Con Aullar, Sergio Siruela firma un debut en el largometraje que combina la crudeza del drama social con los ritmos tensos del thriller. Tras una década trabajando en México para distintas plataformas y cadenas, el cineasta regresa a España para narrar una historia íntima marcada por heridas familiares, adicciones y segundas oportunidades. El resultado es una película áspera y contenida que se apoya en interpretaciones sólidas y en una puesta en escena que prioriza la cercanía emocional.

Aullar se erige así como una ópera prima poderosa, austera y profundamente humana. Elena Martínez encarna a Mamen, una madre soltera que cría a su hijo entre precariedades y la frustración de una vida que nunca terminó de tomar el rumbo que soñó. Su rutina se ve sacudida cuando reaparece su padre, interpretado por un imponente Antonio Dechent. Ausente durante años y atrapado en el alcoholismo, llega en busca de ayuda: su casa ha sido ocupada por un grupo de adictos y teme perder lo único que le queda. A regañadientes, Mamen accede a acompañarlo, iniciando un viaje incómodo hacia un pasado que ambos habían preferido olvidar.

Siruela aprovecha este reencuentro para construir un retrato honesto de las cicatrices que dejan las adicciones en el núcleo familiar. El director evita el sensacionalismo y opta por un enfoque sobrio, casi documental, que hace que cada gesto pese y cada silencio revele más de lo que los personajes están dispuestos a decir. En este terreno, Dechent brilla especialmente: su interpretación, cargada de vulnerabilidad y dignidad quebrada, se convierte en uno de los ejes emocionales de la película.

Los códigos del thriller se encuentran en las secuencias relacionadas con la casa ocupada, donde el clima de amenaza y descontrol añade tensión sin desviar el foco del drama principal. El filme se completa con las solventes actuaciones de Paco Tous y Adelfa Calvo, que aportan matices a un relato que nunca pierde humanidad.

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