Las correcciones bursátiles a veces llegan de golpe y en otras ocasiones se van cociendo a fuego lento, como un desencanto sentimental que termina en ruptura. O en mercado bajista en este caso. Los resultados que ha publicado Nvidia esta semana parecían haber conjurado el temor a un pinchazo en la inteligencia artificial y los inversores se entregaron brevemente de nuevo al optimismo del rally bursátil. Pero algo ya ha empezado a quebrarse en el ánimo incombustible del mercado y el alza con que se recibieron las cuentas de Nvidia tornó poco después en caídas en medio de una intensa volatilidad. Entre los inversores ya se ha instalado la sospecha de que la euforia entorno a la inteligencia artificial bien podría ser excesiva, insuficiente para justificar las actuales valoraciones de estas compañías. Y ante la cercanía del fin de año y cuando no está nada claro que la Fed vaya a bajar tipos en diciembre, la recogida de beneficios es una tentadora opción.

El riesgo de corrección en los grandes valores tecnológicos —y su onda expansiva sobre el conjunto del mercado— ya no es tabú, como lo muestra la fuerte caída que ha sufrido Oracle, superior al 20% en el último mes, o las declaraciones de máximos ejecutivos de Wall Street que reconocen que quizá el mercado ha ido demasiado lejos en sus expectativas con la IA, motor indiscutible de los máximos de la Bolsa estadounidense. El vicepresidente de JP Morgan Chase, Daniel Pinto, señaló esta semana que las actuales valoraciones de las tecnológicas descuentan “un nivel de productividad que llegará, pero puede que no tan rápido como el mercado está valorando ahora”. Y el presidente de Goldman Sachs, John Waldron, apuntó directamente al elefante que se pasea por los parqués bursátiles. “Los inversores están enfocados en la dinámica de la IA: si obtendremos los rendimientos sobre el capital invertido que el mercado espera, y si eso ya está descontado. Ese es el gran debate”, advirtió esta semana.

En ese debate se dirime nada menos que la continuidad de un rally bursátil que ha sobrevivido este año a una guerra comercial y que ha llevado a los pequeños inversores estadounidenses a asumir un nivel de riesgo sin precedentes o la corrección que puede arrastrar al conjunto del mercado, con el peligro añadido de un cambio de ciclo bursátil. Por el momento, y pese al balance negativo que deja la semana, ganan claramente los optimistas. Los pesimistas son muy pocos, aunque cuenten entre sus filas a nombres venerados como el de Michael Burry, el inversor que anticipó la crisis de las hipotecas subprime y que ha tomado una posición bajista en Nvidia y Palantir y decidido cerrar su fondo al resto de inversores para seguir solo, sin clientes que exijan beneficios en el corto plazo.

La inmensa mayoría de gestoras y firmas de análisis mantienen su confianza firme en la inversión en inteligencia artificial y en la continuidad del ciclo alcista bursátil. “Sin adoptar posiciones sobre compañías individuales, creemos que contar con suficiente exposición a acciones vinculadas a la IA es clave para construir y preservar el patrimonio a largo plazo. Los inversores deberían asegurarse de estar presentes en toda la cadena de valor de la IA, incluyendo las capas de inteligencia y de aplicaciones, además de la capa habilitadora“, defiende Mark Haefele, director de inversiones de UBS Global Wealth Management. En sus previsiones para 2026, la firma suiza prevé elevar la exposición a la renta variable y espera un alza del 15% para las acciones globales en el año, con la IA y la tecnología como impulsores de las ganancias. Morgan Stanley tampoco tiene vértigo y prevé que el S&P alcance los 7.800 puntos a finales de 2026, lo que dejaría una subida cercana al 20% desde los niveles actuales.

Santander Asset Management, que también ha presentado esta semana sus perspectivas para el próximo año, tiene a la renta variable estadounidense como su activo favorito del próximo año. “La expansión del ciclo de beneficios va más allá de la tecnología y se extiende a más sectores y tamaños de compañía, generando un equilibrio entre solidez, diversificación y potencial de rentabilidad”, defiende la gestora, que descarta una burbuja en la inteligencia artificial y augura nuevos máximos para 2026.

Citi reconoce que prefiere hablar de bum de la inteligencia artificial en lugar de “burbuja”. Espera que el S&P cierre el año entorno a los 6.600 puntos y le da un nivel objetivo de 6.900 puntos para mitad de 2026, sobreponderando tecnología en Bolsa de EE UU además de banca y energía. “A pesar de la posible volatilidad a corto plazo, seguimos siendo optimistas a medio plazo, con un potencial alcista de un dígito bajo hasta mediados de 2026. Los sólidos beneficios, una economía mundial relativamente resistente y las perspectivas de nuevos recortes por parte de la Fed deberían respaldar la confianza del mercado y permitir que este siga subiendo”, explica Citi.

