La sala Constitucional del Congreso se llenó este viernes de diputados y cargos del PSOE y el PP en el acto institucional para conmemorar el 50 aniversario de la proclamación de Juan Carlos I como rey de España tras el fallecimiento del dictador Francisco Franco. El rey actual, Felipe VI, acudió al evento en el que el bipartidismo añoró los mejores tiempos de los consensos de la transición con toda la familia real y reivindicó por su parte la vigencia de “la monarquía parlamentaria” como “idea hermosa de lo mejor de lo que somos”. Los historiadores y periodistas que moderaron el acto apelaron a aquella mítica “concordia” de los primeros años de esta etapa democrática para anhelar ahora de la política actual la búsqueda de “unos valores mínimos éticos y cívicos” compartidos.

El Congreso también ha querido celebrar aquellos trascendentales días de hace 50 años en los que se murió Franco y Juan Carlos I fue proclamado rey e impulsó, en pocos meses, toda la reforma política que transitó de la dictadura a una democracia parlamentaria liberal. Este viernes el homenaje se planteó en una especie de coloquio entre historiadores y políticos protagonistas de aquella etapa, moderados por los veteranos periodistas Iñaki Gabilondo y Fernando Ónega, que les fueron lanzando preguntas.

El rey Felipe VI, la reina Letizia, la princesa Leonor y la infanta Sofía escucharon todas las intervenciones y el monarca clausuró la charla con un discurso más breve que el matinal en el Palacio Real en el que ensalzó la labor en estos años del Congreso como sede del “imaginario colectivo” que “encarna la idea de España reunida” y definió la vigencia de la monarquía parlamentaria por su función de “puente, equilibrio, continuidad y conciliación”. El Rey concluyó con una enseñanza de su idea de la España democrática: “Una idea hermosa que encarna lo mejor de lo que somos; aquello a lo que aspiramos; la suma de nuestros sueños, anhelos e ilusiones”.

El ministro de Justicia, Félix Bolaños, y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, este viernes en el Congreso. Claudio Álvarez

En la sala repleta, la más simbólica y emblemática del Congreso, se fueron sentando diputados y cargos del PP y del PSOE, de ahora y de antes, con varios componentes del Gobierno, como la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, el ministro de Justicia, Félix Bolaños, el de Administración Territorial, Ángel Víctor Torres, porque el presidente, Pedro Sánchez, estaba ya de viaje hacia la cumbre del G-20 en Sudáfrica, pero también el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, el presidente del Constitucional, componentes del Consejo de Estado, del Poder Judicial, los dos ponentes vivos de la Constitución agasajados con el toisón de oro, el expresidente Felipe González, los presidentes del Congreso y el Senado, y veteranos exdirigentes de ambas formaciones. No había nadie de Vox, ni tampoco del heterogéneo grupo de partidos nacionalistas y de izquierdas que apoyan al Gobierno socialista.

Iñaki Gabilondo fue el primero que no quiso regatear elogios a ninguno de los protagonistas históricos de aquel momento que ensalzó como una “hazaña democrática” y en ese capítulo no se olvidó de atribuir el mérito fundacional a Juan Carlos I. El historiador Juan Pablo Fusi recogió ese guante y también alabó la figura del rey emérito como coautor de “la historia de un éxito como pocas veces en nuestra historia contemporánea para la refundación de España como país democrático”. Gabilondo retrató los sentimientos de “incertidumbre y miedo” de aquel instante para subrayar que la palabra que lo concitó todo fue “concordia” y “la voluntad clamorosa de no volver a las andadas”.

La catedrática de ética y filosofía Adela Cortina regaló a continuación una clase sobre aquella apuesta política y ciudadana por relegar las “discordias” de otras épocas, buscar lo que unía frente a lo que separaba y llamó la atención, como un paréntesis que sonó a aviso a los actuales dirigentes, sobre que “la polarización que nos divide no tiene ningún sentido” ni tampoco “estirar el cuanto peor, mejor”. Cortina desmintió de nuevo, con el resultado de la transición, aquel mito que ha perseguido a España sobre que era un país que no podía vivir en democracia, pero sí demandó a los actuales responsables que se pongan ya a “buscar un código moral y con una ética cívica con unos mínimos compartidos que existen” para mejorar la vida de la gente. Cortina también esgrimió que “la monarquía parlamentaria” sigue siendo una “plataforma extraordinaria” para conseguir esas metas.

El periodista Iñaki Gabilondo, la filósofa Adela Cortina, el expresidente del Senado Juan José Laborda, la catedrática de Derecho Constitucional Rosario García Mahamut, el historiador Juan Pablo Fusi y el periodista Fernando Ónega participan en el coloquio ’50 años después: la Corona en el tránsito a la democracia’.Claudio Álvarez

El expresidente del Senado, el socialista Juan José Laborda, abundó en la reflexión sobre la necesidad del “consenso y la reconciliación”, entonces y ahora, destacó la importancia de la incorporación de España a Europa y acabó su exposición con una exigencia “al Gobierno y la oposición: por favor, hagan punto y aparte, nosotros lo hicimos”. El historiador Juan Pablo Fusi concluyó de su estudio de toda esta etapa democrática y del contexto mundial que “la monarquía es un marco muy razonable” y en especial las ocho europeas y parlamentarias, a las que retrató en general como “dignas, discretas, no suntuosas, ni cortesanas, ejemplares y transparentes”. En el caso de la española sí le recomendó, como se lo tomó el Rey, que se ocupe de mantener su conciencia social.

Cortina y Laborda abordaron el concepto de la “ejemplaridad” y la filósofa quiso citar a José Ortega y Gasset para apostillar: “Solo hay riqueza en los países en donde tres cuartas partes cumplen con su obligación”. Y derivó el consejo hacia toda la familia real que la escuchaba: “El Rey es fiable, merece confianza, que es lo mejor que se le puede decir a un ser humano”. Gabilondo sentenció: “La monarquía solo servirá si sirve”.