La Unión Ciclista Internacional ha confirmado que no impondrá límites al diámetro de las ruedas en las competiciones de Mountain Bike a partir de 2026. Esta decisión habilita el uso de ruedas de 32 pulgadas en las pruebas de Cross Country y también en Descenso, un movimiento que reabre el debate sobre el impacto real de esta medida en el rendimiento y en la igualdad competitiva dentro del pelotón.
BMC Fourstroke con ruedas de 32 pulgadas. Imagen: Maxime SchmidUn cambio regulatorio que anticipa una nueva oleada de prototipos
El anuncio oficial llega después de meses de rumores y de discretos movimientos por parte de varias marcas. La propia UCI, a través de su departamento de Comunicación, explica que el Mountain Bike sigue siendo un espacio de experimentación tecnológica en el que las normas sobre el material se mantienen al mínimo. Ese enfoque ha permitido que los fabricantes continúen trabajando en cuadros y componentes adaptados a las 32 pulgadas, un desarrollo que ya había asomado en la Copa del Mundo de Andorra con el prototipo de BMC Fourstroke que Titouan Carod solo pudo probar en los entrenamientos.
Las marcas llevan tiempo buscando aire fresco en un mercado en el que la innovación transmite sensación de estancamiento. Para los responsables de producto, la validación de las 32 pulgadas abre la puerta a nuevas gamas y a una razón de peso para reactivar un sector que necesita estímulos tras varios años irregulares en ventas. El interés del público también parece estar ahí: muchos ciclistas que siguen la actualidad del Mountain Bike han mostrado curiosidad por el nuevo tamaño, aunque en su mayoría sin la intención real de comprar.
La incógnita más difícil de despejar tiene que ver con los propios deportistas que compiten. No está claro que el pelotón reciba la medida con entusiasmo generalizado. El debate gira alrededor de la estatura: las personas que superan los 1,85 metros podrían aprovechar mejor las ventajas de una rueda de mayor diámetro, mientras que los ciclistas de talla baja podrían quedar condicionados por cuestiones de manejo, geometría y disponibilidad de tallas reales para competición.
El argumento técnico está bastante definido. Las ruedas de 32 pulgadas aumentan el volumen del neumático, permiten rodar con presiones más reducidas y disminuyen la resistencia a la rodadura en terrenos rotos. El precio a pagar es un peso superior y una aceleración más exigente, factores que podrían marcar diferencias importantes en trazados con continuos cambios de ritmo.
Queda la duda de hasta qué punto las marcas podrán diseñar bicicletas de Cross Country en tallas S o XS que mantengan un comportamiento competitivo real con este diámetro. El precedente de la llegada de las 29 pulgadas recuerda que varias temporadas tuvieron que pasar antes de ver modelos de gama completa en todas las tallas, y a día de hoy muchas marcas mantienen las 27.5 pulgadas para los cuadros más pequeños.
La reflexión sobre la equidad deportiva sigue abierta. La altura ha influido en todos los deportes desde siempre, pero cuando una ventaja natural se amplifica mediante el material, el debate deja de ser sencillo. Actualmente conviven en lo más alto del Cross Country internacional ciclistas de estaturas muy diferentes, capaces de ganar con ruedas de 29 pulgadas sin señales evidentes de desequilibrio. La cuestión ahora es si un nuevo estándar podría inclinar la balanza hacia los deportistas más altos.
Algunos técnicos plantean incluso el escenario contrario: ¿limita el actual uso exclusivo de las 29 pulgadas el potencial de los ciclistas muy altos? Resulta difícil sostenerlo cuando deportistas de casi dos metros pueden pelear por la victoria con solvencia, como demuestran los resultados recientes en la Copa del Mundo.
A unos meses para la implementación de la medida, el panorama es claro: 2026 será un banco de pruebas decisivo para evaluar si las 32 pulgadas representan una evolución real del rendimiento o un capítulo más en la interminable búsqueda de la novedad dentro del Mountain Bike moderno.