Glen Powell demuestra con esta frenética propuesta que este es un género para el que está hecho
Siguiendo el ejemplo de Edgar Wright en The Running Man, vamos directo al grano: la adaptación de la historia de Stephen King es puro entretenimiento de principio a fin y una de las películas de acción más destacadas del año. El filme de ciencia ficción es, también, el título con el que se crea una nueva estrella del cine de acción: Glen Powell demuestra con esta frenética propuesta que ese es un género para el que está hecho.
Cuando King escribió, allá por 1973, The Running Man -el libro no se publicó hasta 1982-, imaginó un 2025 en el que Estados Unidos se había convertido en una distopía en la que los que más tienen quieren todavía más y se aprovechan de la clase obrera. También uno en el que la telerrealidad se ha convertido en un gran poder con el que lobotomizar a la sociedad y manipular la realidad y a la gente a su antojo.
Ben Richards es el protagonista de esta aventura, un hombre corriente en paro que, tras no poder comprarle medicinas a su hija enferma, se apunta a The Running Man, un concurso en el que los protagonistas son perseguidos por asesinos profesionales y cualquier persona puede delatarlos. Si sobreviven 30 días, ganan la partida. Sí. Imposible.
Stephen King escribió esta historia de ciencia ficción hace 52 años y ahora se parece demasiado a 2025: «El cine de género consiste en reflejar la realidad en un espejo deformado»
Glen Powell en estado de gracia

Paramount Pictures
Glen Powell como Ben Richards en ‘The Running Man’
The Running Man tarda poco en mostrar sus cartas. En su primera parte, con un par de secuencias, Wright condensa y explica cómo funciona este mundo. Y con las bases ya asentadas, lo siguiente es entrar en faena. Ben Richards se apunta al concurso, pasa las pruebas, firma el contrato, conoce al malvado productor Dan Killian y es lanzado a la muerte. Desde que comienza el juego, todo es una persecución con algunos momentos de respiro que son más anecdóticos que la norma.
Casilla tras casilla, acierto tras acierto, Wright y Powell consiguen una película que es un espectáculo para los que buscan una buena dosis de acción. The Running Man es esa clase de entretenimiento que recuerda a un clásico noventero del género y que, salvo en excepciones, no intenta ser más de lo que se propone.
Los personajes de The Running Man están bien dibujados. Desde su protagonistas hasta el asesino enmascarado interpretado por un despreocupado -en el buen sentido de la palabra- de Lee Pace, pasando por el magnético presentador al que da vida Colman Domingo y el codicioso productor encarnado por Josh Brolin. Los personajes secundarios que corren a cargo de Michael Cera y William H. Macy son interesantes y fluyen con el relato. El de Emilia Jones desentona un poco en el desenlace del filme, pero también funciona como muestrario de la sociedad que King inventó hace más de cinco décadas y que Wright ha sabido trasladar en imágenes
Sin duda, el que sale ganando de toda esta experiencia es Powell, que sabe llevar sobre sus hombros el peso de una película como esta. El actor tiene rango suficiente en la comedia y en el drama para combinar ambas tonalidades y conseguir un protagonista que cae bien y que quieres que gane la partida.
La adaptación que Stephen King sí merecía

Paramount Pictures
Josh Brolin como Dan Killian en ‘The Running Man’
Wright, que usa de forma efectiva cómo el programa The Running Man manipula la realidad para favorecer una narrativa u otra -presenta a Ben Richards como un villano para que el público no le apoye-, falla en el desenlace de la película. Aunque se entiende que busca que sea más optimista que el de la novela, el resultado provoca una sensación extraña. Como si no fuese lo natural. Como si todo estuviera conduciendo a algo que no es lo que Wright lleva relatando desde el principio. Y eso se suma a una aventura que, aunque muy entretenida, en ocasiones flojea y hace que se te pase por la cabeza eso de mirar qué hora es.
Lo que sí queda claro es que esta sí es la adaptación que la obra de King se merecía. La de Arnold Schwarzenegger, Perseguido (1987), está tan inundada de frases artificiales para dignificar al héroe, de una estética ridícula y un paso del tiempo perjudicial, que parece un despropósito al autor. En ese aspecto, esta The Running Man, la de Wright y Powell, es todo lo que está bien en el universo de las adaptaciones del rey del terror.