A la vista un nuevo estreno limitado en salas de Netflix después de Una casa llena de dinamita o Frankenstein y de nuevo con un potente sello de autor y un plantel magnífico.
El nuevo trabajo de Noah Baumbach, Jay Kelly, es una reflexión ácida sobre el precio a pagar por la fama que depara el séptimo arte a riesgo de terminar formando una frontera difusa entre la realidad y la ficción. De tener el corazón de masas que no te conocen y dejar fríos a los miembros de tu propia familia. De hacer equilibrismo entre ser amado u odiado en función de la parte de ti que ven los demás.
Edificada sobre la crisis de identidad de un artista consagrado en el terreno del cine de acción, la película va de menos a más hasta alcanzar un desenlace conmovedor, aunque también trágico, de los que te parten el alma en dos.
Sirve a su vez de celebración de la propia carrera de George Clooney, actor que debutó en el 78 y alcanzó la fama primero en televisión antes de despuntar en el cine. Su implicación es total, habiendo aceptado el papel apenas tuvo el guión en sus manos y prestando su imagen para una retrospectiva muy peculiar.
Echar la vista atrás y pensar a costa de qué has llegado ahí
Jay Kelly es un actor sexagenario que acaba de finalizar un rodaje cuando recibe la noticia de que quieren hacerle un homenaje en la Toscana. La simple idea le causa urticaria pero, cuando descubre que su hija tiene pensado pasar el verano recorriendo Europa, decide que puede ser una excusa para encontrarse con ella.
Su fiel representante Ron y todo su séquito se embarca con él para acompañarlo y arroparlo en el reconocimiento que van a hacerle pero el viaje se convierte para él en un proceso de autodescubrimiento que trasciende su propósito inicial.
A medida que va rememorando algunos de los pasajes más importantes de su vida: desde su primera audición hasta sus clases de interpretación o la evolución de su relación con sus hijas por medio de conversaciones significativas, se da cuenta de que todo el mundo conoce a Jay Kelly pero él no se conoce en absoluto a sí mismo.
La cuestión es qué hacer para darle la vuelta a su situación. Cuando las lealtades de su equipo se ponen a prueba, Jay descubre que Ron es su Sancho Panza. El único capaz de renunciar a todo por él y la persona idónea con la que celebrar un éxito del que ambos han sido partícipes.
Baumbach se sirve de una fotografía muy contrastada y un tono extramelancólico para lanzar sus ideas, que vienen por oleadas a medida que distintos personajes van alternándose para abrirle los ojos.
Atentos al desfile de estrellas porque es bastante impresionante: Jim Broadbent, Laura Dern, Emily Mortimer (que también coescribe el guión de la película), Greta Gerwig o Patrick Wilson son solo algunos de los rostros conocidos que desfilan por la pantalla, aportando aristas a un personaje muy complejo, carcomido por la culpa de no haber sido un buen padre, ni un buen esposo y tampoco un buen amigo.
El planteamiento es bastante onírico, muy bien materializado gracias a una puesta en escena rica y llena de detalles y luce muy bien en pantalla porque se erige sobre los hombros de un carismático George Clooney que desborda en un papel que le va como anillo al dedo.
El talón de Aquiles de Jay Kelly es el ritmo. Tarda lo suyo en entrar en materia, de modo que la primera hora de metraje se hace bastante lenta hasta que va despegando y tomando forma.
En cualquier caso, los 137 minutos de duración se antojan excesivos y le pasan factura de manera temprana a la narración: si no «aguantas» ese primer impás puede que te cueste engancharte más tarde o que tu curva de atención se haya saturado cuando empieza a ponerse realmente interesante. Merece la pena tener paciencia.
Valoración
Nota 75
Una película con corazón y amor al cine que desarrolla a su personaje principal con ternura y comprensión humana, aceptando sus muchos errores vitales, que terminan por pasarle factura.
Lo mejor
El desfile de intérpretes secundarios, la entrega Clooney al papel y el desenlace, muy emotivo.
Lo peor
El ritmo: la primera hora resulta demasiado lenta.