El australiano Adam Elliot, uno de los nombres más conocidos del terreno de la animación, nos demostró hace poco por qué su cine es tan escaso como valioso. Conocido por su estilo artesanal en stop-motion, su humor seco y su constante inclinación hacia lo melancólico y lo biográfico, Elliot dio el salto al largometraje en 2009 con la aclamada ‘Mary & Max‘ (2009), considerada una obra maestra moderna. 

Desde entonces, su filmografía ha sido escasa, con algunos cortometrajes esporádicos y con el estreno el pasado 2024 de su segundo largometraje ‘Memorias de un caracol‘, una fábula poética y dolorosamente divertida que fue nominada al Oscar. Ambientada en la Australia de los años 70 y construida con la sensibilidad intimista que caracteriza al director, la película sigue a dos hermanos socialmente marginados -Grace, una joven fascinada por los caracoles, y Gilbert, un muchacho igualmente inadaptado- que intentan sobrevivir a un torrente de desgracias.

Una odisea profundamente emotiva

En ‘Memorias de un caracol’, Elliot sitúa la historia de Grace Pudel en una Australia setentera marcada por el conservadurismo y el aislamiento social. Grace encuentra refugio en los libros, las cobayas y, sobre todo, en los caracoles, mientras que su hermano Gilbert vive su propio exilio emocional. Cuando su padre, los servicios sociales separan a los dos hermanos, arrojándolos a mundos completamente distintos. A partir de ese punto, ambos se enfrentan a una cadena casi ininterrumpida de desgracias que les pone a prueba.


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Con su estilo inconfundible, Elliot compone una película que resulta tan hermosa como incómoda. La sucesión de desgracias que golpea a Grace y Gilbert despierta un tipo de emoción que no siempre se traduce en lágrimas, sino en un poso reflexivo que permanece mucho después de los créditos. ‘Memorias de un caracol’ invita a pensar en las defensas que construimos, en cómo el entorno moldea nuestras heridas y en la extraña forma en que la esperanza puede brotar incluso en los paisajes más áridos.

'Memorias de un caracol'

A ratos desgarradora y a ratos contenidamente divertida, la película es una prueba emocional exigente. Elliot aborda temas como la soledad, la enfermedad, la adicción, el fundamentalismo religioso, la intolerancia o la muerte sin edulcorar nada, pero también sin perder la humanidad que define su cine. Todo ello convierte al filme en una experiencia que quizá obligue a tener pañuelos cerca mientras seguimos la inusual odisea existencial de sus protagonistas.

Y aun así, entre tanta desolación, Elliot sabe abrir pequeñas ventanas de luz: momentos de humor sutil, apariciones de personajes excéntricos y mucha sensibilidad. La tenéis en Movistar Plus+.

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