El optimismo es el sentimiento mayoritario entre los gestores de fondos, según se desprende de la encuesta que realiza Bank of America entre 172 profesionales que administran medio billón de euros. El sondeo muestra que la sobreponderación de la Bolsa es la más elevada desde febrero y que la posición en liquidez es muy baja, del 3,7% de la cartera. Ni una sombra de pesimismo hasta que se entra en detalle a propósito de la inteligencia artificial. Ahí es donde afloran los temores, con una claridad creciente que hace dudar de ese optimismo generalizado. Así, al tiempo que los gestores esperan que la Bolsa internacional sea el activo con mejor comportamiento en 2026, seguida de la Bolsa de EE UU, también aseguran de forma mayoritaria (el 53%) que los valores ligados a la IA están en niveles de burbuja y que el conjunto del mercado de renta variable está sobrevalorado, con una mayoría del 63% de encuestados.

Por primera vez en 20 años, los gestores consideran que se está invirtiendo en exceso en esta tecnología y creen que el pinchazo de esa burbuja es el principal riesgo de mercado. Así, un 45% de los gestores tiene al pinchazo de la IA como el riesgo número uno, un porcentaje que ha trepado desde el 33% de la encuesta de octubre. Aun así…la apuesta por los siete magníficos continúa siendo la posición mayoritaria en las carteras (para un 54% de los gestores). ¿Contradicción entre lo que se piensa y en lo que se invierte o simplemente confianza a pesar de todo?..

Las advertencias del riesgo de burbuja de la IA son continuas y ya no sorprende encontrarlas en los análisis financieros de instituciones como el FMI o el BCE. “No cabe duda de que está haciendo aguas el optimismo que ha acompañado al desarrollo de la inteligencia artificial en los últimos meses”, afirma Enguerrand Artaz, gestor de fondos de la firma francesa La Financière de l’Échiquier.

Citi, que se mantiene optimista con la tecnología, marca una línea roja. En su análisis, apunta que seis de los siete magníficos continúan cotizando por encima de su media móvil de 200 días. Es decir, por encima del precio de cierre de esas 200 sesiones. Si ese ratio cayera de seis a cuatro compañías sobre siete, “sería muy preocupante y si fueran tres de los siete magníficos significaría que estamos convencidos de que el mercado alcista ha terminado”.

Algunos gestores, decididamente más pesimistas con la marcha en Bolsa de la tecnología, prefieren atrincherarse en valores y sectores más defensivos, aunque sin renunciar a la Bolsa. En Singular Bank están infraponderados en renta variable estadounidense y en la gestora española Nartex Capital tienen claro que “la burbuja va a pinchar sí o sí”, aunque no sepan aún cuándo. Su convicción es tal que la renuncia a los valores vinculados a la IA les hace perderse este año el rally bursátil, asumiendo pérdidas en su fondo.

Para quienes creen que las valoraciones de los gigantes de la IA se sostienen, LFDE lanza una última advertencia. “Si es que existe una burbuja en los mercados, sería más una burbuja de concentración que de valoración“, añade Enguerrand Artaz. Es decir, el nivel de influencia de esos grandes valores en el conjunto del mercado es tal que sería difícil quedar al margen ante una fuerte corrección. El gestor explica que con la excepción de Palantir, que cotiza a 130 veces los beneficios previstos a 24 meses, las valoraciones del sector tecnológico, aunque son elevadas, no son tan exuberantes como lo fueron durante la burbuja de internet o la burbuja japonesa de 1990. Microsoft cotiza ahora a 30 veces los beneficios previstos a un año, frente a las más de 60 veces de 1999. Pero, a diferencia de entonces, los diez mayores valores por capitalización representan el 42% del S&P 500, frente al 27% en 1999, y ese top diez está formado casi en su totalidad por valores tecnológicos.

La corrección antes de fin de año, que tantos gestores defienden como saludable, permitiría purgar excesos y asegurar un punto de partida más favorable de cara a 2026. Un nivel más bajo desde el que lograr rentabilidades en el nuevo año. La tentación de recoger beneficios antes de que acabe 2025 en un año tan boyante para la Bolsa es fuerte y la decepción que puede causar la Fed el 10 de diciembre si finalmente no recorta los tipos —los futuros dan solo un 40% probabilidades a esa rebaja— puede ser detonante para nuevas caídas. De fondo, persiste el debate sobre si son irracionales o no los múltiplos y las revalorizaciones que acumulan los valores ligados a la IA. Las advertencias, certeras o no, cada vez son más abundantes y de nuevo remiten al pasado. Fue en diciembre de 1996 cuando el entonces presidente de la Fed, Alan Greenspan, habló de la “exuberancia irracional” de los valores tecnológicos, disparados con la fiebre de internet, en una burbuja que terminó por pinchar tres años después. El tiempo dirá si fueron los optimistas o los pesimistas los que tenían razón.