Tras semanas de tentativa, con un retraso sin aval constitucional y con un calendario todavía por aterrizar, el Gobierno activa la maquinaria para la presentación de los Presupuestos Generales del Estado. Tal como avanzó ABC, Sánchez ha renunciado a presentarlos antes de que finalice el año … –una eventualidad a la que se había comprometido expresamente– y baraja ya un nuevo horizonte temporal. Según fuentes de Hacienda, el Ejecutivo cree que estará en condiciones de presentar las cuentas a mediados del primer trimestre de 2026, esto es, en el mes de febrero y se da hasta finales de abril o mayo para llegar a aprobarlas en el Congreso de los Diputados.
Desde el entorno de la vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, asumen que la también candidata del PSOE en Andalucía podrá pilotar el proceso de elaboración y presentación, pero que no llegará a ver las cuentas aprobadas como ministra del ramo, porque tendrá que abandonar el Gobierno antes de que esto llegue a producirse. Montero deberá dejar sus obligaciones en Moncloa cuando Juanma Moreno convoque los comicios andaluces, como tarde en el mes de abril.
El Consejo de Ministros aprobó ayer la senda de estabilidad, que se votará en primera vuelta en el Congreso el próximo jueves, y la vocación del Ejecutivo es que antes de que acabe el mes de diciembre se pueda volver a votar para, entonces sí, certificar que no cuenta con los apoyos suficientes y comenzar a trabajar en el diseño del proyecto presupuestario con el techo de gasto vigente en la actualidad.
Para Hacienda esto es un mero formalismo, pues considera que los números actuales le benefician. La elaboración y consiguiente negociación de las cuentas se hace con la precariedad parlamentaria del Gobierno muy presente, por lo que en Moncloa se abren a un escenario inédito: la posibilidad de someter los Presupuestos a votación hasta en dos ocasiones. Esto, porque en el entorno de Montero dan por seguro que la primera tentativa será un fracaso, es decir, que el proyecto quedará cegado en las enmiendas a la totalidad que prosperarían sin necesidad de entrar a negociar el texto concreto.
Este primer batacazo no será obstáculo para que, si en un futuro inmediato se abriera una «ventana de oportunidad», tal como la definen en Moncloa, se volvieran a presentar las mismas cuentas. ¿Y cuál puede ser ese hecho diferencial y susceptible de convertir los vetos en avales que justifique un segundo intento? La aplicación efectiva de la amnistía a Carles Puigdemont. En el Ejecutivo creen que si se llegara a materializar el regreso del líder de Junts a España, su partido tendría una pista de aterrizaje política para acabar aprobando los Presupuestos. Esto, porque según recuerdan fuentes gubernamentales consultadas, Sánchez no tiene previsto acortar la legislatura pese a que el Parlamento dé la espalda a la ley fundamental de su Ejecutivo. No habrá elecciones anticipadas pese a perder la cuestión de confianza encubierta que supone la presentación y consiguiente fracaso de las cuentas públicas.
Presupuestos electorales
Que los Presupuestos estén presentados antes de que Montero ponga rumbo a Andalucía da una idea de la concepción de activo electoral que el Gobierno otorga al proyecto. Será el cartel de la candidata andaluza y también de Pedro Sánchez. Una suerte de programa electoral, en el que se expondrán las prioridades políticas del Gobierno, acompañadas de su dotación económica, al tiempo que se hace un reparto de culpas de todos aquellos partidos que han impedido su consecución.
Sánchez ha decidido esta vez someterse a una derrota de tanto calado y anticipar que esta no tendrá un efecto en su mandato. En Moncloa asumen que avanzar que no llamará a las urnas si fracasa puede quitar incentivos a los socios a la hora de dialogar, pero también quita presión al Gobierno en la mesa de negociación, donde no se vería obligada a transigir con las exigencias de sus aliados. Acordar es ceder y el Ejecutivo no se puede permitir esas cesiones en pleno ciclo electoral.