La sorpresa también se abrió paso en la Puerta del Sol el pasado jueves, cuando los medios de comunicación lanzaron las alertas a los teléfonos móviles. El fiscal general del Estado había sido condenado. Nadie esperaba un fallo tan pronto. Isabel Díaz Ayuso … mantuvo su agenda de trabajo prevista ese día y lanzó un mensaje de tranquilidad a su equipo más cercano. Solo modificó el plan de trabajo para añadir, ya por la tarde, una reunión en la que prepararía su comparecencia del día siguiente.
Desde la hora de comer del jueves y hasta muy tarde, intercambió mensajes con muchas personas. Entre ellos, Alberto Núñez Feijóo. En el Partido Popular se respiraba un ambiente de euforia. Era inevitable. Pero muchos dirigentes cercanos a Ayuso lo que sintieron fue una enorme sensación de alivio.
Después de veinte meses en los que parecía imposible que el nombre de Alberto González Amador no se cruzara en cada uno de los actos de la presidenta, en las conversaciones, ruedas de prensa, sesiones parlamentarias -también en el Congreso- o en cualquier intervención, pensaron que a partir de ahora podrían empezar a recuperar el control. Dar carpetazo al asunto que más ha desestabilizado a la presidenta de la Comunidad de Madrid desde que llegó al cargo hace más de seis años.
«Este ha sido su Talón de Aquiles. También por acumulación. Primero fue su padre, sin que pudiera defenderse porque estaba muerto; luego su hermano. También lo intentaron con su madre, su entorno, otras personas de su familia, su pueblo. Y durante un año y medio ha sido con su novio. Al que nunca presentó públicamente. Que era una persona desconocida, que jamás la ha acompañado a absolutamente nada que tuviera que ver con la Comunidad», relatan personas de la total confianza de Ayuso. «La cuestión era ocupar esos espacios personales. Atacarla donde más duele», insisten.
Desde hace meses muchos dirigentes del PP han mirado con preocupación el momento que atravesaba Ayuso. Algunos aseguran que todo este proceso ha sido «mucho más duro que lo que vivió con Pablo Casado» porque la crisis no se jugaba solo en el terreno político, sino que era estrictamente personal y familiar. «Incluso ha dado síntomas físicos de pasar por una etapa complicada. Todos lo hemos visto», coinciden distintos cargos populares de Madrid. «Hubo momentos que parecía que se podía plantear si esto merecía la pena o no. Pensamos que podía llevársela por delante», admiten.
Por todo esto, la condena al fiscal general, resumen fuentes próximas a la presidenta, es «una gran victoria jurídica, política y, sobre todo, emocional». Jurídica, explican, porque «la realidad es que ha ganado el caso su pareja». «Era un David contra Goliat. Y aquí había que resolver un juicio, y resulta que ha salido condenado el fiscal general». Emocional por la agonía ya descrita y una sensación, reconocen en el equipo más cercano a Ayuso, de que «se ha hecho justicia». Y política -aquí ya no hay debate en el PP- porque implica un enorme varapalo para el Gobierno de Pedro Sánchez.
El presidente decidió involucrarse al máximo en el caso del fiscal general desde el primer momento: defendió su inocencia -incluso cuando se estaba celebrando el juicio estos días-, exigió pedir perdón a Álvaro García Ortiz cuando la UCO desveló que se habían encontrado «cero mensajes» en su teléfono móvil y ordenó a todo su Consejo de Ministros salir en defensa del fiscal hasta el final. En el PP no hay duda de que se trató de una operación del presidente que lideró el fiscal general con el único objetivo de «derribar» a su rival política. Y que ahí se produjo el exceso del funcionario público: «Todo valía, también revelar datos confidenciales, si servía para acabar con Ayuso», zanja un veterano dirigente del PP.
Pero por el camino ha habido dudas. Momentos de mucho respaldo colectivo del partido y otros en los que algunos dirigentes se preguntaban si la presidenta madrileña se había equivocado entrando a la guerra desde el principio. Por ejemplo, defendiendo a su novio desde la institución que preside. O qué pasaría si todo acababa con el fiscal absuelto y su pareja condenada por el fraude fiscal que está en el origen. En Sol sí han mantenido a lo largo de los meses que el líder nacional nunca le dio la espalda. Ni siquiera en los peores meses, «que los hubo».
Ahora, esta victoria política y este golpe – «tiene pocas comparaciones, es una cornada de muerte para Sánchez», dicen en el PP- vuelve a impulsar a Ayuso. Nadie lo niega en el partido madrileño, pero tampoco en otros territorios: «Es un refuerzo de su liderazgo, uno más, brutal e indiscutible. Porque, en el fondo, es una victoria moral que trasciende las siglas. Es un mensaje a muchos sectores de la sociedad que no se podían creer que esto pudiera pasar en España. Y un éxito que le proporciona a todo el partido y a Feijóo por motivos obvios», reflexionan distintos dirigentes consultados por ABC.