Tener frente a ti a una leyenda viva de la fotografía ya sería, por sí solo, un privilegio. Pero poder recorrer una exposición guiada por su propia autora es un lujo reservado a muy pocos. Esta mañana, una decena de periodistas españoles —entre ellos Vanitatis— hemos tenido la oportunidad de acompañar a Annie Leibovitz por la Fundación Marta Ortega. La primera mujer que expone en este espacio ya es, desde hoy, parte de su historia.
Vestida con vaquero negro, zapatillas deportivas y una chaqueta de terciopelo, Leibovitz ha llegado sin artificios, como quien no quiere darse importancia. Su sobriedad, su elegancia sin pretensión y, sobre todo, su atención constante a los fotógrafos y cámaras presentes han dibujado desde el primer momento a una mujer para la que la autenticidad sigue siendo un principio irrenunciable. Ha bromeado mientras se preocupaba de que todos pudiésemos hacer nuestro trabajo. El gesto resume bien la forma en que concibe su oficio: directa, sin capas. Y ha confesado que el título de la exposición viene de eso, la tierra de las maravillas «Wonderland» un lugar para disfrutar.
Una exposición que se mira, se piensa y se escucha
Leibovitz ha insistido en que esta muestra está en A Coruña por una razón: el amor de Marta Ortega y Carlos Torretta por la fotografía. Un vínculo que, según la artista, fue decisivo para aceptar el proyecto. “No estaba segura de hacer una exposición de mi trabajo de moda… pero ellos son muy apasionados por el arte, así que decidí aceptarlo”, nos confesaba al inicio del recorrido.
La ruta, de aproximadamente una hora, comienza con un vídeo imprescindible. Por él desfilan colaboradores esenciales de su carrera —como Graydon Carter o Grace Coddington— además de modelos, estilistas y atrezzistas que han trabajado con ella durante décadas y cuentan la verdad entre sonrisas y frases como «no negaré que la hubiera querido matar un par de veces» frente a los asistentes que se sumergen en ese universo personalísimo, construido a lo largo de más de cinco décadas.
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Frente a una pared repleta de imágenes que recogen sus inicios en Rolling Stone, la artista ha explicado por qué en esta exposición ha querido resucitar su etapa de reportera. “Creo que es importante que un fotógrafo joven entienda a qué profundidad debe llegar para comprender cómo hacer un retrato. Esta pared es una pared de aprendizaje”, y lo dice señalando esas fotos grapadas directamente al muro, austeras, crudas, capaces de narrar la vida cotidiana de una generación.
Un viaje desde el reporterismo a la moda que cambió su vida
La exposición avanza y las grapas que sostienen las imágenes de su juventud dan paso a las chinchetas, la cuerda de esparto y la madera: materiales simples, casi domésticos, sostienen algunos de los trabajos más icónicos de su carrera. Entre ellos, fotografías de Susan Sontag, su pareja durante décadas a la que ha señalado con una emoción discreta, pero incuestionable.
Para muchos asistentes, algunas imágenes eran desconocidas incluso dentro de su vasto archivo. Otras, en cambio, forman parte ya del imaginario cultural contemporáneo: retratos de prácticamente todos los actores de Hollywood, composiciones teatrales, paisajes emocionales cargados de simbolismo.
Al detenerse frente a la fotografía de Rihanna, Leibovitz ha confesado la admiración que siente por ella: “Es una mujer inteligentísima, una joven de su tiempo”. Y entre risas añadía que, cuando captó la célebre imagen de su embarazo, le sorprendió que la cantante “siempre parece embarazarse para los grandes momentos: la Met Gala, la Super Bowl…”.
Annie Leibovitz (Fundación MOP)
También dedica más de una pared a Natalia Vodianova, convertida en Alicia en su particular País de las Maravillas, y recordado a Karen Elson, una de sus musas más constantes. Para el público español, el guiño llegó al detenerse frente a la imagen de Penélope Cruz. “La fotografié muchas veces, pero nunca capturé la misma magia que cuando llegué a España y la vi posar en su tierra”, confiesa.
Una de las anécdotas más emotivas ha sido al recordar cómo fotografió a Yoko Ono y John Lennon pocos días antes de la muerte del cantante, «me dio tiempo a enseñarle la Polaroid, la imagen captada, murió tan solo unas horas después».
Reyes, diseñadores y mitologías: cómo mira Annie a sus retratados
Una de las instalaciones audiovisuales muestra la fotografía que el Banco de España le encargó el año pasado del rey Felipe VI y la reina Letizia. Leibovitz compartió una anécdota reveladora: “El rey estaba muy relajado y la reina más nerviosa”, dijo generando sonrisas entre los asistentes. Cuando se le preguntó por si existe diferencia entre retratar a un rey real o a un “rey de la moda”, su respuesta fue contundente: “No creo que pueda simplificarlo así. Todos tienen algo interesante. Me meto en cada sesión intentando hacer lo mejor que puedo, tratando de entender a la persona, ya sea un rey o un diseñador”.
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Su ironía arrancó carcajadas, pero detrás había un mensaje claro: para Leibovitz, lo esencial nunca es el decorado, sino la verdad emocional.
Uno de los momentos más personales llegó cuando una periodista le preguntó cómo mantiene su energía a los 76 años. Su respuesta fue tan sincera como inesperada: “No se habla suficiente de lo maravilloso que es envejecer. Todo va más lento, sí, pero sabes lo que estás haciendo. No significa que tu trabajo sea mejor, pero entiendes mejor la vida”. Ha explicado que creció en una familia de seis hermanos “con déficit de atención”, según dijo entre risas, y una madre que los animaba a ser creativos. “Soy famosa por no poder responder a las preguntas, lo siento”, remató con humor.
Una muestra que se levantó en 48 horas
Quizá lo más sorprendente es la velocidad con la que se montó la exposición: 48 horas. “Hicimos una maqueta del edificio en Nueva York y, básicamente, montamos allí la muestra. Luego vinimos y crecimos la exposición en el propio espacio”, explicó.
El resultado es una exhibición que no solo narra una trayectoria, sino que explica un lenguaje visual.
En cada paso, Annie se preocupa por que los fotógrafos trabajen cómodamente. Su empatía con el gremio es palpable. Y al final del recorrido, la sensación es unánime: pocas veces se ve una conexión tan nítida entre moda y arte. Las primeras semanas ya están agotadas. Habrá que esperar a que pase el boom. Pero vale, y mucho, la espera.
Tener frente a ti a una leyenda viva de la fotografía ya sería, por sí solo, un privilegio. Pero poder recorrer una exposición guiada por su propia autora es un lujo reservado a muy pocos. Esta mañana, una decena de periodistas españoles —entre ellos Vanitatis— hemos tenido la oportunidad de acompañar a Annie Leibovitz por la Fundación Marta Ortega. La primera mujer que expone en este espacio ya es, desde hoy, parte de su historia.