Cuentan que uno siempre vuelve a donde fue feliz, y el Barça ha acumulado en Stamford Bridge algunas de sus noches más luminosas, aunque siempre ha sido un campo difícil. Londres amaneció frío, áspero, de esos escenarios que ponen a prueba el temple. Y allí, donde cada metro cuesta, el Barça supo sufrir. Resistió la energía azul, la intensidad de un Chelsea que buscó castigar cada pérdida, y se agarró al partido con la mezcla justa de paciencia y saber hacer. El empate, con golazos de Carpenter y Pajor, supo a poco. Pero mantiene al equipo invicto en Europa, líder por sus goles y con la sensación de haber sobrevivido a una batalla que era la más difícil de esta primera fase de la Champions.

Apostó Pere Romeu por el once de gala, con Brugts recuperada del susto del clásico y con Aitana lista para asumir mando. Fue una declaración de intenciones. Enfrente, Bompastor respondió armando una defensa con doble lateral —Bronze y Carpenter— para tapar a Pina, a quien meses atrás había señalado como la futbolista que más le sorprendía que no jugara. El duelo nació táctico, lleno de trampas y vigilancias, con dos equipos diseñados para reducir al mínimo los centímetros de libertad. Y desde ahí empezó a crecer un partido que olía a final anticipada entre dos de los mejores del continente.

Dejó claro el Chelsea desde el primer minuto que presionaría alto, con la convicción de asfixiar la salida culé. El Barça, consciente del desgaste que suponía ese escenario, buscó posesiones largas, pausas que congelaran el ritmo inglés. Ona ganó duelos decisivos con Baltimore, Graham trabajó en ayudas a la lateral, y Paredes y Mapi adelantaron metros para compactar líneas. Aleixandri, enorme, sostuvo el andamiaje: recuperó, ordenó y quitó fuegos antes de que prendieran. Hubo pocas ocasiones, pero sí latidos que rompieron el hielo de Londres.

Acción, reacción

Aparecieron dos para el Barça. Primero, un pase quirúrgico de Graham dejó sola a Pajor, cuyo control fue un poema, pero Peng llegó antes del disparo. Un minuto después, Pina filtró otro balón delicioso y la noruega dudó un instante que aprovechó Girma para bloquear. Y ya en la réplica, el golpe de Carpenter: una transición por derecha, un recorte seco y un disparo cruzado, imposible para Cata. La respuesta llegó tras otro sobresalto: a Pajor le anularon un gol por fuera de juego, pero en un córner cazó un balón suelto y lo colocó en la escuadra para empatar. El Chelsea volvió a apretar: Kaptein mandó un balón al palo y Paredes apareció para apagar el incendio.

Diez minutos quedó detenido el partido por un fallo eléctrico que dejó al estadio desconcertado. Cuando volvió la luz, también volvió la exigencia. Cata Coll tuvo que intervenir dos veces ante centros envenenados de Beever-Jones y un disparo de Baltimore. Pajor y Graham rozaron el segundo antes del descanso, aunque no llegaron a encontrarse en el último pase. El Barça, pese a la incomodidad de la presión rival, resistía. Faltaba claridad arriba, pero sobraba disciplina atrás. Aleixandri probó desde lejos, Aitana también, como buscando aire en un partido que aún no había enseñado su última verdad.

Iba madurando el encuentro el conjunto azulgrana con una calma que parecía importada de otra latitud. Pere movió fichas: Brugts dejó su sitio a Aïcha y Ona pasó al costado izquierdo. El Barça, guiado por Aleixandri, se fue sintiendo más cómodo, aun con las zarpas del Chelsea siempre listas para la transición. Carpenter perdonó dos veces, una en carrera y otra ante Cata, y el VAR anuló un gol a Macario por un fuera de juego milimétrico. El partido estaba vivo, nervioso, de esos que se miden más por detalles que por grandes gestos.

Añadió chispa Pere, quizás tarde, con la entrada de Vicky por Graham, valiente para plantarle cara a Baltimore. Alexia rozó el 1-2 tras una jugada magnífica de Ona, pero su disparo salió demasiado centrado. Sydney y Kika aportaron piernas frescas, aunque el tramo final fue de contención, de proteger un empate valioso. El Barça sigue líder, empatado a puntos con el OL Lyonnes y aunque sus perseguidores aprietan, y ya está clasificado: ahora toca asegurar el top-4 para entrar de lleno en cuartos. En Stamford Bridge, donde tantas veces se decide todo, el Barça volvió a mostrarse humano, resistente y consciente de que, incluso cuando no gana, también se construye grandeza