Lalo Azcona, periodista y empresario, sacó ayer a relucir una anécdota clave, a menudo importante para explicar este o aquel personaje. Lo contó así:

—José Luis Balbín estaba trabajando en el periódico ‘Pueblo’ en 1961. Por aquel entonces, en una noche de agosto, nos levantamos con que los rusos estaban construyendo un gran muro para partir la ciudad de Berlín. Nadie sabía muy bien qué estaba ocurriendo. Emilio Romero, el director, bajó desde la planta noble a la redacción. Preguntó: ‘En Berlín está pasando algo muy raro. ¿Hay alguien que hable alemán?’. José Luis tomó la palabra: ‘Sí, director, yo hablo perfectamente alemán’. (Había tenido una cuidadora alemana en su niñez). Y así fue enviado a Alemania, sin hablar una palabra de alemán, pero con un desparpajo fuera de lo común».

Balbín hizo de todo después de aquello, pero nada se entiende sin «La Clave», el histórico programa de actualidad de Televisión Española que marcó un antes y un después en el periodismo español y en la transición democrática.

Los secretos de aquel espacio, que creó y presentó el carismático periodista praviano —fallecido en 2022—, se dan a conocer ahora en el documental «José Luis Balbín: Las claves de La Clave», estrenado ayer en la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) con notable éxito de asistencia. El documental, de 50 minutos de duración, ha sido dirigido por Emilio Ruiz Barrachina e impulsado por la viuda del periodista, Julia Mesonero, que intervino en el acto de presentación, acompañada por el asturiano Lalo Azcona y por María Rey, presidenta de la APM. El trabajo sale adelante con motivo del 50.º aniversario, en 2026, del nacimiento del histórico programa televisivo.

La cinta repasa la trayectoria vital y profesional de Balbín, que empezó su carrera en LA NUEVA ESPAÑA, donde hizo sus primeras prácticas. Asturias tiene en el documental un lugar predominante, con imágenes de Pravia, donde se crio el periodista, y testimonios de personas que lo conocieron de cerca, como los periodistas Fernando Castedo o Luis María Ansón, así como políticos como Alfonso Guerra o José Manuel García-Margallo.

También interviene el cantautor asturiano Jerónimo Granda, que fue amigo de Balbín y lo define como «hombre bravo, educado, con genio y un gran defensor de la familia».

Todos los testimonios, así como los del coloquio, coincidían en destacar el espíritu plural y abierto de La Clave, alejada del sectarismo y de los extremos, en contraposición al panorama político actual, tendente —destacaban— a la polarización.

«Balbín propuso hacer un programa rupturista, con un diálogo abierto, libre, elegante, plural y respetuoso. Intentemos trasladar eso a la realidad de hoy, donde triunfa el insulto y la amenaza», aseguró Lalo Azcona, que trabajó en TVE y recordó cómo Santiago Carrillo, entonces líder del Partido Comunista, coincidía en el programa con Manuel Fraga, fundador de Alianza Popular, además de hacer migas con Rodolfo Martín Villa, que fue ministro con UCD. «Carrillo fue padrino de uno de los hijos de Martín Villa. Es como si Pablo Iglesias fuese hoy padrino de un hijo de Abascal. Es inimaginable», destacó.

María Rey subrayó que Balbín fue una figura «irrepetible, que aportó muchísimo; cuánto añoramos el hablar despacio y el escuchar, porque el periodismo no se puede construir sin escuchar».

El documental repasa los años que duró La Clave, que empezó en 1976 y se mantuvo prácticamente una década. El último programa se emitió el 20 de diciembre de 1985, aunque hubo uno previsto para el día 27, cancelado por TVE, que finalmente se celebró en el hotel Palace. Con un vídeo casero desde ese hotel arranca la cinta. TVE canceló el programa y Balbín siempre señaló a las presiones políticas del Gobierno de Felipe González.

El espacio regresaría después con las televisiones privadas, de la mano de Antena 3, entre 1990 y 1993, y Balbín continuaría luego su carrera en otros proyectos periodísticos, hasta que abandonó la primera línea tras sufrir un ictus. Desde entonces, y hasta su fallecimiento, se centró en escribir, en sus memorias y también en poesía, desde una casa en Cudillero, muy cerca de Pravia, pero con vistas al mar.