Cuando Amparo Castellanos colgaba la bata blanca tras pasar la jornada en su botica del Espolón, cambiaba los albarelos, matraces y balanzas por paletas, pinceles y caballetes. Subía al estudio que tenía en ese mismo edificio cada día. Pintaba a placer, sin mirar el reloj y sin ninguna presión. Más de cinco décadas de creación alumbraron una contundente y muy desconocida obra pictórica. Ahora, en el ocaso de su vida, ha decidido donar una parte a entidades de la ciudad. Con algunas ya se ha iniciado la tramitación y han aceptado este legado, con otras se ha contactado y la lista aún está abierta.
La colección más destacada llegará al Ayuntamiento, con 10 pinturas. Con 7 se quedará el Museo de Burgos, que ya se ha comprometido a orquestar una exposición en 2026 para que el público burgalés y el foráneo redescubra a esta desconocida artista. Tres permanecerán en la Institución Fernán González y una en la Cámara de Comercio, la primera en recibirla, pues su presidente, Antonio Méndez, ya la ha recogido de manos de la pintora. Con FAE, Colegio de Farmacéuticos de Burgos, Universidad de Burgos e Isabel I ya se ha contactado y recibirán fondos, aunque queda pendiente concretar cuáles.
«El sentimiento de Amparo sobre su obra pictórica es que no se pierda y trascienda más allá de su vida. Amparo es artista vocacional, no ha tenido unos objetivos de exposiciones ni de venta al público. Ella ha pintado porque lo sentía, porque a la vez expresaba una forma de pensar y de vivir que no era real, pero sí la plasmaba en el lienzo. La vida tiene sus límites, pero la pintura de Amparo no tiene por qué tenerlos, sino que puede seguir estando y hacerlo en las instituciones que pueden cuidar, valorar y proyectarla. Al final, lo bonito de la obra de un artista es que todo el mundo pueda disfrutar de ella, ahí se encuentra la generosidad de Amparo», se explaya José Luis del Río, que se ocupa de la tramitación que conlleva la donación por encargo de la propia creadora y de su familia, ayudado por amigos como Carmen Cuesta y Pepe Simón.
La Real Academia Burgense completará sus fondos artísticos con tres piezas: un desnudo (imagen), un Quijote y una vista de la Plaza Mayor capitalina. – Foto: Amparo Castellanos
Todos lo hacen con el convencimiento de la necesidad de sacar a Castellanos de la sombra en la que, salvo contadas ocasiones, como la antológica Fórmula magistral en el Arco de Santa María en 2022, ella misma, pintora atípica y tímida, ajena a las vanidades del arte, ha decidido habitar.