La velada celebrada este miércoles 19 de noviembre en la Fundación MOP convirtió A Coruña en un epicentro cultural y social con acento internacional. La cita, vinculada a la apertura de Wonderland, la primera gran retrospectiva de Annie Leibovitz en España, reunió a personalidades de primer nivel del mundo de la moda, el arte y el entretenimiento.
La presencia de figuras como Linda Evangelista, Karen Elson, Eugenia Silva, Pedro Almodóvar, C. Tangana, Luca Guadagnino o David Chipperfield evidenció la dimensión del evento, al que llegaron al menos siete aviones privados a lo largo del día.
En un entorno así, cada detalle contaba. Y entre todos, uno destacó de forma inequívoca: la elección del producto gastronómico central de la cena. El menú, diseñado por Albert Adrià y Marcelo Tejedor, combinó técnica culinaria de vanguardia con respeto absoluto por el territorio gallego y su materia prima. Ni las ostras ni las reinterpretaciones vegetales lograron eclipsar al plato más esperado de la noche: la merluza de Celeiro, servida como emblema de calidad del mar lucense.
¿Qué es la merluza de Celeiro?
La merluza de Celeiro es un pescado blanco capturado en las frías aguas del Cantábrico y desembarcado en el puerto lucense de Celeiro, en el municipio de Viveiro. Su fama responde a tres atributos clave: frescura, calidad y consistencia culinaria. Se comercializa bajo estrictos estándares de sostenibilidad y trazabilidad, lo que la hace especialmente valorada en la alta cocina. Su carne firme, su sabor suave y su textura delicada la han convertido en un producto codiciado por chefs de referencia y por consumidores exigentes dentro y fuera de Galicia.

Merluza de Celeiro. AEP
La selección de este producto no fue casual. En los eventos impulsados por la Fundación Marta Ortega, la presencia de la gastronomía gallega se ha convertido en una constante, reforzando la apuesta por proyectar al exterior la riqueza y el potencial del territorio. El pescado procedente de Celeiro, capturado en aguas frías del Cantábrico y valorado por su frescura y sabor, funcionó como estandarte culinario ante una audiencia capaz de dictar tendencias en cualquier escenario internacional.
La coordinación entre arte y gastronomía no solo aportó brillo a la velada, sino que contribuyó a la narrativa estratégica que rodea a la exposición Wonderland, que podrá visitarse hasta el 1 de mayo de 2026. A través de esta combinación, Galicia se posicionó no solo como anfitriona cultural, sino como referente capaz de ofrecer experiencias completas que integran patrimonio, creatividad y producto local de alta gama.
La representación de la moda también ocupó un lugar destacado en la cena, con la asistencia de Ludovic de Saint Sernin –diseñador de una reciente colección para Zara–, así como de otras figuras creativas internacionales. Una noche en la que la proyección global convivió con un mensaje territorial claro.
La apuesta de Marta Ortega por incorporar un producto lucense como plato central en un evento de proyección mundial no solo dejó huella entre los asistentes, sino que reforzó la visibilidad de la excelencia gastronómica gallega. Un gesto discreto pero eficaz: cuando Galicia quiere brillar, le basta con servir su mejor producto en la mesa adecuada.