicho así parece que el actor convertido a cineasta está intentando lanzar muchas referencias para buscar legitimación, pero su avalancha de ideas está bastante conducida para lo que suele ser un debut. ‘Urchin’ nos presenta con mucha observación y poco diálogo simplón intentando pasar por naturalizado el círculo vicioso al que se enfrenta este personaje que vive en los márgenes y que la mayoría trata de evitar cruzarse en la vida real.


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Dickinson nunca trata de endulzarlo, y lo muestra en toda su realidad caótica y decadente. Sin hacer mucho hincapié en ello, consigue señalar la precarización del sistema que le rodea y le lleva a pensar que no tiene ninguna salida razonable. ‘Urchin’ es exquisita al abordarlo, metiendo también puntos de humor muy agradecidos y alguna simbología ambiciosa, aunque puntualmente caprichosa. Su director muestra maneras prometedoras, además de una voz especial que deseamos ver desarrolladas en el futuro.

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