Aterriza en Prime Video ‘Caza de brujas’, la última película de Luca Guadagnino con Julia Roberts, Andrew Garfield y Ayo Edebiri como protagonistas.
Llega a Prime Video Caza de brujas, apenas un mes después después de haberse estrenado en cines y de haber tenido mucha menos repercusión de la esperada dado el tema que trata.
La película, dirigida por Luca Guadagnino y protagonizada por Julia Roberts, generó una fuerte controversia durante su presentación en el pasado Festival de Venecia, por su forma de acercarse al movimiento Me Too y la cultura de la cancelación.
Desde los primeros minutos, la película deja clara su intención de provocar. Los títulos de crédito emplean la tipografía característica de Woody Allen, un gesto que, lejos de ser casual, funciona como una declaración de intenciones por parte de Guadagnino.
La trama gira en torno a Alma Anville, una profesora de filosofía en la Universidad de Yale (Julia Roberts), quien se enfrenta a una crisis personal y profesional cuando una de sus alumnas más brillantes, encarnada por Ayo Edebiri, acusa a un colega (Andrew Garfield) de violación.
La estudiante, al no sentirse respaldada por su mentora, responsabilizará a Alma de no creerla, mientras que el profesor acusado también le reprochará su falta de apoyo, intentando convencerla de su inocencia. Este conflicto situará a la protagonista en el epicentro de una red de lealtades, dudas y secretos, donde cada decisión amenaza con tener consecuencias irreversibles en las carreras profesionales de los implicados.
Julia Roberts es profesora de Filosofía en Yale en ‘Caza de brujas’ (Yannis Drakoulidis/Amazon MGM Studios via AP)
El guion, obra de la debutante Nora Garret, explora las zonas grises del consentimiento, la ‘revictimización’ y la complejidad de las relaciones de poder. La película plantea la posibilidad de que una víctima de abuso pueda ser, al mismo tiempo, una estudiante mediocre o incluso tramposa, lo que la situará en constante cuestionamiento.
Además, examina cómo la ‘sororidad’ puede romperse en los momentos más críticos y cómo la Generación Z desafía, pero también repite, los errores de generaciones anteriores.
En una de las escenas, el personaje de Alma pronuncia la frase: “No todo se supone que debe hacerte sentir cómoda”, una declaración que sintetiza el tono incómodo y provocativo de la película.
El filme arranca con la frase “Sucedió en Yale” y, a partir de ahí, sumerge al espectador en la atmósfera elitista de la universidad, con una fiesta en la casa de la protagonista donde los asistentes compiten por demostrar su erudición citando a filósofos como Hegel, Heidegger, Nietzsche, Arendt, Freud o Adorno, mientras beben descalzos. Todo muy profundo y muy frívolo al mismo tiempo.
En sus clases, el personaje de Roberts aborda conceptos de Michel Foucault como la ‘moralidad colectiva’ o la ‘ética de la sociedad’, que Guadagnino utiliza para reflexionar sobre la cultura ‘woke’ y llevar el debate a su terreno, en una apuesta por la controversia premeditada.
Ayo Edebiri y Julia Roberts en una escena de ‘Caza de brujas’ (Yannis Drakoulidis/Amazon MGM Studios via AP)
El desarrollo de la película, sin embargo, retuerce los conceptos hasta el punto de que el director parece situarse por encima del público, sugiriendo que posee las claves para interpretar el Me Too y ser capaz de dar una serie de lecciones morales.
Guadagnino llega a pervertir el sentido del movimiento, insinuando que las mujeres han utilizado el Me Too para vengarse de los hombres y ascender profesionalmente a su costa, una visión que podría encontrar eco en la llamada ‘manosfera’. El director maneja un material especialmente delicado y polémico, y lo hace con un tono de intelectualidad artificioso que, lejos de aportar profundidad, reviste la propuesta de una pesadez ‘autocondescendiente’.
El uso del fuera de campo y las alusiones ambiguas genera una atmósfera de duda, pero en realidad la película da vueltas sobre los mismos conceptos, construyendo una intriga que desemboca en la idea de que el empoderamiento femenino puede producir monstruos, un enfoque que resulta despectivo hacia las mujeres.
Guadagnino experimenta con el lenguaje cinematográfico, recurriendo a un montaje que descoloca al espectador y crea escenas desconcertantes, aunque estas estrategias acaban resultando de lo más tramposas.
Luca Guadagnino dirige a Ayo Edebiri y a Julia Roberts en ‘Caza de brujas’ (Yannis Drakoulidis/Amazon MGM Studios via AP)
Uno de los objetivos aparentes de Caza de brujas es desafiar al espectador con dilemas morales y obligarle a posicionarse a medida que avanza la trama. Sin embargo, el desarrollo conduce a un desenlace claramente tendencioso, en el que la supuesta invitación al debate se revela como un artificio para provocar controversia gratuita.
La duración de la película, 139 minutos, permite abordar una gran variedad de temas de actualidad, pero a medida que avanza la historia, el espectador percibe que está siendo manipulado y que todo responde a una estrategia oportunista. Mientras las mujeres siguen luchando por sus derechos, la película recurre a los viejos estigmas del machismo estructural para construir su discurso.
La propuesta de Guadagnino plantea la realidad como una competición en la que lo único que importa es ganar o perder, sin reparar en las consecuencias para quienes quedan en el camino. Seguramente, ahora que le película llega a las plataformas, se reactivará el debate alrededor de los temas que trata.