Hace 80 años comenzó el Juicio por Crímenes de Guerra Mayores contra 24 altos cargos del régimen nazi en Núremberg. Era la primera vez en la Historia que altos representantes de un Estado rendían cuentas por delitos de una crueldad extrema, todo un hito en el sistema jurídico internacional. Las potencias ganadoras de la Segunda Guerra Mundial (EEUU, la Unión Soviética, Reino Unido y Francia) querían mostrar al mundo que los crímenes cometidos por los nazis no quedaban impunes. Sin embargo, en realidad, la gran mayoría de los dirigentes nazis se libraron del castigo. Uno de los ejemplos más ilustrativos es el caso de Heinz Reinfahrt, conocido como el carnicero de Varsovia, responsable de la muerte de unos 60.000 civiles.

El levantamiento de Varsovia contra los nazis, en el verano de 1944, se reprimió sin contemplaciones para dar ejemplo. Su artífice fue Heinz Reinfahrt, a quien encomendó reprimir el levantamiento el propio Heinrich Himmler, jefe de la SS. A pesar de formar parte de la élite del régimen nazi, y de haber ordenado la muerte de miles de civiles, se libró de ser juzgado en Núremberg, y luego tampoco en Alemania fue considerado un personaje relevante del nazismo. Hicieron caso omiso a las demandas de extradición de Polonia. Acabó siendo alcalde de Westerland, un idílico pueblo del Báltico alemán, y también fue diputado regional de Schleswig-Holstein. Murió en 1979 sin ser juzgado.

Misión a la orden de Himmler

Heinz Reinefarth nació en Gniezno (entonces Prusia, hoy Polonia) en 1903 en el seno de una familia de abogados. Estudió leyes y llegó a ejercer como abogado. A los 29 años se unió al Partido Nacional Socialista Obrero de Alemania y poco después a las SS, la organización paramilitar del partido nazi. Durante la guerra, no dudó en servir a Hitler, aunque luego diría que lo hizo por obligación. En 1942 ya era mayor general de policía y SS-Brigadeführer.

En 1944, Reinefahrt recibió una ambiciosa misión: reforzar las fuerzas alemanas en el Levantamiento de Varsovia. Formó un grupo de combate policial compuesto por 16 compañías. Estas unidades estaban formadas principalmente por soldados condecorados por sangrientas operaciones de pacificación y crímenes contra civiles.

Heinrich Himmler, jefe de las SS, fue el responsable del nombramiento de Heinz Reinefarth. «Las fuentes no permiten deducir por qué se eligió precisamente a Reinefarth. Es posible que se debiera a que Reinefarth tenía buena reputación como soldado de primera línea. Por otro lado, los requisitos de profesionalidad militar en 1944 eran diferentes a los de 1940. Hay que tener en cuenta que Heinz Reinefarth no tenía más experiencia militar que la de teniente de la Wehrmacht y ninguna experiencia en el Estado Mayor. Pero en aquella época, en el Tercer Reich, la firmeza ideológica desempeñaba un papel importante, junto con la valentía y el espíritu audaz. Las personalidades con una ideología firme solían ascender a altos cargos militares, y Reinefarth es un buen ejemplo de ello», explica Philipp Marti, autor de El caso Reinefahrt, en una entrevista que divulga el Instituto de la Memoria Nacional de Polonia.

Hay que matar a todos, no se pueden tomar prisioneros. Varsovia debe ser arrasada y así se creará un ejemplo aterrador para toda Europa»

HIMMLER A REINEFAHRT

La masacre de Wola

El 5 de agosto, las tropas de Reinefahrt comenzaron la pacificación del barrio varsoviano de Wola. Cumplieron escrupulosamente las órdenes de destruir completamente la ciudad y exterminar a su población. La represión del Levantamiento fue brutal para exhibir que el Reich ejercía el control absoluto.

En el barrio de Wola actualmente se pueden ver los restos de los combates: balas en los edificios y velas en aquellos lugares donde cayó un muchacho que hacía de mensajero, o un grupo de civiles que se lanzó con coraje a defender su hogar. El ancla (kotwica, símbolo de la Armia Krajowa) forma una P y una W, Polska Walcząca o la lucha de Polonia, se convirtió en el emblema de la resistencia y se ve por toda Wola.

«Hay que matar a todos los habitantes, no se pueden tomar prisioneros. Varsovia debe ser arrasada hasta los cimientos y de esta manera se creará un ejemplo aterrador para toda Europa». Esa fue la orden que Heinrich Himmler dio a las unidades de las SS en la capital polaca.

