Medio en broma medio en serio, preguntamos a Víctor Manuel si Ana Belén y él se sincronizan para sacar discos. Los dos publicaron el anterior en 2018 y este año han vuelto casi a la vez con el siguiente, ‘Vengo con los ojos nuevos’ … por parte de ella y ‘Solo a solas conmigo’ en el caso del cantante asturiano, que puntualiza: «En realidad el de Ana ha retrasado el mío, porque yo ya tenía varias canciones grabadas pero entonces ella se planteó hacer una gira y nos pusimos a hacer el suyo. Como yo no cantaba este año, esperé a que acabara para completar el mío».
En su vigésimo octavo álbum de estudio, cifra que impresiona, Víctor Manuel canta por primera vez junto a su hijo David (que también es su productor) e incluye dos canciones con dedicatoria. Una para el legendario maquis asturiano Aris Llaneza y otra titulada ‘Cuál sería mi vida’ que va para su mujer, sin la cual está convencido de que estaría «peor» en todos los sentidos. «Lo he pensado muchas veces. Sin ella estaría más abandonado físicamente, por ejemplo. Cuando tienes una mujer al lado que de vez en cuando te dice «estás gordo», oyes el mensaje (risas)».
Pero hay una tonada que destaca por encima de las demás por la rabia que transmite y por lo explícito de su lenguaje, que por sí misma daría para horas de conversación. Se trata de ‘Déjame por Dios que coja aire’, un arrebato de ira donde el autor refleja su hastío ante la bronca política con versos como «no hagan dentro del Congreso / cada día botellón (…) Dialogando a garrotazos / con tan sólo tres palabras: «Y tú más»».
«Se debe a un cansancio que es muy común en mucha gente», asegura el artista de Mieres, harto de que «en este país estemos atrapados en el día de la marmota» con la corrupción. «Estamos con el «sí, yo robo, pero tú has robado más». Podríamos hacer una cosa, contar el número de presos que ha habido de unos y de otros y ver quién gana, pero eso tampoco va a solucionar nada. La gente se va a cansar de esto, y el cansancio ya sabemos lo que trae. A unos indocumentados que no tienen programa pero sí tienen soluciones fáciles para problemas muy complejos. Echamos a los inmigrantes y ya está. En fin, es un país que a veces se te atraganta».
La cuestión es, ¿la crispación nos agota? ¿O nos hemos hecho adictos a ella? ¿Cómo es posible que un debate del estado de la nación antes fuera un muermo y ahora se vea con palomitas y con el dedo en el gatillo de Twitter? La ‘hooliganización’ de la política, comentamos con el entrevistado, quizá se deba a la ‘futbolización’ de la información política, con esos programas que siguen el minuto y resultado de la bronca con un formato pseudodeportivo, con tertulianos divididos a izquierda y derecha según su presunta pero flagrante ideología.
«Eso es así, hay dos bandos claramente separados y diferenciados, e incluso los comentaristas a los que llaman también están muy alineados. No hay nadie neutral en las tertulias», responde. «Supongo que a los medios eso les va bien, pero para los de a pie, es muy cansado. Yo tengo un remedio, que es ponerme Pekín FM en la radio, y como todo está en chino no me entero de nada y descanso».
Teniendo lugar esta entrevista en el día del 50º aniversario de la muerte de Franco, hay unos versos de ‘Déjame por Dios que coja aire’ que acaban colándose en la conversación: «El pasado nunca pasa / y el futuro nunca acaba de llegar / Las Españas frente a frente / que saben pero no entienden / que ninguno va a ganar». «Yo entiendo que la gente joven se haga de derechas, pero ser franquista… Eso me parece un poco forzado, inducido. El franquismo fue malo para todos, para la derecha y para la izquierda. El mito es que solo era malo para la izquierda, pero también lo era para mucha gente de derechas que no podía hacer buenos negocios».
Todo este ambiente es el que propicia pensar, en una efeméride como la que nos ocupa, que la exhumación y traslado de los restos de Franco «hoy sería más difícil», asiente Víctor Manuel. «Se perdería el elemento sorpresa porque ahora la gente está más alerta, pero se podría hacer, porque si un Estado se lo propone, puede hacerlo. Aunque seguramente sería más complicado y más complejo. Yo entiendo que haya gente nostálgica del franquismo, pero en la gente joven me resulta más complicado entenderlo».
Para la izquierda, no se impacienten, también tiene estopa: «Me irrita la banalidad, la falta de rigor, eso de «le han pillao con el carrito del helao», esos lugares comunes tan imbéciles que repiten tantos políticos, de izquierda y derecha. Pero a mí me molesta más cuando lo hace gente de izquierdas. No les pido pureza, pero sí educación y rigor. ¿Y lo de Leire? Pues te respondo que me parece mentira que pasen esas cosas. Es de un país no moderno».
En la misma canción que le ha desatado la lengua, Víctor Manuel hace una cosa muy arriesgada para un artista que pretende vender sus discos: llamar ‘bobo’ a la cuarta parte de la población. La que no vota cuando hay elecciones. «El abstencionismo siempre me ha llamado muchísimo la atención», concluye. «Es como que el país no va con ellos. Porque una cosa es no votar desde el anarquismo, diciendo «no quiero participar en este juego», y otra cosa es pensar que no va contigo la cosa. Esos son los batallones de bobos de la canción».