Este día, dedicado a proteger los derechos de los más pequeños, nos impulsa a reflexionar sobre el modelo de baloncesto que estamos ofreciendo y el que realmente necesitan.

En el Día Mundial de la Infancia, Movistar Estudiantes presenta este manifiesto en defensa de un baloncesto verdaderamente formativo, que refuerce la idea de que el deporte debe ser un espacio seguro, educativo y orientado al bienestar de los más pequeños. Este documento pretende reafirmar qué modelo de baloncesto necesitan realmente los niños y niñas: uno que les cuide, les respete y les permita disfrutar mientras crecen.

El manifiesto de Movistar Estudiantes:

Con motivo del Día Mundial de la Infancia, en Movistar Estudiantes queremos alzar la voz para recordar que el deporte debe ser siempre un espacio seguro, saludable y lleno de aprendizajes para los más pequeños. Este día, dedicado a proteger sus derechos y poner en valor su bienestar, nos impulsa a reflexionar sobre el modelo de baloncesto que estamos ofreciendo y el que realmente necesitan. Por ello presentamos este manifiesto: una defensa firme de un baloncesto infantil que cuide, que eduque y que sitúe a niños y niñas en el centro, respetando sus tiempos, su salud y su felicidad.

El baloncesto es mucho más que un deporte. Es una escuela de vida, un espacio donde niños y niñas aprenden a relacionarse, a superar desafíos y a crecer como personas. En Movistar Estudiantes nos gusta decir que formamos personas a través del baloncesto.

Sin embargo, en los últimos años hemos observado una tendencia preocupante que amenaza con desvirtuar la esencia formativa de este deporte. La industria del baloncesto acelera procesos, incrementa la carga de entrenamientos y propone una especialización temprana, mercantilizando a jugadores que aún se encuentran en pleno desarrollo.

Nosotros no queremos correr. Creemos firmemente que más no es mejor. Las consecuencias no son solo físicas —cada vez aparecen más lesiones y más graves—, sino también emocionales. El entrenamiento intensivo y la presión competitiva prematura generan agotamiento emocional, estrés crónico y, paradójicamente, un abandono temprano del deporte. Muchos niños y niñas que se especializan antes de tiempo pierden la motivación, se frustran al no cumplir expectativas desproporcionadas y terminan alejándose del baloncesto o de cualquier actividad física justo cuando más la necesitan para su desarrollo.

El testimonio de jugadores profesionales como Ricky Rubio es revelador. Tras una carrera brillante en la NBA y con la selección española, confesó que durante años vivió el baloncesto “con miedo”, sometido a una “presión inhumana” y “robótica” que le impedía disfrutar del juego. “Cada partido era un examen”, hasta el punto de derrumbarse emocionalmente pese a obtener buenos resultados. Solo al redescubrir el placer por jugar, libre de la obsesión por las estadísticas, pudo volver a ser feliz en la cancha.

Frente a este modelo de especialización prematura y búsqueda inmediata de rendimiento, defendemos un baloncesto saludable, basado en valores, donde el proceso de aprendizaje y el desarrollo personal prevalezcan sobre el resultado. Y en el centro de esta filosofía está el trabajo en equipo.

Como recuerda el propio Ricky Rubio: “Se está perdiendo un poco que el baloncesto es un deporte de equipo y que las sensaciones son diferentes a las cifras”. La obsesión por los números individuales (puntos, estadísticas, rankings) está distorsionando la esencia colectiva del juego y generando una presión creciente en jugadores cada vez más jóvenes. El verdadero impacto de un jugador no se mide únicamente en estadísticas, sino en su capacidad para mejorar al equipo, comunicarse, generar confianza y contribuir al objetivo común.

Por eso, en Movistar Estudiantes el equipo está por encima de todo. No entendemos el baloncesto sin el valor del colectivo. El equipo enseña a expresarse y escuchar, a comprender que el éxito depende del esfuerzo conjunto, a aceptar el rol propio y a valorar fortalezas y debilidades compartidas. Por ello no apoyamos propuestas que impliquen cambios de equipo repentinos en edades tan tempranas.

Estas habilidades interpersonales van más allá del deporte y se convierten en herramientas esenciales para el desarrollo académico, social y profesional futuro. El baloncesto bien entendido forma no solo jugadores, sino personas capaces de cooperar, liderar, resolver conflictos y contribuir positivamente a su comunidad. Eso es, para nosotros, Movistar Estudiantes.

Nuestro compromiso: recomendaciones para un baloncesto saludable.

En Movistar Estudiantes, como comunidad baloncestística —padres, madres, entrenadores, clubes y dirigentes— tenemos la responsabilidad de proteger el bienestar de nuestros niños y niñas. Por ello, nos comprometemos a:

  1. Regular la carga de entrenamiento y competición según la edad, respetando los tiempos de descanso y los procesos biológicos propios del crecimiento.
  2. Priorizar el disfrute y el aprendizaje por encima del resultado inmediato, creando entornos donde equivocarse sea parte natural del proceso y donde el juego libre tenga espacio. Para nosotros, una sonrisa vale más que una estadística.
  3. Respetar los ritmos individuales de desarrollo físico, emocional y madurativo, evitando comparaciones y presiones inadecuadas.
  4. Fomentar el trabajo en equipo como pilar fundamental del juego, valorando tanto la asistencia como la canasta, el esfuerzo defensivo colectivo por encima del lucimiento individual y reforzando los valores del deporte compartido.

Una llamada a la reflexión

El baloncesto infantil debe ser un espacio de alegría, aprendizaje y crecimiento compartido. No podemos permitir que la búsqueda del talento precoz o del éxito inmediato prive a los niños y niñas del derecho a disfrutar del juego, desarrollarse de forma armónica y construir relaciones significativas a través del deporte.

Reivindicamos un modelo de baloncesto formativo donde:

  1. Los niños y niñas jueguen, no trabajen.
  2. El proceso importe más que el resultado.
  3. La diversión conviva con el esfuerzo.
  4. El equipo esté por encima del individualismo.
  5. La salud física y emocional sea innegociable.

Este es nuestro compromiso. Este es el baloncesto que queremos: un deporte que ayude a crecer, que enseñe a cooperar y a superar desafíos junto a otros, y que acompañe a lo largo de la vida como fuente de bienestar y relaciones significativas.

El baloncesto debe construir personas antes que jugadores. Y solo lo lograremos si ponemos a los niños y niñas en el centro, respetando sus tiempos, protegiendo su salud y valorando lo más importante: su felicidad y su desarrollo integral.

“Por un baloncesto infantil: saludable, educativo y centrado en valores”


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