Necesitó el Real Madrid de todo su arsenal para acabar con el Zalgiris Kaunas (100-99), gran revelación de la campaña continental. Los bálticos, gracias a la brillantez de Francisco y a la exhibición en el poste de Tubelis, se convirtieron en … un ente inquebrantable que estuvo a punto de desquiciar a los blancos. Su futuro pareció muy negro hasta la aparición estelar de Maledon, que en el ecuador del último cuarto, apoyado por Campazzo, enlazó varias acciones de mucho mérito para, así, acabar con la bravura báltica y regalar a los suyos una necesitada victoria con la que escalar en la clasificación.
Solo hicieron falta unas posesiones para descubrir por qué el Zalgiris es uno de los equipos más en forma del continente. Aupados por el acierto de Birutis, los lituanos aterrizaron en el Movistar Arena con mucha ambición, solo reducidos los verdes cuando la bestia Tavares y sus tapones hacían acto de presencia. El miedo provocado por el africano hizo mella en sus rivales y el Madrid, tras siete puntos de Campazzo, construyó la primera ventaja notable de la noche.
Aplaudía Scariolo, le gustaba lo que veía al italiano, muy insistentes sus pupilos en controlar el juego, en no dejarse arrastrar por el enérgico ritmo que intentaban imprimir los bálticos. La defensa blanca era excelente y las individualidades marcaban las diferencias en ataque. Aunque las canastas del galo Francisco eran unas balas imposibles de esquivar, lo cierto es que, tras una canasta de Maledon, la situación parecía muy controlada en clave blanca (22-16).
Andrés Feliz se hizo con el protagonismo después de su opresiva persecución a los bases lituanos. Cuatro fueron los robos que llevaron su firma, espectaculares esfuerzos que no siguieron sus compañeros, poco pendientes de defender el tiro de tres, la gran especialidad de los visitantes. Tras tres aciertos consecutivos, la diferencia pasó de ser de 12 a solo tres y a Scariolo no le quedó más remedio que devolver a Tavares a pista para enmendar la situación. Solo tardó unas posesiones en sumar un nuevo tapón, acción que fue seguida de un potente mate de Lyles a dos manos. El Madrid había vuelto a tomar el control.
Pese a todo, el Zalgiris es un equipo muy bravo, difícil de reducir. Le cogió el gusto a correr, a meter manos por doquier y, cuando tuvo la oportunidad, golpeó con contundencia. Una buena suspensión de Wright puso a los visitantes de nuevo a solo dos tantos, aunque el Madrid, algo tocado en el orgullo, contratacó con fiereza. Tavares volvió a ser un muro, Campazzo dirigió con mucha intención y Lyles, con su clase habitual, dio algo de oxígeno a los merengues antes del descanso (43-37).
Pasaban los minutos y el Zalgiris no mostraba ni la más mínima muestra de cansancio. Francisco, muy pillo, le sacó a Campazzo tres tiros libres, todos ellos anotados, acciones que, seguidas de una fácil bandeja de Tubelis, que estaba destrozando a Lyles, pusieron a los bálticos por delante. El Madrid estaba sobrepasado, no sabía cómo contrarrestar tanto ímpetu. Sin ideas, Scariolo movía el banquillo de manera anárquica e incluso propuso una zona para hacer reaccionar a sus pupilos, pero ninguna de sus medidas pudieron neutralizar el acierto de Francisco (62-62).
Cada vez que el Madrid intentaba asomar la cabeza, distanciarse, los lituanos encontraban alguna forma de impedírselo, un auténtico toma y daca que se prolongó hasta que Maledon, excelente su estado de forma en las últimas semanas, sumó seis puntos consecutivos que parecieron acabar con las esperanzas lituanas. Aun así, en el abismo, un triple de Ulanovas dio una última vida a los visitantes, pero Campazzo no tuvo piedad y remató la faena.