En un acto heroico y recordando al tipo que se plantó frente a los tanques de Tiananmén, Mariló Montero ha ganado MasterChef Celebrity. Analistas políticos y gastronómicos siguen sin dar crédito. ¿Cómo un símbolo contra la dictadura sanchista ha logrado que su solomillo Wellington se imponga en la tele del régimen? Rostro habitual en programas nacionales y autonómicos, la presentadora lleva tiempo señalando la represión y censura. En TVE no se puede criticar a Pedro Sánchez, declaró hace poco Mariló Montero en un programa de máxima audiencia de TVE. Ya no existe, ha dicho en numerosas ocasiones la ganadora de MasterChef, la libertad y pluralidad que había antes en la tele pública. En la época de Urdaci o cuando ella misma presentaba el matinal de La 1, sin ir más lejos, las cosas estaban bien. Mariló Montero aparecía en nuestras pantallas con un 7 % de audiencia por mérito propio y no por imposición ideológica, como pasa ahora con la Silvia Intxaurrondo del 20 %.
Antes de Sánchez no existía televisión ideologizada y ahora cuesta encontrar espacios libres como los que reivindica la buena de Montero. Si exceptuamos el Telemadrid de Ayuso, el Canal Sur de Bertín Osborne, las teles autonómicas gallega, valenciana, balear, extremeña, castellanoleonesa, aragonesa, riojana, cántabra o murciana, el Telecinco de Ana Rosa Quintana, el Cuatro de Iker Jiménez o la Antena3 de Pablo Motos, no quedan ya en España cadenas de televisión que escapen de las garras del control izquierdista. Por eso tiene tanto mérito esta victoria. Preguntada por cómo ha podido suceder, Doña Mariló ha declinado entrar en detalles “por respeto a la chaquetilla”, nuevo símbolo nacional al parecer. Eso sí, ha querido dejar claro que MasterChef, programa presentado por la nieta de un supremacista alto cargo del franquismo y un par de empresarios de derechas, es ideológicamente neutral. Así es como debería ser toda la televisión. Y cuando gobiernen PP y Vox, así será.
Se cumplen 50 años de la muerte de Franco y lo celebramos con Mariló Montero levantando la copa MasterChef y la condena sin aportar pruebas contra el fiscal general del Estado. La presentadora no está sola en su activismo. Desde el Supremo hasta las calles hay quienes se movilizan para luchar contra la dictadura que padecemos. Por eso resulta sorprendente una encuesta publicada esta semana por 40dB que dice que buena parte de la población, esa que denuncia la dictadura, al mismo tiempo anhela la dictadura.
Es un menú ideológico de lo más complejo. Por explicarlo en idioma MasterChef, la libertad era antiguamente una receta tan sencilla de entender como unos huevos fritos con patatas. Si por opinar te metían en la cárcel o un tiro en la frente, es que no había libertad y sí dictadura. Hoy, con esta derecha tan sibarita, la receta se ha sofisticado mucho. La libertad o la ausencia de ella es una especie de bocado de aire esferificado que nadie entiende, salvo el que lo quiere entender. Así, condenar sin pruebas o perseguir niños migrantes es un ejercicio de libertad, como también es libertad exigir que las mayorías políticas sean las que a mí me gustan. Si no lo son, es que estamos en una dictadura. No hay quien se lo trague, pero el emplatado es espectacular, impresionante, supremo como el tribunal.
En un acto heroico y recordando al tipo que se plantó frente a los tanques de Tiananmén, Mariló Montero ha ganado MasterChef Celebrity. Analistas políticos y gastronómicos siguen sin dar crédito. ¿Cómo un símbolo contra la dictadura sanchista ha logrado que su solomillo Wellington se imponga en la tele del…
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