La misión de Reinefarth era clara. No se trataba simplemente de una operación militar, ya que el Ejército Nacional no era reconocido por los alemanes como un ejército legítimo. Su objetivo era castigar la sublevación. «La orden de Himmler a Reinefarth fue asesinar a todos los residentes, salvo a los alemanes «, cuenta Marti en la entrevista.

Del 5 al 7 de agosto de 1944, Wola se convirtió en un infierno. Soldados de las SS llevaron a cabo ejecuciones masivas. Los civiles fueron brutalmente asesinados: los apuñalaron con bayonetas, los enterraron vivos y lanzaron granadas a los sótanos donde se escondían los civiles. Incluso asesinaron a pacientes en los hospitales de Wola. Hoy se estima que la masacre de Wola se cobró unas 60.000 víctimas.

El leal y ortodoxo Reinefarth cumplió las directivas de Himmler al pie de la letra. En una conversación con el general Nikolaus von Vormann, Reinefahrt pregunta: «¿Qué debo hacer con los civiles? Tengo menos munición que prisioneros». Hitler apreciaba al verdugo de Wola. Por el éxito de su misión, Reinefarth recibió la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro con Hojas de Roble.

Era el principal responsable de lo que estaba sucediendo en Varsovia. No hay indicios de que intentara siquiera detener estos crímenes masivos»

PHILIPP MARTI SOBRE REINEFAHRT

Engaña a los aliados

Después fue enviado al frente oriental a combatir al Ejército Rojo. Cuando vio que los nazis estaban sucumbiendo, desobedeció la orden de defender la fortaleza de Kostrzyn y huyó con 600 soldados a Berlín. Allí se entregó a los americanos, a quienes convenció de que tenía información que les sería útil para condenar a otros nazis.

«Tuvo la suerte de que los estadounidenses lo percibieran como un líder militar y no como un funcionario de la ocupación. Reinefarth se vendió como un hombre honorable, como líder militar y no como nazi. Era elocuente y, a primera vista, no encajaba con la imagen de un criminal nacionalsocialista», contaba Philipp Marti. Además, exageró el hecho de haber dejado la fortaleza, como una muestra de su disidencia con el alto mando nazi.

«En los albores de la Guerra Fría, el Counter Intelligence Corps (CIC), el servicio secreto del ejército estadounidense, se interesó por los líderes del Reich alemán que tenían experiencia en los territorios orientales. Reinefarth fue reclutado como informante y luego protegido, pero pronto, en 1946/1947, se hizo evidente que ni tenía información valiosa, ni era inocente», señala Marti.

Llegó a testificar en Núremberg y estuvo recluido hasta 1948, pero no se aceptó la extradición a Polonia «por razones de seguridad». Al recuperar la libertad, se instaló en la isla de Sylt, donde la familia de su esposa tenía una casa de vacaciones.

También se libró de pagar por sus crímenes en el proceso judicial en Alemania. se examinaba si alguien era culpable de un delito por su pertenencia a una institución de la Alemania nazi. Sin embargo, Reinefarth logró convencer al tribunal de que, como general de policía, solo se había unido a las SS por coacción. Y volvió a esgrimir cómo había desobedecido las órdenes al final de la guerra.

Como los aliados tenían prisa en concluir estos procesos, lo absolvieron. Ni pidieron documentación a Polonia ni comprobaron su historial. En la desnazificación, consiguió que le clasificaran en la categoría de «seguidor», y apeló hasta que le exoneraron. Pudo volver a ejercer como abogado. Luego fue alcalde y diputado regional. Se llegó a conocer su historia pero se libró de pagar por sus crímenes.

Para Philipp Marti, quien ha investigado el caso de este jerarca nazi en profundidad, «desde el punto de vista histórico, lo decisivo para la culpabilidad de Reinefarth es el hecho de que, en el momento de los fusilamientos masivos, él era el principal responsable de lo que estaba sucediendo en Varsovia. No hay indicios de que intentara siquiera detener estos crímenes masivos».

En Wola, la iglesia dedicada a San Clemens Hofbauer fue parcialmente destruida en el Levantamiento. El 6 de agosto perdieron la vida 30 padres redentoristas en sus inmediaciones. Los relatos muestran cómo los nazis no respetaron a los religiosos. En los años 90 se colocaron placas en recuerdo de los soldados y los jóvenes scouts que combatieron contra los nazis por defender su barrio, Wola, y su ciudad, Varsovia. La plaza junto a la iglesia es ahora un Memorial por los Mártires de Wola.

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