Hay historias de Hollywood que parecen tan improbables que uno piensa que alguien se las ha inventado, pero luego las cuenta el protagonista y resulta que son completamente reales. Y esta es una de ellas: Dick Van Dyke, el adorable Bert de Mary Poppins, el hombre que baila sobre tejados, estuvo a punto de ser James Bond. No es un rumor: lo ha contado él mismo, con 99 años.

Van Dyke habló del tema en una entrevista con Today, en la que Al Roker, que no se corta ni con estrellas centenarias, le preguntó directamente si era cierto aquello de que casi se convertía en el agente 007. Y él, riéndose como quien confiesa una travesura, respondió: «Casi lo hice». La historia empieza justo después de que Sean Connery dejara el papel, un momento crítico para la saga. Fue entonces cuando el productor Albert ‘Cubby’ Broccoli, el gran arquitecto del universo Bond, se le acercó y le soltó la propuesta más surrealista que pudo escuchar en su carrera: «¿Te gustaría ser Bond?».

Dick Van Dyke, en una imagen de 2024GTRES

La reacción de Van Dyke es historia: «¿Has oído mi acento británico?». Recordemos que en Mary Poppins hizo de cockney con uno de los acentos falsos más infames de la historia del cine, algo de lo que él siempre se ha reído.

Y, sin embargo, lo más sorprendente no es que se lo ofrecieran. Lo verdaderamente llamativo es que lo rechazó. No por miedo, ni por inseguridad, ni siquiera por el acento, sino porque sintió que sería un cambio demasiado brusco para un público que lo había adoptado como el «hombre bueno» de Hollywood, el rostro amable de películas familiares, musicales luminosos y series entrañables. Van Dyke explicó que el salto a un espía sofisticado, frío, seductor y letal podría haber sido demasiado radical para esa imagen que ya tenía tan marcada. «El público no lo habría aceptado», resumió. Aunque reconoció con cierta nostalgia que «habría sido una gran experiencia».

Y aquí conviene recordar quién es este hombre cuya sonrisa ha acompañado a varias generaciones. Nacido en 1925, Dick Van Dyke empezó en radio y teatro antes de despegar con Bye Bye Birdie, el musical que le dio un premio Tony y que lo convirtió en una estrella. Luego llegó The Dick Van Dyke Show, que marcó una época y le dio varios Emmy.

En cine se inmortalizó con Mary Poppins, pero también dejó huella en películas como Chitty Chitty Bang Bang. Tiene más de 70 años de trayectoria, un estilo propio entre la comedia física y la ternura, y una energía que siempre ha sido su marca de fábrica. Por eso sorprende tanto imaginarlo con traje negro, martini en mano y licencia para matar.

A sus casi 100 años (los cumple el 13 de diciembre) sigue trabajando, sigue concediendo entrevistas y hasta está promocionando un nuevo libro: 100 reglas para vivir hasta los 100: Una guía optimista para una vida feliz, publicado el 18 de noviembre. En Today confesó que no tiene intención de retirarse: «No quiero. Es mi hobby. Es mi vida. Me encanta. Y ahora mismo estoy buscando trabajo».

En un ensayo reciente reflexionó sobre envejecer, el cansancio, los viajes que ya no puede hacer y sobre cómo sigue yendo al gimnasio tres veces por semana, «porque si falto demasiados días, me pongo rígido y que Dios me ampare».