El plan de paz para Ucrania, propuesto y respaldado por Washington, estipula que las regiones de Donetsk y Lugansk y la península de Crimea, anexionada por Rusia en 2014, «serán reconocidas de facto como rusas, incluso por Estados Unidos». Según ha filtrado el portal estadounidense Axios, Ucrania recibiría a cambio garantías de seguridad fiables.

Son los puntos más llamativos del plan de paz que la Casa Blanca habría negociado con Rusia a espaldas de Ucrania, y con los que ahora presiona a Zelenski. Kiev deberá entregar a Rusia los dos óblasts que forman el Donbás, limitar el tamaño de sus fuerzas armadas y rechazar para siempre la idea de entrar en la OTAN.

El proyecto estadounidense supone un duro golpe para el músculo militar ucraniano. Kiev deberá prescindir de 200.000 soldados y dejar a su Ejército con 600.000 efectivos, muy por debajo de los 800.000 con los que cuenta hoy. Ucrania también tendrá que convocar elecciones en un plazo de 100 días desde la firma del acuerdo de paz.

Los 28 puntos del plan incluyen que ambas partes deberán garantizar la amnistía para todos los involucrados en el conflicto. Además, la energía generada por la central nuclear de Zaporiyia, actualmente en manos rusas, se repartiría por igual entre Moscú y Kiev, bajo previo control del Organismo Internacional de Energía Atómica.

Este jueves, el presidente ucraniano describió el plan como una «versión» estadounidense, y rechazó que fuese una oferta definitiva. Sin ofrecer más detalles, afirmó que su país había dejado claras sus «líneas rojas» y que aportaría sus ideas para que el plan fuera «verdaderamente significativo».

Desde que Trump volvió a la Casa Blanca, ha presionado a Kiev constantemente para que entregue sus regiones orientales. Aunque los líderes ucranianos han rechazado la oferta en todas las ocasiones, se desconoce si Zelenski estaría dispuesto a aceptar los puntos en esta nueva ronda de negociaciones.

Las demandas rusas intactas

En estos casi cuatro años de guerra, Moscú apenas ha modificado sus demandas clave y ahora, con este nuevo plan, esas posiciones quedan legitimadas. Rusia siempre ha exigido una Ucrania neutral, con un Ejército menguado y alejada de bloques militares.

Moscú ha pedido mantener el control de las cuatro regiones que ocupa desde el inicio de la guerra. Además de quedarse con las dos provincias que conforman el Donbás, Jersón y Zaporiyia se dividirían a lo largo de la actual línea del frente, redibujando una nueva frontera. En cambio, deberá entregar a Ucrania el resto de territorios que mantiene bajo su dominio.

El objetivo de Estados Unidos es crear una zona desmilitarizada en el este de Ucrania. El Donbás quedaría bajo soberanía rusa, las fuerzas ucranianas se retirarían de la zona y el Kremlin dejaría de enviar tropas.

Además, Rusia se reintegrará en la economía global, pero los cien mil millones de dólares en activos rusos congelados se destinarán a reconstruir e invertir en Ucrania. A cambio, se espera que Moscú no invada los países vecinos y que la OTAN deje de expandirse.

El este de Ucrania

El este de Ucrania ha sido, desde el inicio de la guerra, el principal foco de disputa y la condición indispensable para alcanzar la paz. Es allí donde se enfrentan las ambiciones de ambos países y donde, una y otra vez, se han estancado las conversaciones.

Pero ahora Rusia se ve más fuerte que nunca, y su postura maximalista se ve reflejada en la mesa de negociaciones. Sus avances en el frente, junto con los escándalos de corrupción que afectan al gobierno ucraniano, han debilitado aún más la posición negociadora de Zelenski.

Trump ya aplicó esta misma fórmula con Gaza, y le salió bien. Negoció directamente Israel, la parte fuerte, y obligó al rival palestino, muy debilitado y sin capacidad de maniobra, para que aceptara el acuerdo. Ahora, vuelve a recurrir a la misma estrategia en su afán por seguir acumulando victorias diplomáticas y alzarse con el título de mayor pacificador mundial.