Pichi, que es como todo el mundo conoce ya a Juan Prieto Cacabelos, vuela mañana desde Seúl a España. Regresa a su casa, en O Grove, después de un mes dando pedales por Corea del Sur, donde completó 2.300 kilómetros por una buena causa: ayudar a los enfermos de alzhéimer y sus familiares.
El solidario ciclista, que ejerció de guía turístico mostrando a sus seguidores cada lugar que visitaba, tanto en sus redes sociales como a través de FARO DE VIGO, completa así otra exitosa misión, como hizo en el pasado a beneficio de Cáritas, la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) o la asociación Anduriña de ayuda a personas con discapacidades, entre otros colectivos.
Esta vez lo recaudado a través de la cuenta de «Pedaladas Solidarias» en Abanca ( ES78 2080 5067 1230 4004 4247), va a parar a la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer (Afasal), con sedes en O Grove y Vilagarcía.
Las mismas, por cierto, a las que Pichi quiere regalar las medallas que junto a diplomas, credenciales y pasaportes le han ido dando –como si de la Compostela de las Rutas Xacobeas se tratara– a medida que avanzaba por la Ruta de los Cuatro Ríos, y también una vez finalizado ese itinerario, considerado el carril bici más grande del mundo.

Monedas y diplomas que Pichi recibió en Corea y entregará a la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer (Afasal).
«Misión cumplida», exclamaba esta tarde con orgullo y satisfacción plena este intrépido arousano cuando explicaba a FARO: «Ya me encuentro a solo veinte kilómetros del aeropuerto, así que mañana toca empaquetarlo todo –la bici incluida– y volver a España», por lo que confía en pasear de nuevo por O Grove y entregar la medallas a Afasal «el martes o el miércoles».
Una organización en la que, a buen seguro, lo estarán esperando con los brazos abiertos, ya que además de recaudar fondos, las aventuras de Pichi por Corea del Sur han servido para dar visibilidad tanto a la propia entidad como a los enfermos y familiares que atiende.
Una tarea de divulgación fundamental para concienciar a la sociedad y seguir recabando apoyos, ya que «toda ayuda es poca» cuando se trata de hacer frente a esta grave enfermedad, tal y como indican desde el propio colectivo.
Ni que decir tiene que el viaje de Pichi también ha servido para «hacer turismo», ya que al mostrar paisajes, templos, lagos, puentes, ríos, puertos pesqueros, escultura, ciudades y todo lo que se iba encontrando a su pasos, el ciclista ejerció de guía, transmitiendo con imágenes y vídeos lo mucho y bueno que cualquier puede encontrarse si quiere visitar esta república.
Atrás quedan cuatro semanas de experiencias y sensaciones compartidas que lo llevaron en los últimos días por el pueblo hanok de Bukchon, un barrio residencial del distrito de Jongno, en Seúl. Al igual que al Jogyesa, el templo principal de la Orden Jogye del budismo coreano.
Con anterioridad había estado en Busan, conocida por sus playas, montañas y templos como el Beomeosa, un santuario budista fundado el año 678 que se ubica en la base de la montaña Geumjeong.
La ciudad de Sangju, en la provincia de Gyeongsang del Norte, la de Gumi, en el condado de Goryeong-gun, y Gyeongju, que fue la capital del antiguo reino de Silla y posee tesoros históricos como la gruta budista Seokguram, fueron otros lugares mostrados por Pichi.
Sin perder de vista el templo Bulguksa y la aldea tradicional Yangdong, designados como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
El observatorio astronómico más antiguo de Asia Oriental, el Cheomseongdae –en Gyeongju–, el puente cubierto Woljeonggyo, la tumba de Bonghwangdae y la pagoda budista de piedra situada en Seokgatap también acapararon la atención de Pichi y sus seguidores.