«Me gusta mucho». Dicho así, hoy día podría ser una de esas millones de aprobaciones que coleccionan los vídeos de Instagram. Pero este entusiasta … comentario aparece a los pies de un boceto que se puede ver y leer en la exposición ‘Más que un grano de arena. Málaga y el arquitecto Guerrero Strachan (1880-1930)’, que se ha presentado este miércoles en el Museo de Málaga para reivindicar al inventor del estilo malagueño dentro del regionalismo de comienzos del siglo XX. La firma del autor del mensaje no era un parroquiano más, sino el mismísimo obispo Manuel González García que, al ver el diseño del nuevo seminario diocesano de Los Almendrales, no pudo ocultar su satisfacción y la dejó por escrito. Este documento inédito es uno de los que se exhiben en la muestra, junto a los proyectos originales de la neogótica Iglesia del Sagrado Corazón, el emblemático Hotel Alfonso XIII -actual Miramar- o el monumental Ayuntamiento de Málaga que, curiosamente, acabaría presidiendo el propio arquitecto al convertirse en alcalde en 1928. Una exhibición que propone una profunda revisión del hombre que transformó la ciudad con ese «grano de arena» que él mismo acuñó y que se ha convertido en lema de su propio legado.

Boceto del proyecto del Ayuntamiento de Málaga que ganó Guerrero Strachan en un concurso.

Boceto del proyecto del Ayuntamiento de Málaga que ganó Guerrero Strachan en un concurso.

Salvador Salas

Organizada por el Colegio de Arquitectos, el exquisito montaje que podrá verse hasta marzo de 2026 en la Sala de Exposiciones Temporales Eugenio Chicano ha tratado de «deconstruir» al personaje y su obra para llegar a su esencia. Así, frente a las vanguardias que llegaron en los años veinte y contagiaron también las corrientes arquitectónicas, Fernando Guerrero Strachan (Málaga, 1879-1930) optó por lo autóctono, aunque sin renunciar a la modernidad. «Lo interesante del personaje es que no es enmarcable, sino que es un gran ecléctico a mucha honra y su interés es poner su estilo al servicio de las emociones», explica el arquitecto Francisco González Fernández, comisario de la exposición junto a Juan José Gutiérrez Blanco, Enrique Bravo Lanzac y Luis Ruiz Padrón. «Estamos en un periodo en el que los arquitectos están buscando algo nuevo y unos lo encuentran en las vanguardias, mientras que otros, desde las bases de la historia, buscan algo nuevo y la ponen a su servicio», ha señalado el experto sobre la aportación del malagueño a la construcción de la imagen de Málaga en el primer tercio del siglo XX.

La burguesía malagueña encontró en Guerrero Strachan a su arquitecto de cabecera al ser capaz de leer a la perfección lo que la ciudad y sus gentes necesitaban

Guerrero Strachan estuvo en el sitio adecuado en el momento adecuado. Y eso queda muy bien explicado en la exposición que no solo muestra planos y fotografías, sino que también expone ampliamente aquella Málaga en plena transformación de finales del XIX y comienzos del siguiente siglo, que ampliaba su puerto, a la vez que creaba el Parque para el disfrute ciudadano. Una ciudad dominada por una floreciente sociedad, como se puede ver en los cuadros de Gómez Gil, Verdugo Landi, Horacio Lengo y el visitante Joaquín Sorolla que, como la escuela marinista de la época, pintó la ciudad al darse cuenta que «el mayor hito de Málaga es el horizonte del mar», como ha señalado Bravo Lanzac.

El arquitecto que supo ver lo que Málaga necesitaba

Esa burguesía encontró en Guerrero Strachan a su arquitecto de cabecera al ser capaz de leer a la perfección lo que la ciudad y sus gentes necesitaba. Ahí está la centenaria Casa de las Palmeras del Limonar, que le encargó Tomás Bolín y que actualmente es la sede del propio Colegio de Arquitectos; el icónico Hotel Hernán Cortés, más tarde Caleta Palace y residencia veraniega de Lorca; el Colegio El Monte, por el que han pasado varias generaciones de malagueñas -hoy mixto-, o el Sanatorio Marítimo de Torremolinos que hoy sigue conservando su personalidad y uso. Un repaso a su legado que también expone lo que no se llevó a cabo, como su gran proyecto del nuevo cementerio de Málaga.

Detalles de los edificios construidos en Málaga por Guerrero Strachan.

Detalles de los edificios construidos en Málaga por Guerrero Strachan.

Salvador Salas

El propio retrato oficial de Guerrero Strachan procedente de la galería de alcaldes del Ayuntamiento también se exhibe en esta cuidada exposición, que ha contado con la colaboración de la familia del arquitecto que ha prestado hasta la mesa de dibujo del maestro y otros objetos personales. «Estamos ante una de las figuras claves de los inicios de la Málaga moderna y ante un trabajo que ha permitido revisar su obra y su pensamiento», ha asegurado en la presentación la decana del Colegio de Arquitectos, Susana Gómez de Lara, que ha estado acompañada de la directora del Museo de Málaga, María Morente, y la directora general de Museos de la Junta, Aurora Villalobos, que en su doble condición de arquitecta y conservadora ha felicitado a los comisarios por el discurso expositivo, pero también por la museografía, especialmente concebida para esta exhibición. De hecho, hasta las mesas que exhiben los planos y documentos han sido diseñadas expresamente para la ocasión.

Los comisarios, organizadores y prestadores de obras, en la presentación en el Museo de Málaga.

Los comisarios, organizadores y prestadores de obras, en la presentación en el Museo de Málaga.

Salvador Salas

La muestra también incluye las últimas obras del arquitecto malagueño que, curiosamente, las hizo lejos de su ciudad del paraíso. Concretamente, en la Sevilla de la Exposición Iberoamericana de 1929, donde proyectó el Pabellón de Málaga -hoy desaparecido- y el Hotel América Palace, cuyos planos dan idea de la visión del autor al concebir un espacio «adaptable a casas de viviendas». Precisamente, al rescatar la documentación de estos últimos trabajos fue cuando los comisarios dieron con el «enigmático» título de esta exposición. En la memoria, encontraron un texto inédito en el que Guerrero Strachan resume su pensamiento: «Tengo la satisfacción de haber puesto un grano de arena a tema tan interesante, teniendo la seguridad de que, iniciado el camino, las generaciones venideras sabrán orientar el arte malagueño por derroteros más afortunados y conseguirán imprimir el sello propio que alcanzó en anteriores centurias». «En cuanto cayó en nuestras esta reflexión manos vimos que estábamos ante el manifiesto póstumo de Fernando», concluyen los comisarios.